La intensidad del aplauso
13 de septiembre de 2002A primera vista, el presidente estadounidense puede darse por satisfecho con la reacción internacional a su discurso ante la ONU, en el que expuso punto a punto los atropellos de Irak a los dictados de la organización mundial. Al margen del propio acusado, no hubo críticas abiertas a su planteamiento, que incluyó una exhortación a tomar medidas para conjurar el peligro.
Divergencias en la UE
Pero el coro de aplausos no fue tan cerrado como podría parecer. Afinando un poco el oído, se perciben claramente los diversos matices, que van desde el caluroso respaldo de Tony Blair, hasta el escepticismo que sigue manteniendo Gerhard Schröder.
Tanto la OTAN como la Unión Europea destacaron positivamente la intención de Bush a cooperar con sus aliados en lo tocante a Irak. A juicio del primer ministro danés, Anders Fogh, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la EU, la disposición de enfrentar el problema en forma multilateral fue "la principal conclusión del discurso".
Coincidencia británica
Pero la Unión Europea, de momento, dista de tener una postura unánime en la materia. El primer ministro británico, fiel a la tradición de lealtad a Washington, no ha dejado lugar a dudas en cuanto a su plena coincidencia con Bush. Junto con subrayar que la ONU es el foro pertinente para tratar el caso iraquí, Blair puntualizó que la premisa para ello es que "el problema se enfrente y no se lo esquive".
Su ministro de Relaciones Exteriores, Jack Straw, aseguró sin embargo que el objetivo de la comunidad internacional es el desarme de Irak, y no el derrocamiento de Saddam Hussein. Y ello podría insinuar una tímida divergencia, porque el gobierno estadounidense no ha desechado la meta de derribar al régimen de Bagdad. Un representante gubernamental estadounidense declaró, sin ir más lejos, que la resolución que se pretende poner a debate en la ONU irá mucho más allá de exigir la reanudación de los controles de armas en Irak.
"Compatible" con París
Por su parte, el ministerio de Relaciones Exteriores francés calificó el discurso de Bush de "compatible" con los puntos de vista de París. No obstante, el jefe de la diplomacia gala, Dominique de Villepin, reiteró que sólo el Consejo de Seguridad de la ONU está facultado para decidir sobre el empleo de la fuerza contra Irak, aludiendo de paso a la "tentación" estadounidense de actuar por cuenta propia.
Preocupación alemana
En el mismo temor se refleja en las declaraciones del canciller alemán, Gerhard Schröder, quien manifestó que "en el curso de las negociaciones, no será fácil velar por garantizar que el Consejo de Seguridad conserve su prerrogativa exclusiva". Tampoco las preocupaciones del ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, se han disipado, según sus propias palabras. En su opinión, Bush no presentó nuevos antecedentes sobre la amenaza que plantea Bagdad, ni tampoco reveló un concepto integral sobre el futuro de Irak, que pudiera aplicarse tras una intervención. En consecuencia, sigue vigente la negativa de Berlín a la operación militar que cobra ribetes cada vez más realistas.