“Justicia, no venganza”: 100 años de Simon Wiesenthal
31 de diciembre de 2008“Tal como yo lo veo, mi trabajo sirve solamente como una advertencia a los asesinos de mañana, a esos que quizás hayan nacido hoy. Sirve para advertirles que nunca se les dejará en paz. Y es que si no hacemos esta advertencia, millones de personas habrán muerto en vano”.
Éste era el credo de Simón Wiesenthal, sobreviviente del Holocausto y pionero de la lucha contra el antisemitismo, conocido internacionalmente como “el cazador de Nazis” por el ímpetu con que se dedicó a la documentación de las injusticias del Nacionalsocialismo alemán contra los judíos europeos y a la búsqueda de sus perpetradores en todo el mundo. Este 31 de diciembre de 2008 se cumplen 100 años de su nacimiento.
El valor de la memoria
Simón Wiesenthal nació en 1908 en el seno de una familia judía de la Galicia ucraniana, territorio que entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro y hoy pertenece precisamente a Ucrania.
En Lemberg –anteriormente conocida como Leópolis, en español– estudió arquitectura y edificó su carrera profesional hasta 1940, cuando los Nacionalsocialistas tomaron el poder en la región.
Casi de inmediato comenzó la penosa travesía de Wiesenthal, de un campo de trabajo forzado a otro y de allí a numerosos campos de concentración. En 1945, tras ser liberado por la armada norteamericana del campo de exterminio austríaco de Mauthausen, se reencontró con su esposa Cyla; del resto de su familia no quedó rastro alguno.
Terminada la Segunda Guerra Mundial y a petición del gobierno de los Estados Unidos, Wiesenthal se dedicó tenazmente a la búsqueda de criminales fugitivos nacionalsocialistas, basándose en muchos casos en sus propias experiencias y en los nombres que recordaba de sus días como prisionero.
En 1947, junto a otros sobrevivientes del Holocausto, Wiesenthal fundó en Linz, Austria, un centro para la documentación de los crímenes contra los judíos europeos; instituto que precedió al Jüdische Dokumentationszentrum creado en Viena en 1961.
Esta pequeña oficina hizo honor a su ambicioso nombre albergando pilas y pilas de souvenirs de guerra y anotaciones susceptibles de ser usadas como evidencia en futuros juicios contra los nazis que desde el final del conflicto armado se hallaban bien escondidos.
Una figura controversial
Fue así como Wiesenthal colaboró para que a numerosos criminales se les pudiera seguir la pista. A él se le atribuye haber descubierto los rastros de figuras prominentes de la jerarquía nacionalsocialista como Adolf Eichmann, quien fue llevado a juicio en Jerusalén en 1961 luego de ser capturado en Punta del Este, Uruguay; Franz Stangl, comandante del campo de concentración de Treblinka; y Hermine Braunsteiner, responsable del asesinato de cientos de niños en el campo de concentración de Majdanek.
Simón Wiesenthal recibió muchos reconocimientos por las seis décadas que dedicó a un proyecto de vida que le dio momentos de gloria pero también lo obligó a husmear constantemente en uno de los capítulos más sombríos de su historia personal y de la de su pueblo.
Por otro lado, su empeño en que los crímenes contra los judíos europeos no quedaran impunes y fueran encubiertos, atenuados o negados lo llevó a convertirse en un personaje polémico. Unos lo tildaban de “fanático de la justicia” o lo celebraban como un hombre ejemplar llamándolo “héroe de la vida”; pero otros encontraban su persistencia algo incómoda y aún otros llegaron a acusarlo de exagerar sus méritos.
El legado de Wiesenthal
En 1977 se creó en Los Ángeles, California, un centro de documentación similar a los que Wiesenthal había ayudado a erigir en Europa; un merecido homenaje a quien siempre prefirió verse como un investigador que como un “cazador de cabezas” lleno de odio.
“El odio es un sentimiento que me es totalmente extraño. Si yo estuviera lleno de odio, hace mucho tiempo que habría fracasado en mi empresa. Habría llevado a juicio a personas sin comprobar mis evidencias. Habría logrado exactamente lo contrario de lo que yo siempre quise lograr”, dijo alguna vez para explicar que su lucha era una contra el olvido.
Siempre insistió en que la culpa era algo individual; de ahí su afán de llevar a juicio a los criminales nazi para que cada uno de ellos pagara sus cuentas pendientes con la justicia.
Simón Wiesenthal murió en 2005 a los 96 años. Con motivo de su fallecimiento se llegó a decir: él permanecerá en nuestra memoria como la conciencia del Holocausto.