La COP24, al rescate del acuerdo climático de París
30 de noviembre de 2018Han pasado tres años desde que en París se celebró con euforia el acuerdo alcanzado tras largos años de negociaciones. Todos los países, ricos y pobres, resolvieron tomar parte para evitar que la temperatura de la Tierra aumente más de dos grados centígrados. En lo posible, el aumento debería mantenerse por debajo de ese límite. Para ello, los países ricos han de proporcionar dinero a los pobres; se habló de 100 mil millones de dólares al año, a partir de 2020.
Ahora, tres años más tarde, los delegados vuelven a encontrarse, esta vez en Katowice, Polonia. La euforia de París se ha disipado. Un año tras el celebrado acuerdo, Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos. Y poco después, decidió darle la espalda.
Otros países como Irak, Irán o Rusia todavía no han dado su venia definitiva al acuerdo. En Australia y Brasil han conquistado el poder fuerzas de derecha nacionalista, que tampoco atribuyen importancia a la protección internacional del clima. No obstante, ambientalistas alemanes como Lutz Weischer, de la agrupación Germanwatch, no se desaniman: "El tren del clima ya no puede ser descarrilado. Por ejemplo, en materia de energías renovables o electromovilidad, la evolución de los costos es tal, que la tendencia hacia la protección del clima se mantendrá. El gran problema es que este tren del clima no marcha con suficiente velocidad”, indica.
Claras advertencias científicas
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que agrupa a cerca de 900 científicos de todo el mundo, presentó hace pocos meses otro alarmante informe. El derretimiento de los glaciares, el aumento del nivel de los mares, la sequía y el calor siguen aumentando. Los objetivos acordados en París ya resultan demasiado débiles. Incluso las autoridades estadounidenses advirtieron hace poco de las consecuencias de un cambio climático en el que el presidente Trump no cree.
Por eso, los Estados se proponen en Polonia insuflar vida al Acuerdo de París: las metas de los países han de coordinarse y volverse más transparentes. Los países pobres bregan, sobre todo, porque se cumplan los compromisos de financiamiento contraídos hace tres años. Lutz Weischer subraya: "Los países que más hacen en este momento son aquellos que se ven más afectados por el cambio climático. Hay una coalición de pequeños Estados insulares y países en vías de desarrollo que tienen el objetivo de apostar en adelante solo por energías renovables”. Y agrega que algunos países donde las energías fósiles tienen gran peso, como Estados Unidos y Arabia Saudita, son los que frenan.
El papel de la Unión Europea
Mucho dependerá ahora de la Unión Europea, debido, justamente, a que Estados Unidos no interviene como impulsor de las negociaciones. Pero también dentro de la UE no todos toman igualmente en serio la protección del clima. Sobre todo países de Europa oriental temen perjuicios económicos. "En realidad, la UE ha sido siempre un actor importante y constructivo, algo así como un adalid de la diplomacia climática”, dice Weischer. Pero la UE, y también Alemania, tienen de momento grandes problemas para cumplir sus objetivos climáticos hasta 2020. Últimamente, en Alemania se han vuelto a emitir más gases de efecto invernadero.
No obstante, la ministra alemana de Medio Ambiente, la socialdemócrata Svenja Schulze, sabe lo que resulta especialmente importante para los países más pobres. Hace pocos días dijo en el Parlamento: "Los países en vías de desarrollo deben poder fiarse verdaderamente de las promesas de respaldo financiero. Y nosotros queremos acordar un procedimiento sobre cómo podemos volvernos mejores y más innovadores en la defensa del clima en el mundo entero.”
Más allá de la protección del clima, se trata también de defender el multilateralismo contra los populistas de derecha. Porque los expertos están de acuerdo en que, o todos los Estados encuentran mancomunadamente una solución al problema del cambio climático, o no habrá ninguna. Las soluciones a nivel nacional no sirven.
(ER/CP)
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