Las piscinas con historia de Cuba
Durante el caluroso verano en Cuba, la gente se refresca en las albercas de agua de mar, que sobrevivieron a la revolución de 1959. Una importante tradición para muchos lugareños.
De camino al agua
Conocidas solo por los lugareños, estas piscinas se encuentran al final de un camino lleno de basura. “Estas albercas son una tradición. Venimos aquí de generación en generación”, dice Boris Baltrons, quien está acompañado de su hija, su hermana y su sobrino. “Estas casas (detrás de la piscina) pertenecían a gente rica. En ese entonces, cada uno tenía su propia piscina”, explica.
Un poco de historia
Las piscinas fueron construidas por familias cubanas acomodadas en la primera mitad del siglo pasado. Están en el barrio de Miramar, que prosperó en las décadas de 1940 y 1950, con magníficas villas y hoteles de lujo. Las piscinas, ahora abandonadas y llenas de agua de mar, sobrevivieron a la revolución de 1959 y ahora se usan para que la gente pueda refrescarse gratis.
Piscina en ruinas
En la década de 1970, Fidel Castro mandó construir esta piscina gigante de 5.000 metros cuadrados en Alamar, un complejo residencial de estilo soviético en La Habana. Fue una de las piscinas más famosas de Cuba. Hoy solo se pueden ver restos desmoronados, como las plataformas para lanzarse al agua, y una enorme plancha de hormigón azul, cubierta por la exhuberante vegetación de la isla.
Albercas olvidadas
Muchas de las piscinas de Cuba, que necesitan agua dulce, han caído en el olvido, incluidas las construidas en complejos deportivos en las primeras décadas de la revolución.
Una rareza: la piscina privada
Aunque con muy poca frencuencia, todavía hay algunos cubanos a los que se les permite disfrutar del lujo de una piscina privada, como aquí, en una casa en La Habana.
Arte callejero en vez de natación
La mayoría de las piscinas abandonadas en Cuba son utilizadas hoy por "skaters" o patinadores, grafiteros, fotógrafos, y niños que juegan al fútbol.
Resfrescándose cuando se pone el sol
Las playas de arena más cerca de La Habana están a unos 20 minutos en coche, un lujo que pocos pueden permitirse en la isla comunista debido a la escasez de combustible. Así que la gente prefiere reunirse en estas piscinas naturales excepcionales y disfrutar de un baño casi nocturno en el agua fresca.