La vejez, un tabú
3 de enero de 2003
Según estadísticas de las Naciones Unidas, la población alemana decrece en 200.000 habitantes por año. Si se ejemplifica esto borrando ciudades del mapa alemán para el año 2050, 47 ciudades pequeñas desocupadas.
Posibles soluciones
La población alemana envejece y se reduce a ojos vista tan rápido que una masiva inmigración de adultos o una explosión demográfica, otro "babyboom", sólo frenaría en algo el proceso. A pesar de todos los pronósticos, los avisos y los análisis, el problema parece pasar desapercibido. Según un artículo del semanario alemán "Die Zeit", el profesor de Ciencias de la Población de la Universidad Humboldt de Berlín, Rainer Münz, opina que el problema será tomado en cuenta, realmente, cuando sus alumnos estén en sillas de ruedas y no haya nadie para empujarlos.
La edad, un tabú
Uno de los pocos tabúes que le quedan a la población alemana es la edad. Aquí no se pregunta por la edad, nadie habla de ella, viejos son siempre los demás. Todo jubilado se siente más joven de lo que es... Esto puede interpretarse como signo de vitalidad, o como indicador de una pérdida colectiva del sentido de la realidad.
Aquí hay algo que anda mal: los bancos no otorgan créditos a mayores de 68, científicos de renombre tienen que emigrar a los Estados Unidos si quieren seguir investigando después de los 65, a los desempleados a partir de los 58 no se los incluye en las estadísticas. Un estudio de la Fundación Bertelsmann, así el artículo de "Die Zeit", arroja que ningún otro país industrializado tiene tan pocos empleados mayores de 55 años como Alemania. Sólo uno de cada 3 hombres entre 60 y 64 tiene empleo, en los Estados Unidos uno de cada 2.
Discriminación a los mayores
En la mayoría de los países industrializados existen leyes que controlan esta discriminación. En la ciudad de Colonia existe una organización que se ocupa del tema, y que no encuentra apoyo ni de los sindicatos. Probablemente se deba a que de la pluma de los propios sindicatos han nacido varios de los modelos de pensiones. A esto se suma, por otro lado, un problema específico de la historia alemana: el término "Política Poblacional" evoca necesariamente en la memoria colectiva la demencia racial nazi.
Por ello, los argumentos demográficos no tienen cabida en los discursos de los políticos alemanes, mientras que los estadounidenses –el único país industrializado con crecimiento poblacional- hablan abiertamente de su tasa de fertilidad y alaban a los jóvenes de su nación como garantes de fuerza y la dinámica innovadoras.