La crisis ruso-ucraniana, un dilema para China
3 de mayo de 2014Desde hace décadas, la no interferencia en los asuntos internos de otros países ha sido el principio fundamental de la política exterior de China. Y, en este sentido, Pekín siempre ha dejado claro que espera reciprocidad en sus relaciones con otros Estados. Pero el mundo da muchas vueltas y, hoy, esa postura aparentemente inflexible le depara problemas al gigante del Lejano Oriente.
A Pekín le interesa mantener buenas relaciones con Moscú, pero las intromisiones del Kremlin en la crisis política de Ucrania –fomentando movimientos secesionistas y legitimándolos arbitrariamente– ponen a China frente a un dilema: respaldar el expansionismo ruso no le convendría porque eso equivaldría a apoyar las mociones separatistas que hoy prosperan en una exrepública soviética y mañana, quizás, en la misma China.
Por otro lado, no demostrarle lealtad a un vecino como Rusia –con quien comparte extensas fronteras y la necesidad de equilibrar la balanza de los poderes globales– puede tener un precio muy alto para China. “Pekín ve en Moscú a un socio importante y lo que menos le interesa es hacerle un desaire frente a otras naciones”, comenta Sven Gareis, politólogo de la Universidad de Münster, en entrevista con Deutsche Welle.
El silencio de China sobre la crisis de Ucrania
Algunos aseguran que eso fue precisamente lo que ocurrió en el Consejo de Seguridad de la ONU cuando Rusia vetó una resolución que los miembros occidentales querían imponer de cara al referendo secesionista de Crimea. En lugar de emitir un veto, siguiendo el ejemplo ruso, como suele hacerlo, China se abstuvo de participar en la votación y de ofrecer su opinión sobre la materia. Algunos diplomáticos describieron esa moción como una “bofetada” para Moscú.
El ministro de Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, entonces presidente del Consejo de Seguridad, elogió al representante de China por rechazar el intento unilateral de alterar las fronteras de un Estado. Sin embargo, lo más probable es que Rusia haya entendido perfectamente la incómoda situación en que se hallaba Pekín: no podía estar de acuerdo con Occidente, pero, circunstancialmente, tampoco podía estarlo con Rusia.
“China no podía apoyar el referendo separatista de Crimea, porque ella tiene sus propios problemas”, sostiene Chen Ximing, investigador de la Universidad Popular de Pekín especializado en Europa Oriental. El experto alude a los movimientos secesionistas de Tíbet, Sinkiang, Hong Kong y Taiwán. Si China hubiera aceptado el plebiscito de Crimea, ¿por qué no habría de aceptar consultas similares en su propio territorio?
China, ¿la gran ganadora?
Cabe enfatizar que la constelación de factores hasta aquí descrita es algo que el Kremlin puede entender. Pero el dilema chino se complica porque las sanciones económicas que penden sobre Rusia –Estados Unidos y la Unión Europa dicen estar dispuestos a aplicarlas sin que les tiemble el pulso– pueden terminar beneficiando a Pekín, en detrimento de sus relaciones con Moscú.
“Rusia se alejaría de Europa y el gran ganador de la crisis sería China”, explicaba en la revista alemana Focus el presidente de la Comisión Oriental de la Economía Alemana, Eckhard Cordes. Pero aunque China es de por sí el mayor importador de petróleo ruso y se beneficiaría –aún sin quererlo– de las sanciones contra Rusia, Gareis sostiene que “Pekín no se dejaría llevar por estos intereses a corto plazo”.
El especialista de la Universidad de Münster alega que a Pekín le importa más la estabilidad de la región a largo plazo. Además, acota Gareis, la economía china también depende de las buenas relaciones entre Pekín y los Gobiernos occidentales. Entonces, ¿cómo definirá China su política para la crisis ucraniana? Eso se verá en el curso de las próximas semanas.