Europa sobria
24 de octubre de 2006La Unión Europea (UE) está decidida a frenar el excesivo consumo de alcohol que, según los últimos estudios, afecta a los ciudadanos de los veinticinco Estados miembros y que resulta especialmente inquietante entre los jóvenes. Para ello, la Comisión Europea (CE) ha diseñado una estrategia para implicar tanto a los diferentes gobiernos como también a los productores.
Eso sí, el documento elaborado por la CE evita entrar en conflicto con los diversos actores y no impone medidas concretas, sino que prefiere pedir "buena voluntad" a los sectores implicados. Así, no habrá normas comunes en toda la UE sobre la publicidad de las bebidas alcohólicas. Por ejemplo, en el documento de la Comisión no hay referencia alguna a la posibilidad de inscribir advertencias contra los efectos del alcohol sobre la salud en las botellas, como ya se hace con el tabaco en las cajetillas.
La Comisión considera que en el alcohol, a diferencia del tabaco, existe un umbral de consumo moderado que no perjudica a la salud. La cuestión del etiquetado es especialmente sensible entre los productores y, según diversas fuentes, tampoco cuenta con el consenso en el seno de la CE.
Publicidad más responsable
Como contrapartida, Bruselas pide colaboración a los Estados miembros y a los productores para brindar una información adecuada al consumidor. En este sentido, la UE aboga por campañas de publicidad más responsables, que no apelen al consumo de alcohol por parte de los menores. También se requiere de la industria que aumente de forma sistemática los esfuerzos actuales para autorregular sus prácticas de publicidad y mercadotecnia.
La Comisión pide, pues, buena voluntad a los productores, pero también requiere el compromiso de los Estados miembros para combatir la lacra del alcoholismo. En ese sentido, el documento presentado por la Comisión defiende un índice máximo de alcoholemia en sangre de 0,5 mg/ml para los conductores, e incluso una tasa cero entre los más jovenes.
195.000 muertes cada año
Las cifras que maneja la CE son, en cualquier caso, alarmantes. Según el ejecutivo comunitario, el abuso del alcohol y los daños que de ello se derivan causan cada año cerca de 195.000 muertes en la UE. Buena parte de los fallecimientos -unos 44.000 cada año- se producen de forma accidental, de los cuales muchos llegan en forma de fatales siniestros en la carretera.
Por supuesto, todas estas cifras no sólo suponen una tragedia humana para las familias que lo padecen. Las consecuencias económicas son también brutales: solamente en la prevención y el tratamiento del alcoholismo, los Veinticinco deben destinar cada año la friolera de 17 billones de euros. Y es que, además de ser una droga adictiva, el alcohol es la causa de unas 60 enfermedades y dolencias diferentes. Si se trata de calcular el coste derivado de las vidas perdidas, las cifras se multiplican exponencialmente.
Además, hay que tener en cuenta que no todo el lastre económico atribuible al alcoholismo se sitúa en el ámbito de la atención sanitaria. También están, por ejemplo, los costes derivados de los delitos cometidos por la ingesta desmesurada de alcohol. Según los datos más recientes, relativos al año 2003, la factura de los delitos atribuibles al alcohol fue de 33 billones de euros para la UE.
23 millones de alcohólicos en la UE
Por otro lado, el alcoholismo genera un impacto negativo a nivel laboral. La pérdida de productividad debida al absentismo y desempleo atribuibles al alcohol se ha estimado en un mínimo de 15 billones de euros. Las cifras pueden parecer desorbitadas, pero no lo son tanto si tenemos en cuenta que unos 23 millones de europeos sufren algún tipo de dependencia del alcohol.
Especial preocupación despierta el abuso en el consumo de alcohol entre los jóvenes. Se calcula que la desmesura en la ingesta de alcohol provoca cerca del 10% de las muertes entre las mujeres de 15 a 29 años, mientras que en el caso de los hombres dentro de ese grupo de edad el porcentaje se eleva al 25%.
Preocupa especialmente la prevención del consumo de alcohol entre los adolescentes. Según los últimos estudios, la edad media de inicio se sitúa en los 12,5 años y la primera borrachera, en los 14 años. Entre los adolescentes de 15 y 16 años, el 13% asegura haberse emborrachado más de 20 veces en su vida.
Y si se analiza el consumo de alcohol en función del sexo, son los hombres los que cuentan con mayores probabilidades que las mujeres de beber y, además, de hacerlo en mayor cantidad.