La píldora de la felicidad
30 de enero de 2006
Desde el principio de los tiempos, los seres humanos han soportado esta tumultuosa vida gracias a la ayuda de las drogas. En todas las civilizaciones han existido. Y en nuestro ordenado mundo, las hay de todas formas y para todos los gustos: el café, que nos despierta por las mañanas, la nicotina, que es una de las drogas que más dependencia crea, el alcohol, que recompone nuestro orgullo roto y tiene los índices de recaída más altos… Entre otras.
Pero las drogas del futuro son las que forjan superhombres sin más esfuerzo que el de engullir una píldora. Más felices, más inteligentes, más seguros, más sociables, más amados, más eficientes. El ser perfecto está en un bote de pastillas.
Feliz y sociable con Prozac
Las pastillas antidepresivas no son ninguna novedad. Se vienen utilizando desde hace años, y no sólo por personas con diagnóstico grave. Se trata simplemente de un empujoncito para superar esos días malos y esas jornadas tristes. Entre 1993 y 2002, el consumo de "Fluctin", la variante germana del extendido fármaco "Prozac", se ha duplicado en Alemania. En Estados Unidos, el 20% de la población consume Prozac habitualmente.
La felicidad y la tristeza dependen de la combinación de una serie de sustancias que se segregan en el cerebro. En principio, todo ser humano es básicamente optimista. Ese optimismo se mantiene gracias a un delicado equilibrio con los acontecimientos negativos que inevitablemente le toca vivir. Los antidepresivos alteran las reacciones químicas de nuestro cerebro, de manera que la balanza se inclina siempre hacia el optimismo y no deja lugar a la tristeza.
Pero Prozac no sólo logra la felicidad. Los antidepresivos influyen en la personalidad y aumentan la competencia social. El tímido se desinhibe, el reservado se vuelve comunicativo, el ignorado se convierte el rey de la fiesta. Según estudios estadounidenses, los pacientes que toman Prozac como "píldora de sociabilidad", sin ser depresivos, dicen sentirse más ellos mismos bajo la influencia del medicamento.
Dormir menos, rendir más
Un tercio de nuestra vida la pasamos durmiendo: demasiado para la sociedad del "no tiempo". Nos falta tiempo para realizar proyectos, para ver a los amigos, para ocuparnos de los niños, para leer, para cocinar. La industria farmacéutica nos permite robarle un par de horas al sueño, cosa que saben de sobra desde estudiante hasta el alto directivo, y así aumentar nuestro contingente de tiempo, que al final seguramente acabamos invirtiendo en trabajar.
Y si somos más inteligentes, el tiempo ahorrado nos rendirá el doble. En la Universidad de Münster, en el noroeste de Alemania, los neurólogos han probado con éxito una píldora que aumenta la memoria. Los análisis clínicos de los pacientes a los que se les suministró el medicamento han dado resultados positivos y los médicos aseguran que la píldora no tiene efectos secundarios y que en unos años estará disponible en el mercado.
Yo, ¿o la píldora?
¿Es real la felicidad que me otorga una pastilla? Las personas que recurren al alcohol o a otro tipo de drogas para sentirse mejor en los malos momentos acaban siendo absorbidas por la adicción. Pierden la capacidad de ser felices cuando les falta la droga. No es la superación personal de los conflictos la que les hace ver el lado bonito de la vida, sino una sustancia artificial administrada desde fuera. No son ellos los que son felices, es la píldora.
"Mi sistema nervioso me ha tocado en la lotería genética. No lo he elegido yo, sino que lo han construido mis padres. ¿Qué puedo hacer yo si soy demasiado sensible, demasiado vulnerable? Pues si tengo la posibilidad de mejorar mi boleto de lotería tomando unas pastillas para ser más sociable, éstas pueden convertirse para mí en una perspectiva de futuro", opina Markus Pawelzik, doctor de la Universidad de Münster.
Sin embargo, no todo el mundo tiene porqué ser más feliz siendo el centro de atención. Los sensibles y vulnerables también tienen su derecho a existir. Y por otra parte, ¿es la píldora o es el ser humano quien tiene éxito social? ¿Son verdaderos los amigos que sólo son tales cuando uno está drogado?
En cuanto a dormir menos, dice la médico Bettina Schöne-Seifert, podría desencadenar una peligrosa espiral de competencia, sobre todo, en el trabajo. Además, el sueño es reparador. Beneficia a los sistemas nervioso e inmunológico, al aparato locomotor, al metabolismo, a la circulación de la sangre, al corazón, a la piel, a los ojos…
Y la inteligencia por otro lado, no se reduce simplemente a la memoria. Además, se ve estimulada por el sueño.