La cara política del festival de Eurovisión
El festival de Eurovisión está nuevamente ad portas. Y no siempre gira todo en torno a cantantes y canciones. A veces también la política irrumpe en el escenario.
No moleste a los vecinos
El festival de este año, que se celebrará en la capital ucraniana, Kiev, marca un hito: es la primera vez que un país anfitrión impide el ingreso a un participante. Las fuerzas de seguridad ucranianas negaron la entrada a la rusa Yulia Samoylova, tras conocerse que la joven hizo una gira por Crimea, después de que Rusia la anexara. En respuesta, la TV estatal rusa no transmitirá el festival.
Lírica política
Rusia y Ucrania ya vivieron su drama en el festival de 2016, cuando la representante ucraniana, Jamala, derrotó al ruso Sergei Lazarev. La canción "1944", sobre la deportación de los tártaros de Crimea llevada a cabo por Stalin, había resultado controvertida debido a la prohibición de mensajes explícitamente políticos en el certamen. De todos modos, Jamala ganó, y Rusia quedó tercera.
Contra los intolerantes
El slogan de la versión 2017 de Eurovisión llama a "Celebrar la diversidad". Algo que ocurrió tres años antes, cuando ganó el festival de Copenhague la austriaca Conchita Wurst (cuyo nombre civil es Tom Neuwirth). Grupos radicales de Rusia, Bielorrusia y Azerbaiyán habían intentado infructosamente impedir que tomara parte en la competencia musical.
Protesta de Austria
En 1969, Austria se negó a tomar parte en el festival que se celebró en Madrid. Actuó así en protesta contra el régimen de Franco, que se mantuvo en el poder durante 39 años en España, de 1936 a 1975.
Cantando a la libertad
En 2001, Estonia se convirtió en la primera ex república soviética en ganar el festival de Eurovisión. "Nos liberamos del imperio soviético cantando", dijo el primer ministro estonio, Mart Laar, tras la victoria en Copenhague. "Ahora, cantando abriremos nuestro camino hacia Europa", agregó, refiriéndose a las negociaciones de adhesión a la Unión Europea.
Los idiomas belgas
El lenguaje ha sido un factor fundamental en las crisis existenciales de Bélgica con respecto al festival de Eurovisión. Durante años, el país envió alternadamente una canción en francés y una en flamenco. En 2003, sin embargo, los belgas fueron salomónicos y presentaron la canción "Sanomi", que fue cantada en un lenguaje ficticio.
Armenia y Azerbaiyán
En 2015 surgieron acusaciones de que Armenia utilizaba su presentación para exhortar al reconocimiento del genocidio armenio en las postrimerías del imperio otomano. La masacre de cerca de 1.500.000 personas todavía no es reconocida por Turquía ni por Azerbaiyán. Un año después, la representane armenia fue reprendida por portar una bandera de Nagorno-Karabaj.
Erdogan-visión
Aludiendo a "disconformidad con las reglas", Turquía se rehusó a participar en 2013. Tras el triunfo de Conchita Wurst, en 2014, un portavoz del partido AKP, de Recep Tayyip Erdogan, indicó que el país no seguiría tomado parte en el festival. Turquía había participado en el certamen desde 1975 e íncluso ganó en 2004.