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La renuncia de Draghi llega en un momento crítico

21 de julio de 2022

Los cambios de gobierno forman prácticamente parte del folclore italiano. Sin embargo, la renuncia de Mario Draghi afecta al país en medio de la peor crisis en las últimas décadas, opina Bernd Riegert.

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El primer ministro de Italia, Mario Draghi.
El primer ministro de Italia, Mario Draghi.Imagen: Mauro Scrobogna/AP Photo/picture alliance

En lo que respecta al tiempo que duró en su cargo, Mario Draghi no lo hizo peor que otros primeros ministros italianos antes de él. Con sus 18 meses al frente del gobierno, incluso supera el promedio de todos los 67 gobiernos italianos electos después de la Segunda Guerra Mundial.

El país está acostumbrado a las crisis de gobierno y los cambios permanentes. Vista desde afuera, Italia no parece ser muy estable, pero sí es entretenida a nivel político. En el interior, los electores disfrutan del espectáculo con una mezcla de fascinación y rechazo. Al igual que muchas renuncias pasadas, también esta contó con muchos elementos de la ópera seria: drama, envidia y celos. 

Hubo de todo un poco, menos una verdadera razón política. La renuncia tiene que ver con la neurosis del populista de izquierda Giuseppe Conte, quien, con tal de distinguirse, torpedeó la gran coalición de la "unidad nacional". Ahora, los populistas de derecha tienen la esperanza de que su candidata, la extremista de derecha Giorgia Meloni, gane las nuevas elecciones. Con su partido "Hermanos de Italia" actualmente lidera los sondeos.

No está seguro si logrará formar una coalición de derecha con el apoyo de los políticos Silvio Berlusconi (Fuerza Italia) y Matteo Salvini (Liga) y crear un gobierno más estable. Quizás los dos partidos socialdemócratas que participan en la carrera electoral logren formar una mayoría de izquierda.

El tecnócrata independiente Mario Draghi que, tras el colapso del gobierno populista de izquierda bajo el liderazgo del partido antisistema "Movimiento 5 Estrellas", tomó las riendas de un gobierno de unidad nacional, en realidad lo ha hecho todo bien.      

Sacó a Italia de la crisis del coronavirus y consiguió altas ayudas financieras y créditos de la Unión Europea (UE) para reconstruir al país endeudado. Asimismo, Italia cobró mayor relevancia dentro del bloque comunitario. En su calidad de antiguo presidente del Banco Central Europeo, Draghi sabía de economía, sin embargo, no pudo evitar el dramático aumento de la inflación.

Bernd Riegert reporta desde la oficina de DW en Bruselas.
Bernd Riegert reporta desde la oficina de DW en Bruselas. Imagen: DW

Una Italia fuerte sería mejor

El hecho de que el visiblemente exhausto Draghi tire la toalla es malo tanto para Italia como para la Unión Europea. De cara a la recesión que se perfila, la crisis energética y la terrible guerra de Rusia contra Ucrania, se necesita una Italia fuerte y con capacidad de maniobra. Una Italia que en los próximos meses se perderá en una lucha política interna con su complejo sistema de partidos divididos, solo debilita a la UE.

La suspensión de las reformas que Draghi logró impulsar tras décadas solo tendrá un impacto negativo en la economía y la sociedad italianas. Los mercados ya reaccionan con la caída de acciones, mayor presión sobre los bancos italianos y una subida de intereses para los empréstitos estatales. 

El próximo gobierno, sobre todo si es liderado por populistas de derecha prorrusos, tendrá dificultades para manejar a un país extremadamente endeudado por los tiempos difíciles que se avecinan. Y en caso de que Italia se vaya a la bancarrota, la unión monetaria del euro estará bajo presión, haciendo tambalear a la UE. En otras palabras, Italia es demasiado importante como para dejarla fracasar.  

Al comienzo de su mandato, Mario Draghi fue celebrado como la última oportunidad para sacar a flote a una Italia golpeada. ¿Se ha perdido esta oportunidad? La fecha regular para las próximas elecciones hubiese sido a principios del próximo año. A más tardar entonces el tecnócrata independiente hubiese tenido que dejar el poder. En el ruedo político, el drama solo fue adelantado por seis meses, pero se produce en medio de una crisis múltiple derivada de la inflación y las consecuencias de la guerra.

(vt/ers)