La fuga de cerebros no es siempre algo negativo
20 de septiembre de 2022Solo hay un centro de tratamiento del cáncer en toda Zambia, un país de casi 20 millones de habitantes. Así que para muchos en ese país un diagnóstico de cáncer también significa acumular gastos en viajes de ida y vuelta al Hospital de Enfermedades Oncológicas de la capital, Lusaka. Allí es donde Dorothy Lombe trabajó como oncóloga hasta el verano de 2021, cuando dejó su trabajo para obtener un puesto en Nueva Zelanda.
"No estoy segura de que mi conjunto de habilidades particulares se hubiera utilizado de todos modos", cuenta en una videollamada, "y ese fue uno de mis mayores impulsos para desplazarme".
"En realidad no fue para alejarme, sino más bien para hacer lo que me gusta, que es la oncología radioterápica", añade.
La preocupación por la fuga de cerebros tiene "sabor neocolonial"
Su decisión supuso la pérdida de un trabajador sanitario muy necesario. Pero los trabajadores cualificados no deben ser obligados a quedarse, sostiene el economista e investigador de la pobreza Johannes Haushofer.
"Querer que alguien se quede donde está, aunque quiera emigrar, es bastante paternalista", dice. "Esta preocupación por la fuga de cerebros tiene un sabor neocolonial. Querer mantener a las personas atrapadas en los lugares donde están, quieran o no irse".
Haushofer es el fundador de Malengo, una organización benéfica que facilita la migración educativa internacional de Uganda a Alemania. La organización financia el primer año de estudios en universidades alemanas a estudiantes ugandeses de alto rendimiento y bajos ingresos, que se comprometen a devolver ese dinero mediante un programa de reparto de ingresos al graduarse. Aunque la iniciativa pretende fomentar la educación de los estudiantes, no espera ni les anima a regresar a su país de origen.
La emigración crea oportunidades más allá de las remesas
"La migración no solo puede ser buena para la persona que emigra, sino también para las personas que se quedan", afirma Haushofer.
Las remesassuelen ser el beneficio directo para las familias y los países de los emigrantes. Los estudiantes ugandeses patrocinados por Malengo envían una media de 165 dólares al mes a sus familias, y esa cantidad podría aumentar con sus ingresos.
Según el economista Haushofer, la migración de trabajadores cualificados también puede fomentar la inversión en capital humano. Demuestra a los demás que estudiar puede valer la pena y ofrece una vía de desarrollo profesional.
¿Retorno de los "cerebros"?
Trabajar en otro país no impide necesariamente que los emigrantes contribuyan a la economía de sus países más allá de las remesas.
"Definitivamente, sigo participando en el sistema sanitario de Zambia en la medida de lo posible", cuenta Dorothy, "estoy muy contenta de orientar a los jóvenes zambianos que se interesan por la investigación".
Y ya lo ha hecho en el pasado. Durante una beca médica en Canadá, ayudó a organizar un viaje para que sus compañeros de Zambia conocieran la oncología radioterápica allí. Y Dorothy sigue queriendo volver a Zambia algún día.
Esto no es una sorpresa para Haushofer. "Muchos de los que emigran lo hacen con vistas a volver", dice el economista. "Y la formación que reciben en el extranjero suele ser de alta calidad y beneficia al país de origen", añade.
Así que, aunque la marcha de un experto puede perfectamente crear un vacío, especialmente en el sector sanitario, hay muchos otros beneficios evidentes para los países de origen de los profesionales que se trasladan al extranjero. Y la transformación digital también está ayudando a aumentar su potencial para desempeñar un papel en esas economías. El trabajo a distancia también está creando cada vez más oportunidades para que los emigrantes contribuyan a su país de origen. Y también permite a alguien como Dorothy ser mentora de profesionales de la salud en Zambia.
(gg/ers)