La vida en la Nicaragua de las protestas
16 de mayo de 2018En medio del bullicio del mercado central de Managua, algunos gritan "¡Que se vaya Ortega!”, mientras otros culpan a los estudiantes por la violencia con la misma efusividad: "¡Que ya dejen de joder esos chavalos, son vándalos!”
En los trece primeros días de protestas se reportaron daños al comercio por valor de 10 millones de dólares, sumados a 25,5 millones por daños a su inventario y otros 35,5 por pérdidas en el consumo, según datos Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua (CCSN).
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Pocos se atreven a poner en la balanza esos datos teniendo en cuenta los al menos 53 muertos en las movilizaciones. "Necesitamos que el diálogo salga adelante para que esta situación de una vez se componga, porque ya es demasiado, llevamos mucho tiempo sufriendo”, considera Yanina Marcis, estilista de la zona.
Cortes y barricadas
Los primeros enfrentamientos en Managua al inicio de las protestas el 18 de abril obligaron a los comerciantes a cerrar sus locales por precaución. Ahora que pueden abrir con normalidad, los cortes en 17 vías principales en el interior del país obstaculizan la llegada de insumos.
Tampoco los turistas se pueden mover. "Ha bajado mucho el turismo. Antes hacíamos cuatro transportes diarios y ahora solo uno. Hace poco llevé a un gringo a Granada y los manifestantes nos pararon en tres retenes. Les tuve que dar plata para que me dejasen pasar”, relata Marlon, un taxista que trabaja para uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. "Ese gringo iba asustado, después de eso ya no vuelve”, lamenta. Todavía no se han calculado los efectos negativos en el turismo y las inversiones, "pero ahora nos hemos dado cuenta de lo importante que era el turismo para el país”, asegura otro taxista.
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A los manifestantes se han sumado ahora los transportistas, que en los últimos días protestan por la subida del precio del combustible. En la rotonda del periodista del centro de Managua yace en el suelo uno de la decena de Árboles de la Vida derrumbados por los manifestantes. Esas gigantescas figuras de metal encargadas por Rosario Murillo, la esposa del presidente Daniel Ortega, a un coste de 50.000 dólares cada uno según cuenta la leyenda en la capital, algún día simbolizaron el esplendor de la pareja en el poder y que hoy son el blanco del descontento social.
Para evitar el derribo de otro ícono, hace un par de noches se instalaron barreras de concreto en la rotonda con el descomunal rostro de Hugo Chávez, ahora custodiada 24 horas por la policía antidisturbios. En esta neurálgica plaza para el sandinismo se han convocado esta semana manifestaciones diarias de seguidores de Ortega. Entre los centenares de presentes cada tarde algunos han denunciado coacciones del gobierno para asistir a las concentraciones por ser funcionarios.
Llamado al diálogo
"Queremos que no sigan destruyendo las calles que estaban muy bonitas. Queremos paz para seguir trabajando”, exclama Marta Padilla, una abogada del sector público, mientras hondea una bandera rojinegra del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de gobierno. "El diálogo va a ser lo que va a calmar los malos sentimientos y los conflictos en nuestro país, creo que sí va a ser fructífero, le tengo fe al gobierno”, apunta Marisela Martínez, funcionaria en el sector de la salud. Junto a varios compañeros canta algunas de los temas musicales estrenados a contrarreloj por el oficialismo para pedir la "paz y reconciliación”, bajo el hastag #DefendemosLaPaz, que se publicita en cada segmento de anuncios de todos los canales abiertos, controlados por el gobierno.
Una paz que desea toda la población nicaragüense, pero no a cualquier precio. El distanciamiento entre ambos bandos se acentúa. Los estudiantes y ahora también incluso los sectores más moderados de la oposición, se plantean el diálogo más bien como una negociación de la salida del poder de Daniel Ortega y Rosario Murillo. "Cuando hablamos de Justicia y democracia, en realidad estamos hablando de un solo punto, de que se vaya el régimen de Ortega”, resume la jurista Azalea Solís, una de las representantes de la sociedad civil en la mesa de diálogos. Para ella como para muchos expertos, Ortega sólo ha tratado de ganar tiempo este último mes con una doble cara: dar concesiones como derogar la reforma de las pensiones o permitir la observación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y a su vez intensificar la represión de las protestas.
Estudiantes atrincherados
Una estrategia y sobre todo un recrudecimiento de los ataques de las huestes sandinistas que han avivado la movilización estudiantil. Tanto en la Universidad Politécnica como en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) siguen atrincherados decenas de estudiantes. El recelo y el nerviosismo es máximo.
Los estudiantes mantienen el pulso al gobierno y le han quitado el control absoluto de las calles. "Aquí cada día dicen que va a haber diálogo, pero no se hace nada, no se cumple nada”, se queja uno de los estudiantes, quienes rechazan el diálogo porque el gobierno no ha cumplido todas las condiciones pactadas: cesar la represión, desmantelar a las fuerzas de choque o paramilitares y dejar de coaccionar a los funcionarios públicos.
Aitor Sáez (ER)
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