La guerra y la paz, según Trump
23 de junio de 2019Después del derribo de un avión no tripulado estadounidense en la noche del jueves (20.06.2019), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tuiteó siniestramente que Irán había cometido un "error muy grave".
No necesitaba decir nada más: los barómetros políticos de Medio Oriente comenzaron a sonar tan fuerte como la curva del precio del petróleo. Pero nadie parecía dispuesto a hablar de un mayor peligro de guerra entre Estados Unidos e Irán. Especialmente porque ambas partes seguían discutiendo principalmente si el avión de reconocimiento no tripulado había estado en el espacio aéreo iraní o no.
Trump había sido serio, aunque sus acciones trajeron más enigmas que ideas: solo unas horas después del lanzamiento del avión no tripulado, el presidente de EE. UU. comenzó los preparativos para un ataque a Irán: un avión estadounidense debería bombardear radares y posiciones de cohetes iraníes el viernes, supuestamente para mantener bajo el número de víctimas civiles en la festividad musulmana.
Amenazar y pedir mediación
Al mismo tiempo, Trump pidió a Omán que interviniera. Así, el sultanato envió a Irán una advertencia estadounidense de que un ataque era inminente y la afirmación de Trump de que no estaba interesado en una batalla armada, sino mucho más en las negociaciones con los líderes iraníes.
Un acuerdo iraní impediría el ataque aéreo planeado, implicaba el mensaje de Washington, pero en Teherán mantuvieron sus nervios y jugaron a ganar tiempo: el "Líder Supremo", Alí Jamenei, ya había rechazado las negociaciones con Washington, pero le enviarían el mensaje.
Trump se había metido en una situación difícil: la Fuerza Aérea de EE. UU. ya estaba en el aire en la región del Golfo Pérsico y la Marina en alarma en el Océano Índico. Además, la amenaza de un ataque estadounidense estaba en clara contradicción con la afirmación de Trump de que quería "negociar".
Por su propia voluntad, el presidente probablemente no habría encontrado una salida, pero debe haber sentido que sus "asesores" habituales, como John Bolton y Mike Pompeo, no le servirían de mucho. Así que debe haber confiado más bien en los militares anónimos, que deben haberle recomendado, en la crisis actual, alejarse de su enfoque habitual: un conflicto militar no se gana con decretos unilaterales, se requiere más bien de un amplio consenso político.
Trump debe haberlo sentido: no puede contar ya con una aprobación cerrada, o ni siquiera mayoritaria, entre sus propias filas. Esto debería preocuparlo, aún más cuando apenas acaba de anunciar oficialmente esta semana su candidatura a la reelección.
Una confrontación militar con Irán sería lo opuesto de lo que Trump prometió antes de su primera elección: el hoy presidente estadounidense habló de llevar a las tropas estadounidenses del Oriente Medio a casa. Pero, ahora, por el contrario, las refuerza en esa región en crisis y, tal vez, los envíe a una guerra con consecuencias impredecibles para todos.
¿Dónde está el "plan del siglo"?
Incluso si esa agua no llega al río, queda muy poco de lo que Trump había anunciado audazmente para la región: por ejemplo, su "Plan del Siglo" para una paz entre Israel y los palestinos. Todavía no se ha publicado, y puede que nunca se haga.
Pero se sabe suficiente como para desconcertar a los involucrados: el apoyo incondicional de Trump para Israel, hasta ahora, especialmente el alejamiento de la solución de dos Estados, aleja a los palestinos de cualquier iniciativa de Estados Unidos.
Los palestinos ni siquiera asistirán a una conferencia planeada en Bahréin el próximo martes. Pero tampoco Israel estará oficialmente representado allí. Y otros Estados de la región, si es que asisten, no estarán representados al más alto nivel. Esta no es una conferencia de paz. Pero tampoco promete la más mínima normalización. Y, mucho menos, un plan del siglo.
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