La era post Castro
31 de agosto de 2011Publicidad
“Esta semana, Castro volvió a recaer”, escribe en su blog runrunes.es el periodista venezolano Nelson Bocaranda. “Fidel está en la UCI de su casa bajo estricto tratamiento y con la permanente vigilia de su familia más próxima”, añade, y a esta entrada con fecha del pasado lunes (29.08.2011) se le atribuye ser la fuente del rumor de que el ex gobernante cubano podría encontrarse en coma, o incluso muerto.
“No hay ningún motivo para creer que eso sea cierto”, advierte Bernt Hoffmann, politólogo del Instituto Alemán de Estudios Globales de Hamburgo (GIGA), “pero, por otro lado, es evidente que Castro está muy enfermo y algo así puede suceder en cualquier momento”. La noticia no ha sido confirmada y, como indica el mismo Bocaranda: “Fidel ha estado a punto de morir varias veces, pero no tantas como han circulado en estos cincuenta años de su poder antillano”.
Lo vago de la información no quita que ésta se comente en la Red, y que de nuevo se intente vislumbrar el futuro que le espera a la isla si llegara a desaparecer su mítico líder.
Mirando a China y a Vietnam
“Si Fidel muriera ahora, no se producirían grandes cambios. Su despedida se inició hace tiempo. Ha sido una despedida por etapas, muy gradual, y está concluida. Tanto la gente como los cuadros del sistema se han acostumbrado, saben que no viven en la época de Fidel, que ésta pertenece al pasado. La era post Castro empezó hace cinco años”, afirma Hoffmann.
El fallecimiento del “máximo líder”, de la cara destacada entre “los barbudos”, sería un golpe emocional para Cuba, indica el experto alemán, pero no uno político. El traspaso de poder ya ha tenido Lugar. Fidel Castro ya no se inmiscuye en los asuntos gubernamentales, sostiene Hoffmann, y Raúl Castro dirige la mirada hacia China y Vietnam: una nueva generación de personajes anónimos está preparada para dejar atrás un régimen personificado y abrirle la puerta a otro sin figura central, en el que la voz cantante la lleve el Partido y sobre el dogma reine el pragmatismo, como paulatinamente fue sucediendo en la China tras Mao.
Pero parte importante del boom chino de hoy se basa en unos trabajadores que solventan larguísimas jornadas laborales por salarios que en muchos casos no les permiten siquiera costearse la asistencia sanitaria. ¿Sería posible algo similar en Cuba, tan orgullosa de sus logros sociales?
“El sistema de salud cubano hace tiempo que dejó de ser el que era: la atención médica básica está garantizada, pero si uno necesita unas gafas, las compra en el mercado negro; por cauces oficiales son prácticamente imposibles de conseguir. Y lo mismo sucede con la educación. El ámbito social ha vivido una erosión importante y Raúl Castro no lo niega, eso forma parte de las reformas. El hecho de que una de las profesiones legalizadas sea la de maestro de apoyo lo demuestra. Ahora, los niños cubanos reciben en la escuela una formación relativamente mala y los padres que pueden pagan por que les den clase después del colegio”, contesta Hoffmann.
Las medidas económicas adoptadas en los últimos años a fin de tornar “sustentable” el socialismo -entre ellas la controvertida decisión de despedir a más de un millón de empleados públicos- representan una significativa ruptura con principios del modelo cubano en otros tiempos inamovibles, recuerda el politólogo del GIGA. Y, aún así: “copiar el modelo chino o vietnamita no será fácil. Pensar que una dinámica económica como ésa puede reproducirse sin más es muy optimista, lo que no quita que, mientras pueda, La Habana vaya a intentar ir en esa dirección”.
¿De la muerte de Fidel a la democracia?
“El núcleo del sistema”, continúa describiendo Hoffmann, “se planea que esté compuesto por cierta integración social y lo que va a intentar mantenerse como disertación central: la legitimación basada en el temor a la venta de la nación a Estados Unidos, el ‘o con el socialismo o con los yanquis’. La presentación de estos dos polos como los únicos posibles lapida las opciones de cualquier otro modelo”.
Sin embargo, también el que ejemplos de organización política alternativa se presenten a pocos kilómetros de distancia diferencia a Cuba de China y Vietnam. Eso hará de la elite del país caribeño, opina el experto, una mucho más cautelosa con los cambios, “va a practicar, por decirlo de algún modo, el ‘un paso adelante y otro atrás’”. Y en consecuencia serán mayores los conflictos: “la tensión social crecerá, eso ya lo estamos viviendo. El régimen puede responder a ella con más represión, pero también con más apertura”, analiza Hoffmann.
La tensión que ya se vive también la ha registrado Joel García, uno de los exiliados cubanos que hace unos meses llamó, vía Internet, al levantamiento contra el régimen. Él adjudica las recientes manifestaciones en la isla a “la desaparición de Fidel Castro desde hace cosa de mes y medio, y es posible que los rumores de su muerte, que a nosotros nos llegan ahora, estén circulando por Cuba desde hace tiempo”.
Como muchos otros fuera de la isla, García confía en que el fin del dictador sea la chispa que encienda la tan esperada reacción ciudadana. “Fidel Castro es el centro de todo en Cuba. En carisma, Raúl Castro no le llega ni a la suela del zapato, pero tampoco en el miedo que impone. Fidel es una persona que ha infundido mucho miedo a la sociedad cubana. Si el cubano es capaz de quitarse ese miedo con la muerte de Fidel, yo creo que es posible que se produzca un estallido social que lleve a la democratización del país”, dice el cubano residente en España.
“Desde 1989 se especula con la posibilidad de que Cuba sea la próxima pieza de dominó en caer”, recuerda Hoffmann, “estas esperanzas se han visto siempre frustradas, lo que no quiere decir que siempre vaya a ser así. Pero de momento, no creo que se trate de una cuestión de horas, ni que dependa de la muerte de Fidel Castro”.
Autor: Luna Bolívar Manaut
Editora: Emilia Rojas Sasse
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