"La independencia no nos lleva a ninguna parte"
30 de octubre de 2017El sol está arriba, brillando. Es otro de esos días de otoño en Barcelona, quizás demasiado agradable para protestar. Pero los catalanes piensan lo contrario y salen por miles al mediodía a manifestarse. Según la Guardia Urbana, que supervisa la seguridad en la ciudad, unas 300 mil personas se reúnen para expresarse a favor de la unidad de España. Pero pocos toman en serio esa cifra. La Guardia Urbana es cercana a los Mossos, la policía catalana, y muchos creen que está infiltrada por los independentistas, o sea el bando contrario. "Sin duda hay más gente", dice una mujer.
Meritxell Gonzales y su madre Ángeles llegan a manifestarse con numerosos carteles. "Somos y seremos españoles", dice en uno. No es casualidad que esté escrito en catalán, porque ellas quieren hablar con todos, incluidos los separatistas. "Nacimos en España y aun cuando se declaró la independencia ilegal, seguimos siendo españoles", dicen.
Ellas mismas se presentan como unas catalanas que aman Barcelona y a toda Cataluña. "Con orgullo llevo mi nombre catalán", dice Meritxell. Hay una diferencia significativa entre patriotas y separatistas. "Claro que pueden amar Cataluña, pero debes tener presente algo: la independencia no nos lleva a ninguna parte. Debemos seguir unidos a España". La independencia solo conlleva penurias económicas, de eso está convencida.
Su madre, Ángeles, está de acuerdo. "Mi mayor temor es que Cataluña se independice y se vuelva pobre. Que no nos puedan pagar las jubilaciones o que suban los impuestos. Y de seguro no podemos esperar que la Unión Europea nos ayude".
Más catalana que otra cosa
Ángeles, de 75 años, no nació en Cataluña, pero ha vivido casi toda su vida en Barcelona. Dice que es más catalana que cualquier otra cosa. El nombre de su hija es una muestra de ello. Y le molesta en extremo cuando los separatistas la acusan de falta de patriotismo. "No queremos vivir en confrontación con quienes declararon la independencia. Lo que queremos en vivir juntos. Somos españoles. Y somos catalanes", afirma. Los separatistas no deberían tener tanto poder, estima ella. "Son solo una minoría", sostiene la jubilada.
El ruido de un motor la interrumpe. Es un helicóptero que sobrevuela la multitud, que rápidamente comienza a abuchear. ¿Por qué? "Porque la gente está en contra de los Mossos, que sobrevuelan para tener el control", dice un hombre, que casi disculpándose afirma que esa reacción es absurda. Al menos desde el día del referéndum, los Mossos son considerados cercanos al separatismo. Esa jornada cumplieron con la voluntad de quienes se concentraron frente a las escuelas para votar a favor de la independencia, antes que interviniera violentamente la Guardia Civil, la policía nacional española, ganándose el odio de muchos catalanes y españoles.
Pero no de quienes están en la manifestación. Poco más tarde sobrevuela el lugar un helicóptero de la Policía Nacional. Esta vez los manifestantes aplauden y gritan eufóricos y las banderas españolas empiezan a ondear.
Una de esas que flamea es la de Carmen Jordi. Al ser consultada por su cerrado respaldo a la policía española, mira desconfiada. "No se trata de apoyar solo a la policía española. Nosotros apoyamos a todos los policías", dice. "Tenemos amigos que trabajan en la Guardia Civil y en los Mossos. Hay que defenderlos de las críticas", apunta.
Política que aísla
En la última manifestación, Meritxell todavía cubría su rostro, porque no quería ser reconocida. "Los separatistas han provocado una enorme división en la sociedad. En el trabajo, los que no están a favor de la independencia son aislados. También dentro de las familias y los grupos de amigos se vive eso. En los grupos de Whatsapp no hablamos de política. Con algunas personas llegó tan lejos que, incluso, ya no nos hablamos más", sostiene.
Sin embargo, hoy sí muestra su rostro. "Ya no tengo miedo", revela.
Mariel Müller (DZC/JOV)