"La culpa es del reguetón": aristas de un género incómodo
25 de noviembre de 2021Le pasó al rock, al pop, a la salsa, al rap, al hip hop, también a la literatura. ¿Por qué no iba a pasarle lo mismo al reguetón? Los señalamientos de machismo, misoginia e hipersexualización han retumbado por igual ante la aparición de todo ritmo "infernal”, es decir, cada género nuevo que se abrió camino destapando incomodidades de amplio alcance social.
Ahí es común que lluevan críticas: ese es el costo de volverse mainstream. Y como cualquier producto altamente popular, trae consigo un baño de realidad difícil de ignorar. Uno que invita a cuestionar los lentes usados para juzgar las nuevas libertades creativas de carácter masivo. Así, en el reguetón, como en cualquier otro género que goza de feroz impacto, el rechazo es solo un punto de partida dentro de un debate que exige ir más allá.
"El pop de ahora”
La música popular tradicionalmente ha hablado de la libertad sexual, los excesos y la diversión. En el caso de los Beatles o Led Zeppelin, no solo hay un pulso juvenil que forjó himnos generacionales, también hay una sociedad que los señaló como patrocinadores de problemáticas a lo largo de su camino hasta convertirse en iconos pop.
Ahora es el turno del reguetón, el nuevo referente del mainstream, y por ende, foco de críticas: "Cualquier problema que le encuentres al reguetón, se lo puedes encontrar al rock o al rap. Al final del día, un género no es machista, las personas son machistas. Achacarlo a un solo género no es real”, cuenta a DW Diego Urdaneta, periodista musical publicado en medios como Washington Post y Esquire, y conductor del podcast La Cima, un producto original de Spotify para Latinoamérica.
Sin embargo, cuando un artista de vanguardia se hace irresistible para las masas, el tratamiento es distinto. Bajo ese entendido, el reguetón de figuras como Bad Bunny, Maluma o Karol G que escuchamos actualmente en la radio, no es otra cosa que un producto pop por excelencia, porque suena en todos lados. "El reguetón es el pop moderno, o sea, es el pop de ahora, se complementan el uno al otro”, señala Jose Nova, editor y periodista del periódico El Caribe, de República Dominicana.
Es también el salvavidas que todos en la industria de la música y el entretenimiento buscan para mantenerse a flote. A la luz de que se haya convertido en un género que tanta gente consume, el reguetón "ha perdido filo, se ha suavizado, ya no es como en los tiempos de Barrio Fino (2004) de Daddy Yankee o los primeros discos de Ivy Queen”, apunta Urdaneta.
Por su parte, David Bravo, productor, compositor y A&R (artists and repertoire) de Warner Music México, complementa diciendo que el reguetón ha dejado de ser el clásico sonidero luego de volverse un fenómeno pop global cada vez más alejado de la crudeza que lo caracterizó a inicios de los 2000. "Ha evolucionado también en el sentido musical. Es más refinado, más minimalista, más melódico y más diverso líricamente: hablan de sexo, pero no forzosamente de que la mujer está ahí para cumplir lo que el hombre quiere”, cuenta.
El síndrome del género incómodo
Nova traza con precisión el triángulo que recorrió el reguetón desde sus primeros pasos a finales de los 80 e inicios de los 90, siendo parte del llamado género urbano, que a su vez comprende ritmos como el trap, el rap, el hip hop y el dembow. Así, el joven reguetón no es más que la evolución en español del reggae jamaicano tras su llegada a Panamá traído por inmigrantes del país isleño y llamado reguetón una vez que lo asumen los puertorriqueños, explica.
Por su parte, Valeria Angola, activista antirracista del colectivo AFRONntera, comenta que se trata de música afro del caribe y países de Latinoamérica, de la cual se desconoce mucho más allá del reguetón mainstream. Y sentencia: "El reguetón es ritmo y la música negra es ritmo. Hay un sesgo desde la música. La potencia de la música del caribe está en lo rítmico, que desde lo académico, es descartada por no ser alta cultura”.
Angola remite al reguetón underground, el de protesta callejera y crítico de lo que pasa en la sociedad: el Puerto Rico afro de Tego Calderón, que señala la discriminación como un tema tradicionalmente importante para el género. O lo que hace Residente desde el rap con su proyecto Calle 13, manifestando el agotamiento del país boricua y la dependencia de Estados Unidos. Rasgos propios del género urbano.
No obstante, la realidad del reguetón responde por igual a lo que podría llamarse el síndrome del género incómodo. "Siempre tiene que haber uno cada 20 años en el último siglo. Cada que una nueva danza proviene de sectores marginalizados, especialmente pueblos afrodescendientes, las clases altas, la gente blanca, se queja de que es vulgar”, es un patrón visible desde el llamado "descubrimiento del Nuevo Mundo” en los 1500, señala Sydney Hutchinson, investigadora asociada en Estudios de Música Popular del Instituto de Musicología y Medios de Comunicación de la Universidad Humboldt en Berlín.
Ahí se ubica la raíz del descontento incluso hacia letras de mujeres afrocaribeñas que hablan sobre placer femenino. En su condición de mujeres racializadas, sufren violencia debido a las intersecciones entre raza y clase, dice Angola. El erotismo al bailar reguetón incomoda y escandaliza porque "mueve las estructuras hacia otro lugar de la sexualidad como el placer, que está satanizado, tiene que ver con romper con la disciplina del cuerpo”.
En ello está de acuerdo Urdaneta, cuando apunta que el reguetón siempre ha tenido este tipo de ataques por su origen, que ha sufrido señalamientos desde un punto racista y clasista, señala.
Un género que crece en diversidad
Pero el reguetón es parte de una industria acaparada por hombres, indica la politóloga y activista feminista Marisol Calva, quien asimismo apostaría por la inclusión de más mujeres no solo en la música, sino también en los puestos directivos de la propia industria. Esto, con el propósito de alejarse de contenidos que refuercen estereotipos en una región donde se dan miles de casos diarios de violencia contra las mujeres.
No obstante, reconoce el aporte que conlleva evidenciar a la sociedad desde el reguetón: "Es una enorme oportunidad para rescatar las otras realidades que se viven en Latinoamérica, gracias a que estamos ante un género ampliamente consolidado que hoy involucra a muchos tipos de reguetón”, concuerdan Calva y David Bravo al apuntar que, como cualquier otro producto popular, va a tener elementos que visibilizan problemas sociales y políticos de una sociedad.
Y no solo eso, hoy las vertientes del reguetón están en boga de la mano del reguetón feminista, el hecho por mujeres, la comunidad LGBTIQ+ y el "neo-perreo”, los cuales empoderan sin perder de vista que es muy diferente decir "a mí me gusta", que "a ti te gusta”.
(ms)