Coronavirus: Latinoamérica toma conciencia del caso español
16 de marzo de 2020La matemática de las epidemias rara vez falla. No falló en España, donde mientras Italia extendía la cuarentena a todo el país, las terrazas seguían llenas. Se decía que el país iba entre siete y diez días por detrás de Italia, pero bullía con la primavera. Cuando se ordenó cerrar los bares, restaurantes y clubs madrileños en dos días, las discotecas se llenaron. Cerraron las universidades y muchos estudiantes de la capital se marcharon a provincias y ciudades que el COVID-19 aún no había pisado. El pasado sábado, el Gobierno decretó el estado de alarma. Este lunes (16.03.2020), España amanecía vacía, con policías y militares controlando el confinamiento. En el momento de publicación de este artículo, el país sumaba 309 fallecidos y 9.191 casos positivos confirmados, casi 1.500 más en solo 24 horas.
Fue literalmente cuestión de días. A posteriori, parece claro que lo que pasó en China y en Italia evidenciaba lo que se venía encima. Ni las autoridades se adelantaron a la pandemia, ni la sociedad guardó el distanciamiento social que pedían los expertos. Y, aunque muchas otras cosas se hicieron bien, empieza a entreverse cuáles podrían haberse hecho de forma distinta.
Expertos, responsables políticos y ciudadanos de todo el mundo buscan en el caso español, así como en el italiano, lecciones para evitar un desarrollo similar de la pandemia. Mientras tanto, varios gobiernos latinoamericanos han tomado en los últimos días duras medidas para tratar de frenar la expansión del nuevo coronavirus. Países como Argentina, Chile o Perú cerraron ya sus fronteras. En términos epidemiológicos, lo han hecho antes que el país ibérico: Uruguay, por ejemplo, clausuró parcialmente sus fronteras al conocerse los primeros cuatro casos.
"Sin duda, los países de América Latina están tomando conciencia de que hay que actuar más temprano que tardíamente”, dice a DW el doctor Alfonso J. Rodríguez-Morales, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología. "De las medidas correctas que se tomen hoy dependerá lo bien o mal que le vaya a cada país, y al mundo, en las siguientes semanas y meses”.
Efectivamente, las naciones latinoamericanas empezaron a tomar medidas más ambiciosas de contención epidemiológica -como el cierre de escuelas, de establecimientos de ocio o incluso de restricción de movimientos- cuando el número de contagios confirmados todavía era bastante menor. "Lo que está pasando en España es que las autoridades se demoraron mucho entre los primeros casos que se encontraban y el inicio de las intervenciones”, explica a DW Roberto Chuit, director del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas argentino. Si el virus pasa de la fase de propagación por contactos directo a una dinámica de "transmisión comunitaria”, es mucho más difícil controlarlo. Un punto de inflexión en el que, subraya Chuit, se encuentran países como Argentina. Y aquí, de nuevo, es cuestión de días, o hasta horas.
"Es importante que los países que todavía estén en una situación buena adopten una comisión de crisis al más alto nivel para aunar todos los recursos posibles o adquirir recursos si fuese necesario”, apunta en entrevista con DW Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria. La conocida fortaleza de la sanidad pública -"uno de los mejores patrimonios que tiene España", según el catedrático- va a necesitar de una coordinación y un aprovisionamiento de recursos sanitarios que eviten el colapso del sistema. En Italia, la falta de recursos está poniendo a algunos sanitarios en la situación de decidir a quién salvar. El experto colombiano Rodríguez-Morales agrega que los sistemas de salud latinoamericanos son, por lo general, más precarios y menos universales que el español: "Son más vulnerables que los de Europa”. De ahí la importancia de hacer acopio de material sanitario y de garantizar el suministro allí donde sea necesario.
#QuédenseEnCasa
Encerrado en la cuarentena madrileña, el popular escritor y periodista peruano Renato Cisneros llamaba a sus connacionales a llevar a rajatabla otra de las cuestiones consideradas clave a la hora de aplanar la curva epidémica del COVID-19: el distanciamiento social. El catedrático español Hernández, en el mismo sentido, subraya que "seguramente nos retrasamos un poco, no demasiado, pero si hubiéramos tomado las medidas solo diez días antes, o si la población las hubiese adoptado voluntariamente hace tres semanas, igual no estaríamos en la situación actual”.
El argentino Chuit insiste en que la ciudadanía de la región "debería aprender que, si no se cumple esa condición de aislamiento o distanciamiento social, el virus escapa y se incrementa el número de infectados”. Está por ver si los latinoamericanos hacen autocuarentena y si terminan respetando las restricciones generalizadas o parciales que han aprobado en los últimos días algunos gobiernos, como el de Venezuela, Perú o Paraguay, pero el doctor Chuit recalca cómo al menos en su país, Argentina, más empresas se han sumado al teletrabajo, incluso aunque algunas estén teniendo que improvisar protocolos y soluciones.
Por ahora, con más de 700 contagios, la región parece haber entendido la importancia de ganarle la carrera al virus. "Latinoamérica ha aprendido del caso español”, dice Chuit. Hará falta, sin embargo, mucha voluntad política y compromiso ciudadano para el tramo de fondo. Este fin de semana pasado se celebró en la Ciudad de México el Festival Vive Latino, que reunió a unas 40.000 personas. El domingo tenía 53 casos de COVID-19, según los últimos datos publicados. Nadie cantó ese lema que se propaga por las redes sociales: quédate en casa.
(cp)
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