La disputa económica por Cuba, esa fruta madura
3 de marzo de 2015Si el secretismo nubla aún los encuentros celebrados desde el 17 de diciembre de 2014 entre los gobiernos de La Habana y Washington, la mayoría de los análisis coinciden en que también existe una atmósfera enrarecida en torno a las conversaciones que mantendrán este miércoles y jueves en la isla el gobierno de Raúl Castro y Bruselas, como continuidad a las negociaciones iniciadas en abril de 2014, luego de que los países integrantes del bloque levantaran las sanciones diplomáticas a Cuba en 2008.
Muchos analistas cuestionan las verdaderas intenciones de Cuba al postergar esta tercera ronda de conversaciones, que había sido pactada inicialmente para enero de 2015, pues consideran débil el pretexto de que La Habana haya tomado la decisión de frenar de golpe un intercambio que le interesaba y le resultaba altamente provechoso, sólo porque no le gustara un evento cultural de rango menor organizado por la Unión Europea en Washington. La teoría más compartida tiene una lógica aplastante: Raúl Castro, que ya venía conversando en secreto con la administración de Obama, necesitaba ganar tiempo para definir qué podría obtener de Estados Unidos antes de pactar cualquier tipo de acuerdo con Bruselas.
Han pasado 55 años de atrincheramiento ideológico de Fidel Castro en su guerra a muerte contra Estados Unidos, de embargo económico ratificado hasta hoy por todas las administraciones norteamericanas, de bloqueo interno del gobierno cubano a la iniciativa económica de los cubanos en la isla y de un inexistente protagonismo de las inversiones extranjeras en el desarrollo de Cuba debido a las fuertes restricciones cubanas y a la desconfianza que La Habana ha ganado internacionalmente en el ámbito financiero. Aún así, las desastrosas condiciones económicas de la isla y su estratégica posición geográfica que la comunica fácilmente con toda América Latina, la convierten en un escenario perfecto, casi virgen, para la inversión, el comercio y el desarrollo de una poderosa red financiera, empresarial y comercial en el hemisferio. Es lógico entonces que Cuba sea hoy el centro de interés de los cuatro grandes protagonistas de la lucha económica mundial: Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China.
La llave para la Puerta de las Américas
En abril de 1823, el presidente norteamericano John Quincy Adams instauró para Cuba la “Política de la Fruta Madura” al decir que: “hay leyes de gravitación política, como leyes de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión…No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos como la Isla de Cuba. Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión". Se propusieron así recoger esa fruta madura y lo consiguieron en 1898, tras la derrota de España por las fuerzas rebeldes cubanas en la llamada Guerra Hispano-Americana. Pero en enero de 1959, con el triunfo de Fidel Castro, esa fruta escapaba de sus manos y hoy Obama intenta recuperarla.
La Unión Europea es hoy el mayor inversor extranjero en Cuba y estas conversaciones buscan, en primer lugar, conseguir un mayor rol a los países de la Unión en las reformas económicas de la Isla y, en segundo lugar, hacer una mayor presión al gobierno de Raúl Castro en el terreno de las libertades políticas. Como se ve, el bloque europeo se suma así a la estrategia que ya venían haciendo China, Rusia y, más recientemente, Estados Unidos: colocar en un plano secundario el tema de los derechos humanos que tanto irrita al gobierno de La Habana, pues el mayor interés es lograr una presencia económica y financiera real en Cuba. En simples palabras, estar en la isla para recoger esa fruta madura que es Cuba y que no por gusto en siglos pasados fue llamada “la puerta a las Américas”.
El panorama en el que ocurre esta nueva ronda de negociaciones es interesante. En 2014, Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro, viajó a Rusia para establecer un grupo de convenios que se mantienen aún en secreto, pero hace unos días Rusia anunció que construirá junto a Emiratos Árabes un mega aeropuerto en La Habana y en julio de 2014 reabrió su base de espionaje electrónico en la isla. China, por un lado, prestó ese año a Latinoamérica 22.100 millones de dólares, cifra que supera la financiación otorgada en conjunto por el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y lo curioso es que la mayor parte fue a parar a Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador, países junto a Cuba miembros del ALBA. Por otro lado, el grupo de empresas europeas asentadas en la isla reforman ya sus estrategias de cara a la pronta entrada de nuevos competidores de la Unión Europea y Estados Unidos. No puede obviarse la visita reciente a La Habana del ex presidente español Rodríguez Zapatero y su antiguo Ministro del Exterior, Moratinos, quienes aseguraron viajaron por “razones meramente económicas”, especialmente porque ambos son asesores de importantes empresas españolas del petróleo, mercancías varias y mobiliario hospitalario y urbano.
Buenas tierras, mucha hambre
Uno de las áreas de mayor interés para la Unión Europea es también una de las más depauperadas en Cuba: el sector agrícola y de producción de alimentos. El Dr. Harald Hildebrand, experto alemán en el sector y quien también sirvió como diplomático en la isla en los años iniciales de la Revolución, dice a la DW que “el fracaso más evidente ha sido y es la incapacidad de Cuba de alimentarse de sus propias fuentes, a pesar de las favorables condiciones naturales y excelentes recursos humanos, de tener una población no tan numerosa y tierras abundantes. Entre el 70 y el 80 por ciento de los alimentos para consumo humano y animal aún se importan, mientras siguen sin explotarse extensas áreas de cultivo. Durante muchos años grandes cantidades de granos y productos animales vinieron de Estados Unidos, a pesar del “bloqueo”, y una vez que hayan sido levantadas las restricciones del embargo, Cuba podrá volver a ser un escenario importante tanto para la importación de productos agropecuarios e insumos agrarios como para la exportación de productos tradicionales como puros y tabaco en rama, bebidas alcohólicas, café, frutas y verduras frescas y procesadas, y productos del mar. Podrá promoverse también la infraestructura agro-científico-técnica, cuyo potencial es subutilizado, y la isla podría sacar provecho de sus notables avances científicos en la fito y zoo-genética moderna”.
Lo que está claro es que estas nuevas conversaciones tocarán tres grandes pilares: diálogo político, cooperación y asuntos comerciales y económicos; y Bruselas espera que puedan abordarse otros temas como los derechos humanos y la gobernanza que quedaron abiertos por falta de tiempo en la segunda ronda de agosto de 2014. Aunque esperan "una primera reacción" de Cuba sobre su propuesta para las relaciones económicas y comerciales, que enviaron a La Habana a mediados de otoño, descartan hablar de un tratado comercial preferente: "No hay una propuesta de la UE de avanzar hacia ningún tipo de acuerdo comercial preferente con Cuba y tampoco es algo que hayan pedido los cubanos", aclararon.
¿Quién recogerá esa fruta madura que es hoy la depauperada economía cubana?, ¿regresará Cuba a los tiempos del monopolio económico norteamericano o asistirá a un reparto de los trozos de esa fruta madura entre las potencias que hoy se la disputan?, ¿llevará esa disputa la prosperidad que el pueblo cubano espera?, son preguntas que todavía nadie se atreve a responder.