Joseph Stiglitz: “Necesitamos regulaciones internacionales”
6 de febrero de 2009DW-WORLD: Muchos expertos opinan que lo peor de la crisis está por venir y que nos acercamos a algo parecido a la Gran Depresión. ¿Está usted de acuerdo?
Joseph Stiglitz: Vivimos en un mundo muy diferente al de la Gran Depresión. Pues en ese entonces en la economía predominaba la industria y ahora predomina el sector de servicios. Eso significa que los problemas se manifestarán en forma diferente. Por ejemplo en Estados Unidos mucha gente está trabajando en tiempo parcial porque no tienen acceso a empleos de tiempo completo. Pero en el desempleo ese trabajo de tiempo parcial no cuenta. Ello significa que en realidad la desocupación puede estar por el 15 o 16 por ciento, pero la gente igual tiene empleo. Otra gran diferencia es que en la Gran Depresión no había red de seguridad. No tenemos seguro de desempleo. En respuesta a la Gran Depresión surgieron medidas de protección social. Si bien en años recientes fueron desmanteladas en parte, siguen existiendo.
Nouriel Roubini y Nassim Taleb, famosos por sus predicciones con respecto a la economía mundial llaman a nacionalizar los bancos para evitar el colapso financiero. Otros economistas no están de acuerdo ¿Quién tiene razón?
Los bancos están en una situación muy difícil. El Gobierno de EE. UU. ha invertido miles de millones de dólares en ellos, pero los efectos han sido muy pobres. Está claro que los bancos han fallado. No quiero generalizar, quizás haya algunos bancos buenos en EE. UU. Pero en el caso de un gran número de grandes bancos, es un hecho que los ciudadanos norteamericanos son hoy sus propietarios mayoritarios.
Hemos puesto mucho capital, pero no tenemos el control sobre los bancos. Nosotros ponemos dinero en los bancos y los bancos sacan dinero en forma de dividendos, bonos y adquisiciones. Su propio interés no coincide con el interés nacional. No hay otra forma de reconciliar esas incompatibilidades, esas inconsistencias, que la nacionalización.
Pienso que es un modelo que ha funcionado, por ejemplo en Suecia. El hecho es que esos bancos están efectivamente en bancarrota y que hay que reestructurarlos financieramente. Algunos podrán seguir trabajando después de la reestructuración, otros deberán cerrar. Pero así funciona la economía de mercado. Una economía de mercado no puede funcionar con una masiva ayuda del Estado. Si los bancos no pueden subsistir sin ayuda del Estado, está claro que hay que tomar otras medidas.
La situación es mala para los países industrializados, pero es peor para los países en desarrollo. El Institute of Internacional Finance estima que los flujos de capital a los países en desarrollo caerán de 466.000 millones de dólares el año pasado a 165.000 millones de dólares este año. ¿Estamos ante un colapso de muchos países en desarrollo?
Creo que los bancos centrales de muchos países emergentes son mejores que el Federal Reserve de Estados Unidos y han tomado medidas efectivas y prudentes contra la crisis financiera, incluida la formación de reservas financieras.
No obstante, está claro que algunos países deberán enfrentar situaciones muy difíciles. Se trata de países con varios problemas combinados, por ejemplo no sólo el colapso de los flujos financieros, sino también el del mercado inmobiliario. Y se han declarado ya en default o casi en default. En parte se debe a la “ingeniería financiera” promovida por los bancos norteamericanos en todo el mundo. Es decir, que algunos de esos países están sufriendo por haber seguido con excesiva atención lo que estaba pasando en Estados Unidos.
¿Hay que ayudar entonces a esos países en peligro?
Definitivamente. Creo que ello es necesario no sólo en interés de esos países ni sólo por motivos humanitarios, sino desde la perspectiva de la estabilidad global. No es posible la existencia de una economía global fuerte si hay simultáneamente grandes áreas de caos económico. Habría que crear por ejemplo créditos internacionales específicamente para los países en desarrollo.
La canciller alemana, Angela Merkel, advirtió en el Foro Económico Mundial a EE. UU. de no aplicar medidas proteccionistas y criticó los subsidios a la industria automotriz norteamericana. ¿Tiene razón? ¿Cree usted que existe el peligro de aplicación de medidas proteccionistas que afecten a los países en desarrollo, pero también a Europa y Asia?
Sí, claramente. Hay dos tipos de proteccionismo: los aranceles y los subsidios. Los subsidios distorsionan las reglas de juego al igual que los aranceles de importación. Pero los subsidios son más pérfidos y distorsionantes, porque mientras los países industrializados pueden pagar subsidios, los países en desarrollo no están en condiciones de hacerlo. Los países industrializados están distorsionando las reglas de juego pagando altos subsidios, no necesariamente como medida proteccionista, pero con los efectos fácticos del proteccionismo.
¿Cuán realista ve usted la idea de que los Gobiernos nacionales entreguen parte de su soberanía económica a una nueva institución internacional, como sugirió la canciller federal alemana, Angela Merkel, que propuso la creación de un Consejo Económico Internacional?
La idea de Merkel es muy importante y yo la apoyo. Es necesario coordinar la política económica a nivel global, más allá de lo que han hecho el Fondo Monetario Internacional, que ha fracasado, y el Banco Mundial.
Creo que es necesario ver en todo el mundo que no es posible tener fronteras abiertas sin una regulación global. Es inconcebible permitir que productos financieros riesgosos creados en países con una regulación inadecuada entren sin ser controlados en Estados Unidos y viceversa. Como medida de autoprotección, todos los países deben atenerse a las regulaciones internacionales o someterse a las regulaciones nacionales de otros países. Lo segundo supondría una globalización fragmentada. Por ello, las empresas internacionales deberían ser las primeras en reclamar regulaciones internacionales.
Joseph E. Stiglitz fue galardonado con el Nobel de Economía en 2001. Durante la presidencia de Bill Clinton fue director del Consejo de Asesores Económicos entre 1995 y 1997. Asimismo fue Economista Jefe del Banco Mundial de 1997 a 2000 y autor principal del Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de 1995, que en el 2007 compartió el Nobel de la Paz. Actualmente es profesor en la Columbia University de Nueva York.