"La Navidad es una provocación"
22 de diciembre de 2022Anna-Nicole Heinrich es una representante de la Iglesia poco habitual. Desde hace un año y medio, la joven de 26 años es Presidenta del Sínodo de la Iglesia Evangélica de Alemania (EKD, por sus siglas en alemán). El Sínodo, con 128 miembros, es uno de los principales órganos decisorios de la Iglesia. Aprueba leyes eclesiásticas y da su opinión sobre cuestiones eclesiásticas y sociales.
En una entrevista concedida a la Deutsche Welle, Heinrich describe qué es para ella la Navidad y habla sobre lo que necesita la Iglesia para modernizarse.
DW: Sra. Heinrich, usted fue bautizada a los once años. Ahora, 15 años después, es Usted Presidenta del Sínodo, el parlamento de la Iglesia protestante. Esto la convierte en la laica protestante de más alto rango en Alemania. ¿Qué significa para Usted la Navidad?
Anna-Nicole Heinrich: Para mí, la Navidad es una saludable interrupción de la vida cotidiana para reorientarse. Todo el mundo detiene por un momento la vida habitual. Esto crea un tiempo libre para dedicarse a otras cosas y reflexionar. En vista del frenético ritmo que llevamos, esto puede parecer una provocación. Pero la historia que hay detrás, la que cuenta la Biblia, es al menos igual de provocativa. Se espera a un rey, a alguien de quien se dice que es superpoderoso. Y entonces llega alguien muy diferente: un bebé indefenso. Eso es una provocación. No una que te provoque agresividad, sino una que te da esperanza y que, de alguna manera, te despierta curiosidad. Hay una frase que a veces me repito a mí misma como un mantra: ¡No existe el cambio sin provocación!
Cuando se convirtió en Presidenta del Sínodo tenía 25 años. Su predecesora tenía 78. ¿Es Usted, con su edad y sus nuevos planteamientos, un modelo a seguir?
A finales de agosto, la Asamblea General del Consejo Mundial de Iglesias se reunió durante diez días en la ciudad de Karlsruhe. Había gente de más de 100 países. Entre bastidores, muchos jóvenes de todo el mundo se ocuparon de organizar el evento. Y muchos se me acercaban, me hablaban, querían hacerse un selfie conmigo. Les animó que aquí se diera responsabilidad a los jóvenes. Alguien tiene que dar el primer paso. Tiene un gran potencial de empoderamiento que existan ejemplos a seguir incluso en las instituciones eclesiásticas. Yo también lo siento: cuando estuve en Nueva York este año, conocí a la rabina Sharon Kleinbaum, que fundó allí una comunidad judía LGBTI y apoya a refugiados de la comunidad LGBTI en Estados Unidos. Ahora la sigo en Instagram y soy testigo de cómo de su convicción surge el cambio.
¿Necesita la Iglesia más modelos de este tipo?
En realidad ya los tenemos. Fíjese en los muchos que trabajan con niños y jóvenes, o en los servicios paramédicos. Simplemente tenemos que contarlo más. Está muy bien hacer trabajo honorífico, pero hay que hablar sobre ello y también sacarle partido para uno mismo, ya sea por el sentido que le da a la propia vida o por la red de contacto que crea.
La entrevista fue realizada por Christoph Strack
(ies/ers)