La música es la savia vital para el director Kurt Masur
29 de agosto de 2008Masur ha sido por décadas un destacado director. Profundamente concentrado, mantiene sin embargo permanentemente el contacto visual con sus músicos cuando está en el escenario y arranca los sonidos a su orquesta con gestos medidos pero enérgicos.
Intensidad, pasión y energía es lo que emana este hombre de 81 años cuando toma la batuta.
Nacido en 1927 en Silesia, que ahora forma parte de Polonia, Masur estudió música y dirección orquestal en Leipzig, aunque no se tituló. No obstante, ganó una amplia experiencia en los escenarios de la antigua República Democrática Alemana (RDA) dirigiendo orquestas y trabajando como instructor vocal en Halle, Erfurt, Schwerin y en la Komische Oper de Berlín del Este.
En 1967, a la edad de 46 años, asumió la dirección de la Orquesta Filarmónica de Dresde. Tres años más tarde retornó a Lepzig, iniciando la que sería la etapa más significativa de su carrera.
Portavoz de la democracia
En su calidad de director musical de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, se convirtió rápidamente en uno de los directores más aplaudidos de Alemania Oriental. Junto con sus músicos efectuó numerosas giras y dirigió más de 900 conciertos entre 1970 y 1997.
Cuando la Unión Soviética comenzó a tambalear a fines de la década del 80, Leipzig se transformó en un centro de las protestas políticas en la DRA. También Masur alzó su voz, sumándose a las famosas manifestaciones de los lunes.
“Nuestro problemas compartidos y nuestra responsabilidad nos han reunido hoy”, dijo el director en una de esas manifestaciones, en 1989, frente a la iglesia de San Nicolás, en Leipiz. “Nos afecta lo que ocurre en nuestra ciudad y pedimos una solución”, señaló el músico, y añadió, dirigiéndose al gobierno: “les urgimos a ser prudentes, de manera que sea posible un diálogo pacífico”.
Música para solitarios
En 1991, Masur abandonó su patria recién reunificada para asumir la conducción de la Filarmónica de Nueva York, cargo en el que sucedió a Zubin Mehta. Durante los 11 años siguientes desarrolló un programa con una estructura especial, que no sólo atrajo a los neoyorquinos, sino que tuvo éxito en todo el país.
El director dijo haber descubierto el secreto mientras daba un paseo por Big Apple. “Descubrí que Nueva York está actualmente llena de gente solitaria y decidí elaborar mis programas de manera tal que cualquiera que acudiera a un concierto se sintiera en casa”, explicó.
Entretanto Masur ha cambiado su lugar de residencia de las orillas del Hudson a las del Sena, tras haber pasado un período junto al Támesis, como director de la Orquesta Filarmónica de Londres entre el 2000 y el 2007. Ahora dirige la Orquesta Nacional de Francia. La idea de jubilarse aún no parece rondar su cabeza. “Espero poder ir reduciendo mi actividad poco a poco”, afirmó, concluyendo: “si la dejo mañana, de seguro estarían leyendo pronto mi obituario, porque la música es parte de mi vida”.