La ciudad del futuro: segura, abierta y tolerante
16 de noviembre de 2005Al contrario de lo que sucede en América Latina, donde la gente se muda al campo escapando de la inseguridad y la polución, en Alemania y otros países europeos se está produciendo el fenómeno opuesto: la ciudad se ve revalorizada.
El estudio muestra también que el desafío de las ciudades del futuro consiste en que deberán ofrecer, ante todo, calidad de vida y viviendas en las que haya lugar para la individualidad, sin dejar de lado los espacios comunitarios y la convivencia de varias generaciones.
“Ábrete sésamo”: todo al alcance de la mano
En la década de los años 60 y 70 se difundió una ola de “pesismismo urbano” en Alemania, y se pronosticaba la desaparición de las metrópolis, haciendo que muchos alemanes se mudaran a pequeños pueblos rurales. Actualmente los alemanes están volviendo a las ciudades, huyendo de la falta de esparcimiento y del alto consumo de combustible que implica la vida en el campo. Esto plantea todo un desafío de planeamiento para empresas constructoras, arquitectos e inversores, cuyo objetivo será reinventar las ciudades como centros vitales.
El estudio indica que tres cuartos de la población alemana aprecia el casco histórico de las ciudades como atracción turística (71%), gustan de los parques (71%), y se alegran de poder viajar por transportes públicos al centro (69%).
Asimismo, “atractivo e importante es todo aquello que eleve la calidad de vida”, resume el Dr. Horst Opachowski, director del Instituto BAT de Investigación Sobre Tiempo Libre y autor del libro “La vida en la ciudad del futuro” (en alemán: Editorial Primus, Darmstadt).
Los deseos de la población en cuanto a cómo debe ser la urbe del futuro conforman un amplio abanico de posibilidades: oferta cultural diversa (67%), recreación en calles y plazas (66%), alta calidad de vida en el vecindario (64%), limpieza (68%) y seguridad (62%).
Un hábitat más humano
El concepto urbano tendrá que ser también una respuesta al desarrollo demográfico en Alemania, donde nacen cada vez menos niños, indica el estudio. Para ello, sería necesario crear complejos habitacionales de intereses comunes (GIW): viviendas flexibles, que se adapten a las distintas etapas vitales, adecuadas al gusto y las posibilidades de cada cual, donde la comunicación y la integración sean posibles.
“Todos bajo un mismo techo, pero cada quien por sí mismo" parece ser el lema, para que puedan convivir en armonía niños, jóvenes y ancianos, “juntos, pero no amontonados”. Los complejos habitacionales deberían ser comunidades en sí mismas, en las que cada generación se enriquecería con la presencia de la otra sin perder su individualidad, lo que incluso representaría un apoyo concreto para familias con niños, y serviría de modelo para una sociedad que hace difícil decidirse a formar una familia.
Tolerante, abierta y confortable
En la ciudad del futuro los habitantes buscarán confort, seguridad, tolerancia y apertura al mundo. El 39% de las personas entre 30 y 34 años de edad no renunciaría a la ciudad. Los obreros (42%) y trabajadores con ingresos menores a los 1.750 euros (36%) también desean vivir en "un lugar central y asequible”. El precio de la propiedad en la ciudad es alto, por lo que surge la necesidad, según Opachowski, “de que se funden cooperativas en las que los interesados tomen el rol de constructores, inversores y usuarios, para convertir estos deseos en realidad”, concluye.
La vivienda y el entorno forman una tercera piel que refleja la identidad. Uno de cada cuatro alemanes, indica el estudio, quiere tener como vecino a personas que compartan sus intereses. Es por esto que la ciudad debería ir tomando la forma de quienes la habitan, para ofrecerles lo que buscan. En vistas al Mundial 2006, muchas ciudades están desde ahora tomando en cuenta estos criterios para recibir a los visitantes.