Sudáfrica: los judíos del país están preocupados
2 de diciembre de 2023En Long Avenue, en Johannesburgo, un restaurante kosher está junto a un supermercado kosher, al frente hay una hamburguesería kosher y la sinagoga más cercana está a pocos cientos de metros de allí. Es Glenhazel, un suburbio de la capital comercial sudafricana, epicentro de una activa comunidad judía.
Karen Milner, jefa de la Junta de Diputados Judíos de Sudáfrica, confirma a DW que "los restaurantes kosher están llenos, igual que las tiendas kosher". Y agrega que "si vas a nuestras sinagogas, están repletas. Y si estás en Glenhazel un fin de semana, tendrás una veintena de actividades para escoger, es extraordinario considerando lo reducido de la comunidad judía".
Según estimaciones de esta asociación, la comunidad judía sudafricana está compuesta por entre 56.000 y 60.000 personas. En un país con una población de 60 millones, es evidente que se trata de una fracción pequeña. Sin embargo, es la mayor comunidad judía del continente y la duodécima más grande el mundo. La mayoría vive en Glenhazel y otros barrios de Johannesburgo. Grupos más pequeños tienen su hogar en Ciudad del Cabo, Durban y otras regiones del país.
Escape de Europa
La historia de la inmigración judía a Sudáfrica comenzó hace siglos, con judíos entre los pasajeros de los barcos de exploradores portugueses y neerlandeses, aunque realmente despegó bajo el dominio colonial británico.
A fines del siglo XIX, cada vez más judíos que huían de los pogromos en sus países de origen encontraron en Sudáfrica un nuevo hogar. Después de que los nazis tomaron el poder en Alemania, algunos judíos alemanes también lograron escapar hacia África. Durante la segunda guerra, la comunidad judía en Sudáfrica alcanzó las 120.000 personas, según algunas fuentes.
En 1948, el supremacista Partido Nacional instauró el apartheid en Sudáfrica, y los judíos fueron clasificados como "blancos", lo que les permitió beneficiarse del más alto nivel de derechos civiles. Pese a esta ventaja, un elevado número de ellos se opuso al apartheid, según Milner.
ANC mantiene vínculos con grupos palestinos
El Congreso Nacional Africano, que ha estado en el poder desde el colapso del régimen del apartheid en 1994, sigue comparando el trato que se da a los palestinos en la Cisjordania ocupada y en la Franja de Gaza con el apartheid. Al gobierno de Sudáfrica le tomó varios días condenar los ataques del grupo terrorista Hamás contra Israel, a pesar de que hubo sudafricanos entre los asesinados y secuestrados.
La ministra de Exteriores, Naledi Pandor, provocó fuertes críticas internacionales cuando admitió haber conversado telefónicamente con funcionarios de Hamás -al que Sudáfrica no considera un grupo terrorista, como Estados Unidos y la Unión Europea- poco después de los ataques del 7 de octubre, para -según ella- discutir sobre la entrega de ayuda humanitaria a los palestinos, y desmintió acusaciones de respaldo a los ataques perpetrados contra Israel.
Judíos en shock
Kathy Kaler, directora de la estación radial ChaiFM -que es, dice, la única radio judía de toda África-, afirma haber notado un cambio en la comunidad judía sudafricana desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás. "Las dos semanas posteriores al ataque, cambiamos toda nuestra programación porque nuestros auditores no quería ningún otro tema que no fuera Israel y lo que pasaba con Hamás", dice a DW.
También en Johannesburgo la comunidad está en shock. "Las primeras semanas tras el 7 de octubre, nadie salía a la calle", explica, por lo que cafés y restaurantes kosher permanecieron vacíos. "Quedamos impactados y ahora, poco a poco, tratamos de llevar una vida lo más normal posible".
La cautelosa actitud de muchos judíos sudafricanos está justificada. Hasta el 7 de octubre, los ataques antisemitas en Sudáfrica apenas eran unos pocos casos de grafitis en una pared o algún comentario en redes sociales, dice Karen Milner. Sin embargo, y según sus últimas cifras, desde comienzos de 2023 se han registrado 180 incidentes antisemitas, 110 de ellos desde el 7 de octubre. Cinco de estos casos fueron ataques directos. Las instituciones judías han incrementado las medidas de seguridad, como reacción a todo esto.
Milner teme que la postura del Gobierno frente al conflicto en Medio Oriente aliente nuevos ataques, pero sigue convencida de que los incidentes antisemitas son mucho menos probables en Sudáfrica que en Europa. "Los rabinos y las personas más religiosas siguen vistiéndose" con sus kipás, explica. "No creemos que la amenaza sea tan grande como para que la gente tenga que dejar de ser visiblemente judío en público", señala.
(dz/ju)