Las dos Coreas y el teléfono de Panmunjom
3 de enero de 2018El de Panmunjom no es un teléfono cualquiera. Esa es la línea que posibilita la comunicación directa entre los líderes de Corea del Norte y Corea del Sur cuando sus relaciones diplomáticas atraviesan crisis severas. Desde febrero de 2016, cuando la Corea meridional se retiró de la zona económica compartida en Kaesong, la septentrional dejó de levantar el auricular. Metafóricamente, el aparato silente reflejó durante meses la discordia prevalente en la península coreana. La situación cambió cuando el "hombre fuerte” de Pyongyang, Kim Jong-un, hizo pública su disposición a restablecer y mejorar el contacto con Seúl en su discurso de Año Nuevo.
El hecho de que el teléfono repique de nuevo en el Área Conjunta de Seguridad, ubicada en la zona fronteriza desmilitarizada, ha sido descrito sin ambages por el Gobierno sudcoreano como un "paso significativo”. Kim Jong-un dio primero señas de disposición a conversar, en su discurso de Año Nuevo. Y Seúl reaccionó proponiendo un encuentro en Panmunjom entre representantes de ambos países para la próxima semana; planteó que acudieran delegaciones de alto rango, para hablar sobre la posible participación de atletas norcoreanos en los Juegos Olímpicos de Invierno, que tendrán lugar en la ciudad surcoreana de PyeongChang entre febrero y marzo de 2018.
Acercamiento a través del deporte
Robert Carlin, experto en Estudios Asiáticos de la Universidad de Harvard, sostiene que, por sí solo, el interés de Corea del Norte en participar en las Olimpíadas de Invierno no tiene nada de particular. "Los atletas norcoreanos han competido en eventos deportivos en repetidas ocasiones en Corea del Sur”, señala el experto estadounidense, que fue analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) (1971-1989) y jefe de la División Asia Nororiental en la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado (1989-2002) antes de dedicarse a proyectos académicos de investigación, casi siempre con la península coreana en la mira.
A sus ojos, el objetivo de Pyongyang es reforzar los vínculos existentes con Seúl y tantear nuevas posibilidades de diálogo. No obstante, según Carlin, el lapso de tiempo para negociaciones bilaterales es muy pequeño en este momento. "Se van a poner condiciones que ambos lados consideran esenciales para poder hacer avances”, advierte el especialista. Un comentarista del diario surcoreano Korea Times también desaconseja cifrar demasiadas esperanzas en este acercamiento: "La sola decisión sobre quiénes representarán a ambos Estados en las negociaciones y qué temas se abordarán puede causar nuevos problemas”.
Recelo y precaución
Después de todo, alerta el periódico: "el Ejecutivo surcoreano debe dejar claro que la meta principal de cualquier diálogo debe ser la desnuclearización del norte y no su participación en PyeongChang 2018”. El mensaje conciliador con que Kim Jong-un inauguró el año 2018 es visto con recelo porque, de cara a Washington, su talante sigue siendo abiertamente hostil: el líder surcoreano amenazó a Estados Unidos ufanándose de tener sobre su escritorio un botón para lanzar sus misiles atómicos de largo alcance. Se sospecha que Kim puede instrumentalizar los Juegos Olímpicos de Invierno para enemistar a Seúl con Washington.
Corea del Norte sabe que la alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos no es fácil. Hwang Jaeho, profesor en la sede de Seúl de la Universidad Hankuk de Estudios Internacionales, confirma que existen tensiones entre estos socios. "Seúl siempre apoya a Washington a la hora de ejercer presión sobre Pyongyang, pero Corea del Sur está en contra de que Estados Unidos use violencia militar contra Corea del Norte”, comenta Hwang en entrevista con Deutsche Welle. Sin embargo, Corea del Sur no puede confrontar directamente a la Casa Blanca. Por otro lado, arguye el catedrático de Seúl, la oferta de negociación de Kim parece ser una movida táctica.
Leyendo entre líneas
A su juicio, a pesar de las apariencias, Corea del Norte no tiene interés en que sus fricciones con Estados Unidos se intensifiquen. "En primera línea, Corea del Norte quería dialogar con Estados Unidos, pero, de momento, Washington se rehúsa a hacerlo. De ahí que Corea del Norte reconsidere a Corea del Sur como interlocutor, aprovechando que el Ejecutivo de Seúl está dispuesto a dialogar”, esgrime Hwang. Robert Carlin cree que Kim sopesaba una negociación con Corea del Sur desde que el presidente Moon asumió la jefatura del Gobierno en ese país en la primavera de 2016: desde que Kim llegó al poder, él se ha cuidado de no insultar a Moon.
Según Carlin, eso y el cordial discurso de Año Nuevo de Kim son fuertes indicios de que Pyongyang está interesado en que se avance hacia relaciones bilaterales menos crispadas. A esas señales se suma el hecho de que ya sonó el teléfono que vuelve a conectar a las dos Coreas. La primera llamada duró veinte minutos, según declaraciones oficiales hechas en Seúl. Acerca del contenido de la conversación no se ha dicho nada.
Esther Felden / Miao Tian (ERC/ERS)