La bulliciosa capital afgana se queda sin agua
23 de octubre de 2018Invasiones extranjeras, la guerra civil, ataques terroristas, los señores de la guerra: en las últimas décadas, el destino no ha sido amable para Afganistán. Muchas personas abandonan sus hogares en el campo y se trasladan a Kabul con la esperanza de una vida mejor y más segura. Pero la capital del país se enfrenta a una amenaza completamente diferente: una grave escasez de agua.
De hecho, la situación es tan grave que la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres de Afganistán (ANDMA, por sus siglas en inglés) ha advertido que el aumento de la demanda y del consumo de agua de la ciudad podría dar lugar a que se agoten por completo las reservas de agua subterránea en la próxima década.
Según la Corporación de Suministro de Agua y Alcantarillado Urbano de Afganistán (AUWSSC, por sus siglas en inglés), los niveles de agua subterránea de Kabul se han desplomado 20 metros en los últimos cinco años. Y con una tendencia hacia la disminución de lluvias y nevadas, existe la posibilidad de que los niveles continúen bajando.
Para los casi cinco millones de habitantes de la ciudad ésta es una situación muy preocupante, sobre todo, teniendo en cuenta que Kabul es una de las ciudades con mayor crecimiento del mundo.
Para que la metrópoli siga siendo habitable a mediado plazo, será necesario el esfuerzo conjunto de los habitantes para gestionar la poca agua existente. Para ello, se debe crear conciencia, pero es más fácil decirlo que hacerlo. La ciudad ha recurrido a un grupo inusual pero muy influyente de personas, en busca de ayuda: eruditos religiosos e imanes.
La administración municipal ha invitado a cientos de líderes religiosos a participar en un taller de cuatro días sobre conservación y ahorro del agua. Lo aprendido en el curso, tendrán que transmitirlo a sus comunidades.
Uno de los participantes, Mullah Obaid Ullah, un imán del distrito oriental de Ahmad Shah Baba Maina, en Kabul, predica su sermón antes de la oración del viernes, cuando las mezquitas están repletas, para compartir lo aprendido.
"Mis hermanos musulmanes”, pronuncia, dirigiéndose a cientos de hombres bien vestidos de todas las edades, "seremos responsables en 'Akherat' (en el más allá) de todos nuestros actos en el mundo… sean muy cuidadosos y justos en el uso de las bendiciones que nos ha ofrecido 'Alá', como, por ejemplo, el agua”, dice.
Sus palabras resuenan por los altavoces de la mezquita y del vecindario recién construido, lleno aún de obras y fosas.
"Está estrictamente prohibido lavar los coches a diario, dejar correr el grifo y la ducha innecesariamente, incluso durante el 'wudu' (lavado ritual antes de la oración islámica)”, explica.
El hecho de que el mensaje sea difundido por una mezquita, que rara vez difunde contenidos no religiosos, demuestra que se trata de una cuestión urgente.
Los pozos privados se agotan
Y es un asunto urgente. El portavoz de ANDMA, Omar Mohammadi, dice que sólo unos 65.000 hogares en Kabul tienen acceso a un suministro municipal de agua. "Muchos de los 213.000 pozos de la capital”, dice "son de excavación propia y no ofrecen garantías”.
"Hace cuatro años, gasté casi 1.000 dólares para cavar un pozo de 35 metros de profundidad, pero se ha secado”, cuenta Mohammad Ummer, padre de cinco hijos, a DW.
"Ahora estoy preocupado y frustrado porque no hay forma de que las pesadas taladradoras, que serían necesarias, entren en mi casa para cavar un pozo más profundo”, explica.
Otras partes de Kabul se encuentran en una situación similar y a veces incluso peor.
Por ejemplo, en el céntrico "Campamento de Helmandyano”, un asentamiento temporal de desplazados internos de la provincia de Helmand meridional, cientos de familias dependen de un solo pozo.
"Mire esto”, dice Noor Rehman, residente del campamento. "Éste es el único pozo para todo el campamento y el agua es salada. Nuestros hijos se enferman por beber esta agua, pero no tenemos otra alternativa”.
Con este telón de fondo, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. (EPA, por sus siglas en inglés) espera que su colaboración con los 300 líderes religiosos, que han participado en la capacitación sobre la conservación del agua, mejore la situación a largo plazo.
Pero Hamidullah Yalani, jefe del AUWSSC, afirma que el gobierno también está persiguiendo otras ideas.
"Para asegurar el futuro del país, la construcción de represas es una prioridad para el gobierno”, cuenta a DW. "Ya se están construyendo nuevas presas en varias partes del país”, añade.
Esta medida permitiría la recarga de los depósitos de agua subterránea, lo que es extremadamente importante en vista de los muchos afganos, cansados de la guerra, que llegan a la metrópoli en busca de una nueva vida.
Pero la construcción lleva tiempo, así que Mullah Obaid Ullah espera que su comunidad ponga en practica lo que predica. Aunque también mantiene la esperanza de la intervención divina.
Al concluir sus oraciones del viernes, en su abarrotada mezquita de Kabul, levanta las manos hacia el cielo.
"¡Oh, Alá!”, exclama. "Somos débiles y puede que hayamos cometido muchos errores y hayamos sido desobedientes, pero tú eres conciliador y misericordioso. Ten piedad de nuestra tierra, bendícenos con lluvia y nieve... Amén".
Autor: Shadi Khan Saif (AR/ER)