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Leer, sumar y reciclar

16 de abril de 2013

El ecosistema de países como Namibia, con más de trescientos días de sol al año, se ve amenazado por un aumento de las sequías. Las ONGs enseñan a los niños namibios desde pequeños a combatir el cambio climático.

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Imagen: Joachim Huber / CC BY-SA 2.0

“El cambio climático se encuentra en un estadio tan avanzado en esta región que en nuestros estudios ya podemos trabajar con datos reales existentes”, afirma Duncan Mitchell, miembro del equipo interdisciplinario de la Universidad de Witwatersrand dedicado desde hace años a investigar los cambios sufridos en la fauna namibia. Junto a su equipo, el neurofisiólogo ha enfocado sus investigaciones en el efecto que tiene el aumento de las temperaturas producido por el calentamiento global en los animales que habitan en el desierto.

Según Mitchell, las ya escasas precipitaciones de Namibia se reducirán en un 40% más. “El clima en Namibia se convertirá en un verano sin fin con unas precipitaciones anuales de solo 60 milímetros. En comparación, la media anual en Alemania es de 830 milímetros.

“Para empezar, los animales tendrán que migrar a otras regiones”, sostiene Mitchell. “Para animales como el antílope oryx ello no supone ningún problema. En el pasado ya ha demostrado que sabe adaptarse muy bien y que puede recorrer muchos kilómetros en el desierto sin necesidad de beber.” Pero los grandes mamíferos como los elefantes, los rinocerontes y los hipopótamos no lo tienen tan fácil porque no se pueden adaptar tan rápido, por lo que probablemente se extinguirían.

Aprender del desierto

Pero en Namibia no se observa de brazos cruzados cómo está cambiando el clima. Cientos de ONGs intentan aportar su granito de arena a la protección del medio ambiente. El Ministerio namibio de Medio Ambiente y Turismo ha creado una organización juvenil de alcance nacional. Los miembros de la Namibian Youth Coalition on Climate Change (Coalición Namibia de Jóvenes contra el Cambio Climático) experimentan con nuevas variedades de plantas útiles en mini-huertos improvisados en sacos; ayudan a instalar paneles solares en los poblados o instruyen a otras personas sobre el riego por goteo. Las organizaciones extranjeras como la británica Resource Africa promueven el intercambio de conocimientos y experiencia en colaboración con programas nacionales. El cambio climático se documenta a nivel local pero los resultados obtenidos alcanzan a una amplia opinión pública gracias a su publicación.

Casi todos estos proyectos tienen algo en común: consideran que se puede lograr un cambio si se mejora la disponibilidad de información y la educación, sobre todo para los jóvenes. La Organización de Educación Medioambiental del Desierto del Namib (Namib Desert Environmental Education Trust, NaDEET, por sus siglas en inglés), trabaja desde el 2003 con niños en edad escolar en pleno desierto del Namib. Les enseñan lo necesaria que es la protección medioambiental para que luego ésta forme parte de su vida cotidiana. Para ello, NaDEET invita a clases enteras de colegiales a pasar una semana en el desierto. Entre las cosas que aprenden se destaca el problema más acuciante en Namibia: el ahorro de agua. Pero también cómo disminuir la producción de gases de efecto invernadero y de basura. A través de juegos y competiciones se intenta hacerles comprender la importancia de la naturaleza.

“Los niños deben entender el concepto de protección medioambiental. Y no solamente aprender que deben ahorrar agua, si no sobre todo por qué”, dice Viktoria Keding, directora de NaDEET. En su opinión, para poner en práctica un estilo de vida basado en la sostenibilidad, el propio país constituye a menudo la fuente de inspiración; “solo hay que sensibilizar a los niños sobre su entorno natural”, continúa Keding. Un ejemplo extraído del desierto es el escarabajo tok-tok. Gracias a que su caparazón es de un color negro intenso, se calienta rápidamente incluso en las frías mañanas del desierto. A los niños se les pregunta cómo se podría aprovechar ese mecanismo. A más tardar mientras preparan juntos la comida en unas grandes ollas negras se les ocurre la respuesta.

El campamento de la organización puede alojar hasta cuarenta niños. Se los divide en varios grupos y se les asigna una tarea especial para la semana: cocinar usando energía solar, cómo separar la basura y reducir su producción, utilización de baños ecológicos secos y fabricación de tejas a partir de papel y cartón. Además, deben controlar rigurosamente la cantidad de agua utilizada. El precioso elemento está racionado. Un indicador instalado en el bidón del agua muestra claramente a los niños cuánta agua les queda para el resto de su estancia. De este modo, se inicia una competición para ver quién tiene más agua al final de la semana.

Repentina riqueza hídrica en el norte de Namibia

Para los niños namibios, el agua se convierte en un preciado tesoro que es preciso conservar cuidadosamente. El mismo cuidado merece la gran reserva hídrica en el árido norte del país, región en la que habitan más de la mitad de los dos millones de namibios. A unos 200 metros de profundidad, los investigadores han encontrado la cuenca del Cuvelai-Etosha, la cual contiene la suficiente cantidad de agua potable como para abastecer a las personas y los animales de la región en los próximos cuatro siglos.

Hasta ahora la zona era abastecida casi exclusivamente por el agua proveniente de las montañas angoleñas. “Hasta ahora, el agua tiene que ser bombeada por encima de varias montañas, recorrer 150 km para terminar fluyendo en un canal abierto en Namibia. Las pérdidas durante el trayecto son enormes y, además, no se puede garantizar que el agua llegue limpia a la población”, dice Falk Lindenmaier, del Instituto alemán de Geociencias y Recursos Naturales (Bundesanstalt für Geologie und Rohstoffe, BGR, por sus siglas en alemán), institución encargada de supervisar las perforaciones de prueba. El Gobierno teme que se realicen perforaciones ilegales que pudieran contaminar el valioso hallazgo.

En uno de los países más secos de la región, la repentina riqueza acuífera despierta la codicia: agua para los poblados, agua para el ganado, agua para la agricultura y también agua para las empresas extranjeras que extraen uranio, oro y otros minerales del suelo namibio. “Lo que necesitamos en un buen plan de abastecimiento de agua anterior incluso a la construcción del primer pozo”, afirma Lindenmaier. Antes de repartir el preciado elemento se debe reflexionar sobre el uso sostenible del agua y la renovación de la infraestructura existente. El Gobierno namibio ha prohibido ya la compra de suelo en la zona.

La mejora en el abastecimiento podría suponer un cambio para todo el país si las personas aprenden a utilizar el agua responsablemente. Namibia es un país rico en minerales pero se ve obligado a importar casi todos los alimentos. Viktoria Keding considera que el país se encuentra ante una gran oportunidad. “Si contáramos con suficiente agua podríamos producirlo todo nosotros mismos. Imagínense cuánta energía se ahorraría si no hubiera que transportar los alimentos por miles de kilómetros”, afirma. De este modo, se le podría ganar una pequeña batalla al cambio climático.

Autora: Wiebke Feuersenger / CS
Editoa :Emilia Rojas Sasse