La Cuba de Raúl Castro, cinco años después
1 de agosto de 2011Publicidad
Presidente provisional por dos años, el más joven de los Castro, de 80 años, fue ratificado en el cargo por la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento cubano) en febrero de 2008. También en el Partido Comunista de Cuba (PCC) –único partido político legal en la isla– Rául sustituyó finalmente este año a su hermano como primer secretario.
Ante el pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el actual presidente cubano instó este fin de semana a garantizar la libre discusión en torno a la implementación del programa de reformas socioeconómicas con que su Gobierno pretende “actualizar el socialismo” en la isla.
El encuentro de la cúpula comunista cubana tuvo lugar al cierre de una serie de reuniones celebradas la pasada semana por doce comisiones parlamentarias permanentes. Éstas prepararon la agenda con que los 600 diputados del Parlamento abrieron este lunes su primera sesión ordinaria de 2011, para analizar la implementación de los “lineamientos” en que se basan las reformas aprobadas en abril, en el último congreso del PCC.
Cruzada legal contra el delito
Críticas y autocríticas por incumplimientos y mala planificación económicas reinaron en las reuniones parlamentarias, así como en un previo encuentro del Consejo de Ministros, reporta la prensa oficial. Planes de producción agrícola y construcción de viviendas sin alcanzar, subsidios a productos, aumentos de fondos a empresas incapaces de pagar a sus trabajadores y “cifras millonarias” de cuentas impagas, fueron sólo algunos de los ejemplos.
En ese marco, el mandatario llamó a una cruzada legal para pedir cuentas a “quien cometa una violación, sea cual sea”. Los tribunales, jueces y fiscales cubanos tendrán en lo adelante un rol fundamental en la implementación de las reformas, insistió el presidente cubano. Horas después, el diario Trabajadores anunció que ocho dirigentes de empresas estatales fueron sancionados a entre tres y trece años de privación de libertad por recibir dinero y beneficios para favorecer a empresas extranjeras en perjuicio de las cubanas.
Analistas consultados por diversos medios y agencias de noticias internacionales coincidieron en que el “quinquenio raulista” tiene en su haber el planteo de profundos cambios económicos. Algunos, como la entrega en usufructo de tierras estatales ociosas a más de 140.000 campesinos, se consideran asunto de “seguridad nacional”, pues la isla gasta más de 1.500 millones de dólares al año en la importación del 80 por ciento de sus víveres.
Además, se cuenta la reducción del aparato estatal, con el proyectado despido de hasta el 40 por ciento de su fuerza laboral; así como la apertura a la iniciativa privada, con el incentivo al autoempleo y a las subcontrataciones privadas. Según el oficialista portal Cubadebate, más de 325.000 cubanos –más del doble de los registrados antes de las reformas– ejercen ya el denominado “trabajo por cuenta propia”, restringido, eso sí, a ocupaciones no calificadas.
Pero, ¿se mueve?
En las últimas semanas se anunciaron además nuevas leyes que permitirán la hasta ahora ilegal compraventa de viviendas y automóviles entre particulares, reformas especialmente reclamadas por la población en dos grandes consultas populares promovidas por Raúl durante el quinquenio.
A ellas se sumaron el levantamiento de la prohibición de venta de electrodomésticos de alto consumo (vigente desde hace ocho años) y la flexibilización de la política de créditos para trabajadores privados. La mayoría de los observadores critica, no obstante, la lentitud en la implementación de los cambios. Y los más críticos insisten en calificar las medidas de “insuficientes”.
Consultado por la española agencia de noticias Efe, el economista disidente Oscar Espinosa Chepe atribuyó la lentitud a la resistencia de sectores conservadores en el Gobierno y el partido, así como a las vacilaciones y falta de audacia de los “reformistas”. En esta apreciación coincidieron con Chepe el sociólogo cubano Haroldo Dilla, el economista cubano-estadounidense Carmelo Mesa-Lago, el politólogo alemán Bert Hoffmann y su colega cubano-estadounidense Arturo López-Levi, recientemente consultados por Deutsche Welle.
Pragmatismo, disidencia, escepticismo
En la arena sociopolítica, el “quinquenio raulista” redujo “pragmáticamente” el enorme volumen y los costos de las movilizaciones políticas que caracterizaron el Gobierno de Fidel Castro. Promovió al menos dos grandes procesos de consulta popular para diseñar su programa de reformas (en los límites del modelo monopartidista). Y excarceló a un significativo grupo de presos políticos, tras un inédito dialogo con la Iglesia Católica.
Tras la aprobación de las reformas económicas en su reciente VI congreso, una próxima Conferencia Nacional del partido comunista deberá discutir, en enero 2012, temas políticos como la sucesión en el poder del propio Raúl Castro, ya octogenario. Y hasta se debatirá la posibilidad de introducir las uniones civiles entre homosexuales en la isla, según declaró Mariela Castro, hija del presidente y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, a la española Cadena Ser.
Para los disidentes, no obstante, la situación de los derechos civiles y políticos “ha empeorado” durante el mandato de este Castro, aseguró a Efe Elizardo Sánchez, presidente de la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Junto a opositores como la conocida bloguera Yoani Sánchez, el activista de derechos humanos denuncia la intensificación de una nueva estrategia represiva, con un sistema de detenciones de corta duración contra disidentes.
En las calles de la isla, corresponsales de medios internacionales, bloggers y editores de órganos digitales de organizaciones de la sociedad civil cubana reportan sobre el “escepticismo” de unos, o las discretas esperanzas de otros, que se concentran sobre todo en la futura posibilidad de un mayor acceso al bienestar material.
El escenario futuro más probable, dijo recientemente a Deutsche Welle el politólogo y economista alemán Bert Hoffmann, parece ser uno de “pequeñas y graduales reformas, un cambio de dirección sin grandes rupturas, sin big bang, sin grandes éxitos y al mismo tiempo sin cataclismos, aunque sí con crecientes tensiones sociales”.
Autora: Rosa Muñoz Lima / dpa, efe
Editor: Pablo Kummetz
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