Durante años Hitler fue el invitado de honor del Festival de Bayreuth, el templo de la óperas wagnerianas. El dictador era un ferviente wagneriano y se convirtió casi en un miembro de la familia Wagner, la cual administraba la herencia del compositor. Incluso se involucraba en el festival, decidía acerca del programa y de las puestas en escena. El culto en torno a Richard Wagner, quien murió 50 años antes de la toma de poder de Hitler, adquiría una dimensión política por la presencia del dictador y la música de Wagner, a su vez, reforzaba la megalomanía de Hitler.
Pero, ¿por qué adoraba Hitler a Wagner? ¿Fue por el antisemitismo del que el músico hizo gala en su tristemente célebre panfleto "Sobre el Judaísmo en la Música”? ¿Por las sagas germanas a las que ponía la música y que Hitler utilizaba para cimentar su ideología? ¿O fue por el poder de sugestión de la música wagneriana?
El historiador James Kennaway la describe como la banda sonora de la megalomanía, una música perfecta para acompañar en el noticiero nazi el ataque alemán a Creta.
Y ¿qué papel jugó la autopercepción de Hitler como artista que sentía una complicidad con el compositor, como aduce el experto en Wagner, Sven Friedrich?
Código Cultura indaga con científicos y músicas cómo la pasión de Hitler por Wagner convirtió la música de este en la música oficial del Nacionalsocialismo. Y lo que significa para nuestra recepción de Wagner hoy día.