Las claves del éxito en la erradicación de la viruela
7 de mayo de 2020Fue uno de los mayores éxitos de la OMS: el 8 de mayo de 1980, la institución anunció la completa erradicación de la viruela, una enfermedad que, desde tiempos inmemoriales, mataba a millones de personas en todo el mundo. Solo en el siglo XX murieron 300 millones debido a esta enfermedad. La agresiva variante epidemiológica "variola mayor" significaba a menudo una sentencia de muerte, ya que hasta el 60 por ciento de los infectados fallecían. Pero también quienes padecían la más leve "variola menor" quedaban marcados de por vida. Muchos sufrían ceguera, sordera u otros impedimentos físicos, por no hablar de las horribles cicatrices que dejaban las supurantes pústulas que cubrían todo el cuerpo, incluyendo el rostro, durante la enfermedad. Las exitosas campañas masivas de vacunación de los países industrializados no tuvieron éxito al principio en zonas desfavorecidas de India y África. Una y otra vez aparecían focos epidémicos aislados con capacidad para propagarse por zonas más grandes.
Nueva estrategia de vacunación
A principios de 1967, la OMS cambió su estrategia y comenzó una nueva y más flexible campaña, adaptada a las particularidades locales, tal como recuerda el doctor Donald Henderson, responsable de la campaña. "Aquello demostró la habilidad y la creatividad de los asesores internacionales de 70 países, así como de los trabajadores del programa de salud, que consiguieron lograr aquello que se tenía por imposible". A pesar de las circunstancias adversas y con medios sencillos, la nueva campaña de vacunación triunfó. "En los años 60 y 70, grandes inundaciones, hambrunas, guerras civiles y cientos de miles de refugiados en distintos lugares de África y Asia afectaron el programa. Y entonces no teníamos celulares, ni correo electrónico, fax, Facebook o Twitter", recuerda Henderson, director del programa para la erradicación de la viruela de la ONU entre 1966 y 1977.
Algunos factores favorables
Hubo factores que facilitaron la ambiciosa campaña. Por ejemplo, que la enfermedad era fácilmente reconocible debido a las evidentes pústulas que aparecían por todo el cuerpo. Los brotes solían aparecer en áreas claramente delimitadas. La vacuna era resistente y soportaba sin problemas el transporte hasta zonas muy alejadas. Y la inmunidad que dejaba era de por vida. En cuanto una infección era reportada, los asistentes de vacunación acudían al lugar por encargo de la OMS y vacunaban a todos los contactos del enfermo.
Eso implicaba una logística ambiciosa, tal y como recuerda la antigua directora general de la OMS, Margaret Chan: "El papel líder de la OMS era importante, pero un logro de este calibre dependió en última instancia de las decenas de miles de trabajadores comprometidos, que atravesaron literalmente todo el planeta con autos todoterreno, burros, barcas de pescadores, a pie en la jungla y en áreas desérticas, para llegar hasta pueblos nómadas en remotas regiones montañosas hasta los habitantes de las zonas más pobres de Asia". Los equipos vacunaron no solo a los contactos inmediatos del enfermo, sino a todas aquellas personas que a su vez tuvieron contacto con ellos. Con este sistema se creaba alrededor de cada infectado un anillo de vacunación. De esta manera se administraron 2, 4 mil millones de dosis en todo el mundo, lo que costó unos 300 millones de dólares. El mastodóntico proyecto contó con la participación de 200.000 asistentes. El esfuerzo se ha visto recompensado: rápidamente, el nuevo método demostró ser altamente efectivo. Dede la última infección en Somalia en 1977, la viruela no ha vuelto a aparecer.
Miedo a un ataque biológico
Tras la erradicación de la viruela, se eliminó la obligación de vacunarse contra el virus por los efectos secundarios que producía. Oficialmente, el virus de la viruela existe en el laboratorio de investigación ruso VECTOR, en el sureste de Novosibirsk, y en el centro de investigación epidemiológica estadounidense CDC, en Atlanta. Pero es posible que otros países almacenen también muestras del virus. Tras los ataques terroristas de septiembre de 2001, se debatió sobre la posibilidad de un ataque biológico con el virus, ya que, con la eliminación de la obligación de vacunarse, muchas personas estarían hoy día desprotegidas. Por ese motivo, se desechó la idea de destruir los últimos restos del virus en Rusia y Estados Unidos. Porque sin ellos sería imposible probar la eficacia de las vacunas contra la viruela.
Numerosos países industrializados guardan dosis suficientes de la vacuna para sus poblaciones. Estados Unidos cuenta con 100 millones de dosis. También Alemania, Reino Unido, Israel y Sudáfrica. La ONU tiene una reserva de 64 millones de dosis, aunque en un caso grave, no sería suficiente para vacunar a toda la población de los países en desarrollo.
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