La ruta del vino: la Alemania romántica
21 de marzo de 2005Cada año, el último domingo de agosto, la ruta del vino está reservada para los peatones, ni autos ni motos pueden pasar por allí, nada que haga ruido. En esa fecha, uno puede gozar perfectamente del ambiente relajante del Palatinado. No obstante, la región se ofrece siempre para un paseo de unos días o unas vacaciones largas.
La ruta del vino está ubicada al suroeste de Alemania, a 100 kilómetros al sur de Fráncfort. Empieza en el pueblo de Schweigen, casi en la frontera con Francia, donde se entra por el majestuoso portal del vino, que mide unos 18 metros de altura y fue construido en 1936.
El punto final de la ruta del vino es Bockenheim, donde últimamente se construyó la Casa del Vino, al estilo de una ciudadela romana. Entre esos dos lugares, el visitante encuentra una ruta de 85 kilómetros llena de atracciones turísticas.
El mejor tiempo para visitar la zona es en octubre cuando los viticultores cosechan las uvas con toda la familia y trabajadores temporeros. Durante la vendimia las viñas se convierten en un océano de colores: los matices de las hojas van del verde, amarillo, anaranjado y rojo hasta un tono casi negro.
El paisaje invita, también en primavera y verano, a hacer largas caminatas y a descansar, e ir a una bodega para probar las especialidades de la casa, por ejemplo, la tarta de cebolla o el pastel de castañas.
Estos platos pueden ser acompañados perfectamente con un fresco vino blanco, como el famoso Riesling o el intenso Gewürztraminer, o con una copa de Federweißer, un tipo de vino muy joven que tiene un tono blanquecino y turbio. Por eso se llama "blanco como pluma". Su grado de alcohol aumenta cada día y con eso oscurece y se pone más dulce.
La gente de la zona es muy hospitalaria, y la mayoría de las familias ofrece en su casa alojamiento. Si uno camina por un pueblo vitivinícola puede ocurrir que un viñador salga a la calle e invite al visitante a entrar a su patio a probar un copita.
Se empieza a charlar sobre la vendimia y las calidades de la cosecha, mientras se vacía la botella, y, lo que comenzó con una copa para probar, se puede convertir en una amistad para toda la vida.
Pero la zona también ofrece atracciones más allá del vino: el Bosque del Palatinado, en el cual se esconden ruinas de castillos que recuerdan a los cuentos de hadas, reyes, princesas y caballeros. Muchos de esos castillos están en el valle de Elmstein, a donde lleva el Tren del Cucú, un tren histórico con locomotora a vapor.
Si el turista quiere visitar tiendas, museos, o salir una noche al teatro también lo puede hacer. En la región sureña de la ruta del vino está ubicada la ciudad de Neustadt, y tampoco queda muy lejos la romántica ciudad de Heidelberg.
Para regresar a la naturaleza se puede alquilar una bicicleta y pasear por las orillas del Rin, por ejemplo, en primavera, cuando todo está en flor: los almendros, los durazneros, las higueras y los limoneros.
Esa flora no es muy típica de Alemania pero sí del Palatinado, que tiene un clima especial. El sol brilla casi 1800 horas al año. Por su clima mediterráneo, la región también es llamada la "Toscana alemana".