Jornadas evangélicas: a la búsqueda del ser humano
20 de mayo de 2009Esta semana, del 20 al 24 de mayo, se celebran los 60 años de la Jornadas Evangélicas (Evangelischer Kirchentag) en Bremen. Estas jornadas son un movimiento independiente que se inició en la Alemania de posguerra, en 1949, y la Iglesia Luterana la celebra cada dos años en una ciudad alemana distinta. Se esperan más de 100.000 visitantes, y todo está preparado para el encuentro protestante más importante de Alemania, que en su jornada número 32 apela al ser humano con el lema “Hombre, ¿dónde estás?” (Mensch, wo bist Du?).
El impulso para la celebración de una jornada evangélica lo dio Reinold von Thadden-Trieglaff, un teólogo de Pomerania que quería organizar un encuentro que fuera más allá de la fe protestante y debatiera sobre el compromiso de la Iglesia en la ayuda a los más necesitados, centrándose además en la labor ecuménica. Ya en 1954 se reunieron cerca de 650.000 personas, y en 2007 llegaron casi un millón de peregrinos a la ciudad de Colonia. Figuras como la canciller Angela Merkel y el presidente alemán Horst Köhler participaron del encuentro.
La iglesia se politiza
Las jornadas protestantes de los años 50 estaban marcadas por la historia alemana de posguerra, y fueron, en un primer momento, un encuentro de creyentes que buscaban reforzar su fe. Pero en los años 60 surge de las jornadas un nuevo impluso que se orienta hacia la innovación dentro de las estructuras eclesiásticas. En 1969 se introduce la “oración política nocturna”, y en las reuniones se redactan resoluciones políticas. Pero, a pesar de las innovaciones, llegan a las jornadas de 1973 sólo 7.500 participantes.
Gracias al trabajo esforzado de las bases y a las nuevas liturgias crece el interés por el encuentro, y en 1977 llegan a Berlín 130.000 personas atraídas por la amplitud de las posibilidades de trabajo en grupos.
La jornadas evangélicas se entienden entonces como un termómetro de los tiempos que corren, y un reflejo de los debates abiertos en la sociedad. Se van transformando de a poco en un acontecimiento cada vez más politizado. Data de 1981 la frase Hans Apel, el entonces ministro de Defensa alemán: “Nuestra estrategia es la prevenir la guerra a través de mantener un equilibrio militar”. Mientras tanto, manifestantes en trajes mortuorios se subían al escenario y se embadurnaban con pintura roja. El público tiraba huevos, y al juez Helmut Simon se le hacía difícil seguir con su discurso. Eran tiempos movidos.
Jornadas espirituales, pero no alejadas de la realidad
En Hamburgo se produce en 1981 el clímax de la politización de las jornadas evangélicas. Y más tarde, sobre todo durante los años 90, se convierten en días para profundizar la espiritualidad, para ejercitar la meditación y el silencio interior, por ejemplo, con un “salón de la quietud”. Pero estas jornadas tienen desde siempre aspectos rutilantes, como el de la Iglesia del Mundo (Weltkirche). El arzobispo Desmond Tutu se presentó en ese marco como un orgulloso sudafricano que se defiende de la falsa compasión con estas palabras: “Soy un africano, no soy un objeto de piedad, no soy un objeto de caridad. Siento orgullo.”
Y el aspecto más relevante, tal vez, de la jornadas evangélicas es el trabajo de y para la juventud, haciéndola partícipe del trabajo por los más pobres, y dándoles una responsabilidad que los transforma en miembros activos de la sociedad. Para atraer a los más jóvenes, la Iglesia Protestante incluye conciertos durante las jornadas, como el del año 2007, cuando los Wise Guys, un grupo a capella cantaba el lema de ese año: “Vital, enérgico y cortante”. Una buena descripción también para el espíritu de estos días de encuentro de la Iglesia Evangélica, que llama al hombre a reaparecer en escena.
Autor: Michael Hollenbach/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López Magallón