Pujanza y desigualdad
22 de noviembre de 2011“América Latina está pasando por una desaceleración económica, como todo el mundo. Con todo, sí es menos impactante que otras regiones, pues esperamos crecer un 4,4 por ciento este año y el próximo año 3,8 por ciento”, dice a DW Alicia Bárcena, directora ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Precisamente, cuando se habla de crecimiento, “la vista se va hacia Latinoamérica que ha venido teniendo consistentemente buenos indicadores económicos en términos de crecimiento, empleo y resistencia económica a la crisis que afecta a Europa y a otras partes del mundo”, afirma, en conversación con DW, Jolita Butkeviciene, encargada de América Latina en la Dirección General para Desarrollo y Cooperación de la Comisión Europea.
Crecimiento y bemoles
No obstante, “hablamos de un continente con sus problemas específicos, que a menudo se enfrenta a sus propios desafíos. Estamos hablando del continente más desigual. Los desafíos sociales son inmensos y las medidas tradicionales para superarlos ya no funcionan”, afirma Butkeviciene. Según datos de la CEPAL, el coeficiente Gini de distribución en el país más igualitario de América Latina, Uruguay, es igual al de Filipinas, el más desigual de la región Asia-Pacífico.
¿Otros desafíos? “Quizás uno de los mayores desafíos que tenemos en este momento es el déficit en cuenta corriente, que se traduce en menor espacio fiscal para contrarrestar la crisis como sí lo hicimos en 2009 y 2010. Sin embargo, en América Latina hemos logrado una cierta solidez macroeconómica y también un gran avance en materia social y una reducción de 12 puntos de la pobreza, algo que tenemos que proteger. Por otro lado, el otro gran desafío es el salto que debemos dar en materia de productividad para poder avanzar hacia mayor innovación y mayor absorción del progreso técnico”, responde Bárcena.
¿De qué América Latina hablamos?
Con todo, ¿es propio hablar así en general de América Latina? Sí y no. “Tenemos dos realidades por lo menos en América Latina: una que es Centroamérica y otra que es Sudamérica y México. Con todo, sí diría que hay patrones para toda la región, como son la prudencia macroeconómica y un mayor compromiso por el desarrollo y la política social”, afirma la directora de CEPAL.
Efectivamente, no existe para el continente americano una camiseta única: “no hay un one size fits all”, ejemplifica Butkeviciene, quien, como especialista en cooperación y desarrollo de la Comisión Europea, conoce a fondo un panorama que ha llevado a revisar los modelos europeos. Así, si bien los países de América Central seguirán formando parte de los programas más “tradicionales” de desarrollo –que se basan en la adjudicación de fondos para determinados proyectos-, en países como Argentina, Brasil, Chile, México o Colombia, el foco se ha puesto en la cooperación en materia de innovación.
¿Qué los diferencia?
“Centroamérica tiene poco espacio fiscal y sus países son importadores netos de alimentos y energía. Por lo tanto, la acción unida de estos países, su capacidad de actuar conjuntamente es lo que puede darles mayor fortaleza. Hay que subrayar que la región que más comercio intrarregional tiene es precisamente Centroamérica y esto le está dando una mayor fuerza a las pequeñas y a las medianas empresas. La región ha tenido además el problema de que se ha visto afectada por los desastres naturales”, explica Bárcena, añadiendo que para esa región urge detectar mayores motores de desarrollo. Por el contrario, prosigue, “América del Sur tiene mayores capacidades, pero corre el riesgo de una `primarización´ porque se está yendo por la extracción de los recursos naturales y es necesario que se piense en inversiones alternativas”.
¿Cuál es la inversión que hace la diferencia? La tecnología, coinciden ambas expertas. ¿Por qué? “Porque las capacidades de la región para absorber el progreso técnico es lo que puede llevarla a dar el gran salto; y la inversión en tecnología de la información es la mejor apuesta, porque es de bajo costo y tiene un gran rendimiento”, dice Bárcena.
Para Butkeviciene, con el desarrollo humano como objetivo, la tecnología es sólo un instrumento, pero uno crucial. “Los países que no opten por ello están cometiendo un error de cara al futuro; nos enfrentamos ya a que la tecnología es lo que forma el abismo y la inversión en ese rubro hace la diferencia: el ejemplo es Brasil. O Argentina, que ha optado por la investigación”. Y los ejemplos son muchos: en Bolivia o Colombia, la telemedicina ha llevado la salud a las áreas rurales; en El Salvador, proyectos de educación a distancia han comenzado a dar buenos resultados.
“¿Estamos explotando esos recursos? Probablemente, no lo suficiente”, plantea la experta de la Comisión Europea, subrayando que aún así muchos países están haciendo esfuerzos en ese sentido: México ha ganado el premio de la ONU en cuanto a e-governance; Colombia ocupa el tercer lugar en cuanto a los esfuerzos gubernamentales por llevar sus estructuras a la gente a través de los nuevos medios. “La tecnología es un buen arma de democratización, de llevar el Estado a la gente”, afirma la representante de la Comisión Europea que tiene algunos proyectos de este tipo en la región.
Ante esto, los datos de la CEPAL acerca del otro lado de realidad de la pujante América Latina son aún más impactantes: aun cuando el 60 por ciento del producto interno bruto del continente se produce en la pequeña y mediana empresa, el 70 por ciento de las microempresas en esos países no tiene en este momento acceso a Internet.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas