El triunfo del plan
16 de junio de 2014
Ni siquiera los más optimistas hubieran podido anticipar que en el primer partido del Mundial se vencería a Portugal por una goleada de 4-0. Pero Alemania logró lo inesperado porque Joachim Löw se atrevió a hacer aquello con lo que pocos contaban.
El seleccionador alemán envió a la cancha a un equipo defensivo, pero no construido para cerrarse, sino para aprovechar cualquier oportunidad que se le presentara en el ataque. La sólida línea de cuatro defensores centrales aportó robustez; el mediocampo de contención con Philipp Lahm y Sami Khedira otorgó seguridad; Toni Kroos consiguió espacios para repartir el balón con libertad; y en la delantera se encontraron tres jugadores muy particulares: el genio (Mesut Özil), el habilidoso (Mario Götze) y el siempre útil (Thomas Müller).
Un esquema atrevido
A primera vista el partido que previó Löw pudo parecer conservador, pero la verdad es que fue muy atrevido. Formar con Götze y Özil de entrada significaba un alto riesgo, pues ambos son futbolistas que viven más de la genialidad que del trabajo de obrero. Dos jugadores amigos del “libre albedrío” a los que no pocas veces se les ha acusado de evadir las responsabilidades del trabajo defensivo en colectivo.
Pero el seleccionador Löw fue muy consciente del peligro que significaba ese planteamiento y por eso proveyó al equipo de una compacta red de seguridad. Toni Kroos, en primera línea encargado de distribuir el balón en el juego ofensivo, cerraba los espacios detrás de los movimientos de los dos “genios” (Götze y Özil), mientras a su espalda el capitán Lahm y Sami Khedira cerraban el segundo nivel de recuperación.
Alemania no solo perdió pocas veces el balón, sino que cuando tuvo que recuperarlo encontró siempre los relevos acertados, y las coberturas precisas en todas su zonas, para diluir los intentos de ataque de Portugal. Pese a que Alemania no abusó de la posesión, tampoco permitió que los lusos hicieran uso útil de la pelota.
El planteamiento defensivo de Alemania funcionó tan bien en el mediocampo, que prácticamente esa última línea de cuatro defensores centrales terminó el partido sin estrenarse. Y cuando fue exigida no solo cumplió rechazando, sino que fue la primera estación de la creación. Löw pudo frotarse las manos con satisfacción a lo largo de los 90 minutos.
El fenómeno Müller
El goleador del Mundial de Sudáfrica 2010, Thomas Müller, se estrenó en Brasil 2014 como principal candidato a defender el honor obtenido hace cuatro años. Los tres goles conseguidos por el volante ofensivo del Bayern confirman por qué su mentor Louis van Gaal, hoy entrenador de Holanda, alguna vez dijo “Müller tiene que jugar siempre”.
El entrenador Joachim Löw ha encomendado a Müller una tarea muy particular que algunos equiparan a la del “falso 9”, y que el propio jugador define como “verdadero 13”, que es el número de su dorsal. Müller, acatando las instrucciones del seleccionador alemán, no tiene una posición definida, y sus movimientos se generan en los espacios que encuentra disponibles, bien sea para aprovecharlos él mismo o para ponerlos a disposición de sus compañeros.
En la victoria 4-0, no solo por los goles que consiguió, Thomas Müller confirmo cuán valiosa es su contribución al engranaje de un equipo que Joachim Löw plantó acertadamente en el primer partido del Mundial de Brasil. Para alcanzar la meta de alzarse con el título tiene que repetir el acierto otras seis veces más.