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La comuna está de vuelta

Julie Gregson/elm20 de febrero de 2007

Los estilos alternativos de vida se imponen en la capital alemana, aunque con un rostro distinto al de la rebelde juventud de los años sesenta y setenta.

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La Comuna 1, Berlín Oeste, 1968.Imagen: dhm

Política subversiva, drogas ilícitas y amor libre. El experimento alemán más célebre en lo que se refiere a la vida comunal era un acto de rebelión en contra de la familia y de una sociedad profundamente conservadora que, en muchos sentidos, no se había sacudido del todo su pasado nazi.

Solarzellen
Las edificicaciones integran recursos de energía renovable.Imagen: AP

Los miembros de la Comuna 1 dormían en colchones, en la misma habitación; aliviaban sus necesidades corporales en baños que no tenían puerta alguna, y permitían que sus llamadas telefónicas fueran transmitidas por altavoz además de que sus cartas "privadas" eran leídas a todo el grupo.

Pese a que la comuna se disolvió tan sólo tres años más tarde, ayudó a impulsar un movimiento de cohabitación alternativa que floreció en la década de los setenta.

Recientemente ha revivido en Alemania el interés por la vida comunitaria. Pero los proyectos de hoy están lejos de ser una copia al carbón de aquellos de hace décadas.

La importancia de la privacidad

"Existen diferentes grados de proximidad, y no sólo me refiero al aspeto sexual", dice Harald Zenke. Él es un arquitecto que ha pasado más de tres años diseñando una iniciativa de cohabitación que él mismo describe como "intergeneracional y ecológica en su imagen". Zenke vive con su familia en una de las casas de dos pisos dentro de la propiedad, ubicada en la parte sureste de Berlín.

Berlin Mauer Jahrestag
El Muro de Berlín dejó muchos edificios vacíos.Imagen: AP

El arquitecto dice que es importante que todos tengan la opción de retirarse a sus cuatro paredes. Sin embargo, los habitantes del proyecto pasan la mayor parte del tiempo juntos. "Aquí no podemos salirnos así como así e ir al bar de la esquina", afirma.

Este tipo de vida conlleva algunos beneficios prácticos, como compartir los automóviles o el cuidado de los bebés, hacer las comprar de todos y proporcionar apoyo mutuo en tiempos difíciles.

Vida intergeneracional

Cuando el proyecto haya sido completado, las 18 casas de la propiedad darán alojamiento a 70 personas cuyos rangos de edad estarán entre los 0 y los 70 años de edad. No sólo vivirán ahí, sino que ellos mismos construirán sus casas, en un proceso que coadyuva a la conformación de una identidad común. También se ahorrarán así costos.

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Las familias de hoy se acercan a la naturaleza.Imagen: AP

Los miembros comparten un marcado interés por asuntos ecológicos,y esto se refleja en las estructuras de las casas, hechas a base de madera.

Esto no es una rareza. Existen varias otras comunidades en Berlín que han puesto especial énfasis en el bajo consumo de energía. Las estructuras están hechas de tal manera, que guardan el calor del sol e incluso utilizan el de los cuerpos de los habitantes. No sólo estos intereses, sino la calidad de vida, atraen a los habitantes de las comunas modernas.

El dinero, siempre el dinero

En vez de ser propietarios de la tierra en el sentido tradicional, los miembros la ocupan en calidad de préstamo con opción de compra a través de la Fundación Trias. El financiamiento proviene de benefactores que realizan aportaciones sin fines de lucro, de organizaciones caritativas, y de los propios miembros. Al parecer, el dinero no será un problema. La lista de espera para ocupar uno de los apartamentos alternativos de Harald Zenke se encuentra llena.