La huella del cigarro en nuestras células
6 de noviembre de 2016Empecemos hablando claro: más de seis millones de personas mueren cada año, principalmente de cáncer, a causa del tabaquismo. El tipo de cáncer puede ser de pulmón, de laringe o de faringe. Rudolf Kaaks, experto en epidemiología del cáncer en el Centro Alemán de Investigación del Cáncer de Heidelberg (DKFZ, por sus siglas en alemán), sostiene que “no todos los fumadores desarrollan cáncer y tampoco se puede decir que las personas que no fuman, no tendrán cáncer”; pero es un hecho que una persona que fume una cajetilla de cigarros diaria durante un año es cuarenta veces más propensa a desarrollar cáncer de pulmón que aquella que no fuma.
Se sabe que el órgano más afectado en la mayoría de los fumadores con cáncer es el pulmón. Este es el tejido que recibe las sustancias tóxicas del tabaco (más de siete mil agentes químicos, según un informe de la Cirujana General de los Estados Unidos– cuando inhalamos el humo del cigarro. Aún así, nuestras células pulmonares intentan reparar los daños causados por estos tóxicos. Por ejemplo, tratando de eliminar los depósitos de hidrocarburos aromáticos policíclicos, tales como el alquitrán, agente cancerígeno y mutagénico, que se encuentra en el humo del tabaco. Sin embargo, a pesar del gran esfuerzo de estas células, aún así sufren mutaciones en su ADN o, dicho de otro modo, se producen modificaciones patológicas en su material genético. Y cabe recalcar que no son tan solo unas cuantas.
Investigadores del Laboratorio Nacional en Los Alamos, Estados Unidos, y del Instituto Wellcome Trust Sanger en Hixon, Gran Bretaña, encontraron que el fumar una cajetilla de cigarros al día genera, en promedio, 150 mutaciones en cada una de las células de pulmón (alvéolos).
Evidente huella maligna en el genoma
Sumado a esto, llama mucho la atención que el ADN tomado de muestras de tumores de fumadores muestran un patrón muy específico de mutaciones. Especialmente, cinco de estas huellas moleculares están ligadas evidentemente con el tabaquismo. Estos resultados son muy significativos, asegura Ludmil Alexandrow del Laboratorio Nacional de Los Alamos: “Hasta el momento tenemos un sinnúmero de pistas de factores epidemiológicos sobre la relación entre el acto de fumar y el cáncer. Por fin podemos probar y cuantificar las modificaciones moleculares que sufre el ADN causadas por el cigarro.
El estudio refuerza y confirma lo que los científicos ya conocían desde hace mucho tiempo. Este es un éxito claro para la ciencia, pero ¿qué importancia tiene para los pacientes? Entre otras cosas: los médicos podrán afirmar en un futuro, inequívocamente, si el cáncer de pulmón se origina por fumar o si se deriva de otras causas. Esto, por otra parte, podría motivar a las aseguradoras médicas a considerar, en caso de un diagnóstico definitivo, si el tabaquismo es el causante del cáncer de pulmón y si tendría consecuencias serias para los pacientes.
Pero los datos obtenidos por los científicos, que indican que el cáncer y el cigarro están relacionados, podría ser muy alentador para poder acabar finalmente con el tabaquismo. Desde luego, vale la pena. Ya se conoce que al cabo de unos años, el riesgo de sufrir la mayoría de este tipo de cánceres, se reduce significativamente. Esto lo confirman los estudios de científicos del DKFZ, quienes demuestran que después de diez años sin la exposición al humo del tabaco, los riesgos de desarrollar cáncer de pulmón se reducen a la mitad. Pero para poder alcanzar el nivel de un no fumador, se puede tardar de veinte a treinta años.
Autora: Judith Hartl (KM/ERC)