Las muchas k del carnaval
15 de febrero de 2007A las 11:11 horas ha comenzado la "quinta estación del año" en Renania. Disfraces, pelucas, besos, desfiles, diversos gritos de guerra como el Alaaf colonés y música son tan parte del carnaval como el alto consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo cerveza.
La popularidad de esta fiesta se origina en el medioevo católico, dicen unos, cuando se veía como la última oportunidad de soltarse antes de la contenida cuaresma en donde había que renunciar a todos los placeres de la carne. Este jolgorio generalizado se remonta a las festividades de las hordas germánicas, dicen otros. Por lo que fuere, el carnaval está aquí. Y en Renania, sobre todo en Colonia, hay pocas posibilidades de ignorarlo.
No faltan los foráneos que lo hallan artificial e incomprensible. "Es como si les oprimieran un botón", dicen muchos. "Están reprimidos todo el año y se sueltan un par de días", dicen otros. Y no falta los que opinan "Es que sólo con alcohol son capaces de manifiestarse". Como fuere y por lo que fuere, los días de las muchas k han comenzado: Köln, Karneval, Kamele (caramelos) Kostüm (disfraz), Kölsch (cerveza colonesa), Küsse (besos), Kreppel (masitas rellenas de mermelada) y Kater (resaca). La gente se lanza a vivir un sueño de color y alegría por seis días. Y poco más importa. La k del control casi no existe.
Disfrazados no se los reconoce
Debido al alto consumo de alcohol, durante los días de carnaval los controles policiales son más frecuentes. Las campañas para que la población tome conciencia de las consecuencias del alto consumo de bebidas alcohólicas se multiplican, y se dirigen sobre todo a la protección de los menores.
"La mayoría de los que llegan con intoxicación alcohólica son adolescentes y turistas", informa un miembro del equipo de emergencias de un hospital de Colonia. "No están conscientes de la combinación de frío, movimiento y alcohol, y de pronto colapsan", explica. El Centro Federal Alemán de Educación Sanitaria comienza sus campañas algunas semanas antes de que se desencadene la locura: "los borrachos no son cool" o "los borrachos están out" han sido lemas de las campañas llevadas a cabo durante las noches y en los bares de las diversas ciudades, bastiones del carnaval.
Según una estadística, el 34 % de los muchachos entre 12 y 17 años han experimentado en carne propia lo que es una intoxicación alcohólica. En realidad, no es de admirarse: por ley, a partir de los 16 años los adolescentes pueden ingerir, públicamente, cerveza y vino. Si bien las bebidas con mayor grado alcohólico no están permitidas, en el fragor carnavalesco poco menos que nadie se fija demasiado en quién consumé qué cosa o si bajo la máscara del Kostüm de pirata o de soldado napoleónico es un imberbe el que vacía una Kölsch tras otra vociferando Köln Alaaf!
Prohibiciones no, consejos
"Nuestra sociedad no demoniza el alcohol", explica Marita Völker Albert, portavoz de la entidad sanitaria federal. "La prohibición no funcionaría", añade. Por eso, el lunes de carnaval -cuando tiene lugar el gran desfile para el cual, sólo en Colonia se esperan 10.200 desfilantes y cerca de tres millones de espectadores-, el personal sanitario se mezclará entre el vociferante público para repartir tarjetitas con instrucciones de primeros auxilios. Entre éstas se encuentran consejos para combatir la resaca. Una de las recomendaciones es ingerir -antes y después de las muchas Kölsch- alimentos con alto contenido de grasa.
No es de admirar, entonces, que los Kreppel - panecitos rellenos de mermelada que se fríen en montones de aceite- sean desde siempre uno de las especialidades de la época. Nadie sabe con exactitud si se debe a que en el medioevo había que consumir las grasas animales antes del tiempo de cuaresma o a que desde antaño existía la conciencia de que la grasa de los Kreppel contrarrestan el Kater. Lo cierto es que resulta y evita trastornos mayores. Como fuere, el Karneval ha comenzado y no queda más que entregarse. Así que Köln, Kostüm, Kölsch, Kontrol y… alaaf!