Igualdad de género en la Amazonía: una revolución silenciosa
5 de diciembre de 2019En Santa Clara de Uchunya las mujeres no tienen teléfonos móviles. La tecnología, que en la ciudad es una suerte de mínimo común denominador, encarna en este rincón de la Amazonía peruana un llamativo síntoma de un mal capaz de unir, aunque sea en desigualdad, lo que la selva separa.
Dos matices, sin embargo, son importantes. El primero es que, en realidad, las mujeres uchunya sí tienen estos aparatos, solo que son de sus maridos.
—¿Tienes teléfono? —pregunto.
—Sí, espera —responde con marcado acento shipibo Ersilia Linares, la mujer del jefe de la comunidad—. Te apunto el de Efer.
Pero no lleva el aparato con ella. El líder del grupo indígena, Efer Silvano, ha salido con otros hombres y no volverá hasta la tarde. Hasta entonces, Ersilia Linares estará incomunicada, al menos en cuanto a esta posibilidad telefónica y digital se refiere.
El segundo matiz es que las adolescentes de esta población sí tienen teléfono móvil. En la mayor parte de la población no hay señal, pero las jóvenes pasan horas en los pocos puntos en los que la señal les permite conectarse a WhatsApp, Facebook u otras redes sociales. A diferencias de sus mayores, ellas no tienen que esperar a que el hombre no esté utilizando el dispositivo.
Esta sutil y a la vez revolucionaria diferencia generacional no es, sin embargo, exclusiva de la realidad tecnológica de esta comunidad shipibo que habita a orillas del río Aguaytía, afluente del Ucayali.
En cuanto a su futuro, entrevistadas por DW, varias niñas uchunya compartieron su sueño de ser médicas o agentes de policía. En el colegio, niños y niñas estudian las mismas materias y juegan juntos al fútbol en el recreo.
La selva aún es un mundo de hombres
Que la selva sigue siendo un mundo de hombres es, no obstante, una realidad contundente. Si por las mañanas se juegan partidos mixtos, cuando cae la tarde y los hombres vuelven del trabajo, son ellos quienes hacen suya la gran cancha de fútbol que ocupa el centro geográfico de la aldea. Ellas, mientras tanto, juegan al vóleibol, deporte al que, sin embargo, sí se unen algunos de comuneros.
La mayoría de los hombres de esta comunidad indígena se dedican a la caza, la pesca y el cultivo de sus tierras. Ellas, mientras tanto, invierten sus días en la economía doméstica y el cuidado de los hijos.
Amazonía Uchunya: un especial multimedia de DW
¿Podría una mujer uchunya hacer de la selva su habitación propia? "Nosotras aquí laboramos en la cocina, en la chacra, nos dedicamos a nuestra artesanía… en eso trabajamos nosotras”, dice a DW la uchunya Judit Zangano, sentada en el porche de una de las viviendas. Amalia, de 70 años, lava la ropa en unas palanganas mientras su pareja construye la cocina, a unos metros de distancia. "Algunas mujeres hacen otras cosas”, defiende.
Luisa Mori González es la única lideresa indígena de la comunidad. Esta especie de título requiere de una capacitación organizada a través de redes externas que suelen gestionar las organizaciones indígenas regionales. Ella fue primero presidenta del Club de Madres antes de convertirse en lideresa.
"En el hogar tenemos que ayudarnos, tenemos que trabajar todos”, subraya González. "Cuando trabajamos todos, sí se avanza, se hace una cosa rapidito”. Uno de los principales desafíos para el empoderamiento de mujeres de lugares como este, cuenta, es darles a conocer cuáles son sus derechos, porque, de lo contrario, dudosamente exigirán que sean respetados.
"¡Sí se puede!"
La lideresa habla también de un tema del que nadie más parece querer hablar: la violencia contra las mujeres. "A veces hay varones que tienen todavía ese machismo y, cuando se dan a los licores, hay maltrato contra las mujeres”.
"No queremos que las mujeres seamos maltratadas”, dice González poniendo la mano derecha sobre su corazón.
La política es otro ámbito que sigue conjugándose en masculino. De los tres principales cargos en torno a los que se organiza la autoridad local (jefe, teniente gobernador y agente municipal), ninguno está vetado al género femenino, explica el actual jefe de los uchunya, Efer Silvano. En teoría. En la práctica, siguen apartadas de estos puestos de responsabilidad. Algo que Silvano lamenta, aunque no propone recetas concretas para erradicar esta lacra patriarcal.
"En otras comunidades ya hay mujeres jefas o agentes municipales, pero para eso nosotros aquí todavía tenemos que organizarnos y saber bien cómo llevar esa carga”, ilustra la activista González. En efecto, el liderazgo femenino indígena cada vez es más visible. "No voy a decir que no se puede. ¡Sí se puede!”, exclama.
Una revolución silenciosa
El cambio se produce a paso lento, pero empieza a dar sus frutos estación tras estación. A gran escala, la lucha de las mujeres indígenas aspira a convertirse en una revolución silenciosa en toda la Amazonía.
Lelis Rivera, director ejecutivo del Centro para el Desarrollo Indígena Amazónico, con base en Lima, subraya que en la última década se ha multiplicado el número de mujeres en los puestos de liderazgo indígena. No obstante, insiste en el problema de los roles de género en la tradición.
"Debido a la bien arraigada cultura originaria, el tema de la igualdad de género no se discute, pues los roles están bien cimentados en su cultura y no han sido cuestionados", explica Rivera a DW.
Pero hay mujeres, sin embargo, que tienen bien claro que son ellas mismas quienes deciden dejar a un lado la tradición que las relega a determinados espacios y actividades.
"Yo hago lo mismo que mi marido: me voy a la chacra, me traigo mi yuca y mi plátano, me voy a cortar mi leña”, dice a DW la uchunya Pamela Espinosa, mientras ayuda a su hijo con los deberes, porque el profesor del colegio no ha venido hoy. "Pienso que mi esposo y yo, al menos, estamos ahí los dos, somos iguales. No soy yo la única que se queda en casa con los hijos”.
Justo cuando el equipo de DW se disponía a marcharse, llegó un coche con varias de las mujeres que iban a participar en el taller de capacitación para mujeres indígenas que tuvo lugar en Santa Clara de Uchunya ese fin de semana. El objetivo: empoderar a través del conocimiento.
"Yo sola no voy a poder sacar a todas las mujeres”, dice Luisa González, pieza clave en la organización del evento. La situación geográfica de aislamiento también es un obstáculo para la movilización colectiva. "Tenemos que salir”, proclama la lideresa. Si ellas no pueden hacerlo solas, otras vendrán en su ayuda.
Luis García Casas participó en la elaboración de este reportaje.
(cp)
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