Semprún, el europeo
9 de junio de 2011Publicidad
Quien describe al escritor Jorge Semprún como una de las plumas más importantes de España, su país natal, se queda corto. Muy corto. El destino de este hombre de letras lo convirtió en coprotagonista de sucesos que marcaron la historia del continente europeo. Fue criado en Madrid en el seno de una familia social y políticamente prominente; uno de sus abuelos presidió el Gobierno español y uno de sus tíos, el Ministerio del Interior. En 1939, huyendo de la dictadura franquista, Semprún se refugió en Francia.
Pero para quienes luchaban contra el terrorismo de Estado promovido por gobernantes autoritarios no había rincón alguno en el Viejo Continente libre de peligros. En territorio galo, se unió a la Résistance en contra de los nacionalsocialistas alemanes hasta su captura y posterior deportación al campo de concentración de Buchenwald. “Puede que suene duro, pero en Buchenwald me siento como en casa”, admitió Semprún en una entrevista, mucho después de haber regresado a España y haberse lucido como ministro de Cultura (1988-1991).
La periodista Franziska Augstein capturó la complejidad de este intelectual –Premio de la Paz de los Libreros Alemanes 1994– en su libro Sobre la fidelidad y la traición. Jorge Semprún y su siglo, publicado en 2008.
Deutsche Welle conversó con ella tras la muerte del autor, ocurrida el 7 de junio de 2011.
Deutsche Welle conversó con ella tras la muerte del autor, ocurrida el 7 de junio de 2011.
Deutsche Welle : Señora Augstein, ¿qué despertó su interés por Jorge Semprún? ¿Qué la inspiró a escribir su biografía?
Franziska Augstein : Él estuvo presente en los momentos decisivos de la historia del siglo XX. De niño, vivió la Guerra Civil Española. En París, fue testigo de la invasión alemana. Él estuvo involucrado en la resistencia francesa y fue internado en el campo de concentración de Buchenwald. Habiendo sobrevivido esa experiencia, regresó a Francia, se inscribió en el partido comunista y se dedicó con pasión a luchar contra la dictadura que Franco ejercía en España. Todos estos hitos lo convierten en una figura clave del siglo pasado.
Yo lo conocí casualmente y nos entendimos muy bien. Y, como yo sabía que nadie había escrito su biografía todavía, el proyecto se dio más o menos espontáneamente.
Mientras escribía su biografía ustedes trabajaron muy estrechamente. ¿Cómo percibió usted su personalidad?
Una vez, cuando le pregunté quién era él realmente, me respondió: ‘Yo no soy francés. Pero tampoco soy muy español’. Él no se sentía español porque el decoro predominante en la España de hace treinta años no le gustaba, ni siquiera en la literatura. Él era un hombre orgulloso, muy seguro de sí mismo y, debo decirlo, un macho, tal como los fabricaban hace noventa años, sobre todo en las cercanías del Mediterráneo.
¿Qué papel jugó Alemania en su vida tras haber sobrevivido al campo de concentración de Buchenwald?
Un rol muy importante. Él le dio mucha importancia a la lucha antifascista. Y es que, para él, el fascismo estaba en el mismo nivel que otras dictaduras; por ejemplo, la de Franco. Haciendo algunas salvedades, Semprún estaba dispuesto a decir que el sistema estalinista estaba emparentado con el fascismo. El estaba a favor de un liberalismo pluralista y esa noción lo llevó a percibirse a sí mismo como un europeo en cuanto terminó la guerra. Es decir, un ciudadano convencido de que la paz, la igualdad, la justicia y otros valores similares sólo pueden materializarse en un gran marco europeo.
¿Qué significó para él el hecho de recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes en 1994?
Él siempre quiso ser un escritor, pero su primer libro apareció en 1963. De ahí que el premio significó para Semprún el reconocimiento de su trabajo y la confirmación del afecto que los alemanes le retribuían por el amor que Semprún expresó por la cultura alemana. Semprún es más conocido en Alemania que en Francia o en los países de habla hispana. Y desde que recibió el premio, él visitó Alemania con más frecuencia. De esa manera mejoró enormemente sus conocimientos de la lengua alemana.
¿Qué efecto tuvo sobre su obra el hecho de que Semprún viviera viajando entre Francia, España y Alemania?
Semprún desarrolló una intuición para saber cómo se piensa en estos tres países, con miras a que en todas partes se pudieran leer sus textos. En el caso de Alemania, lo decisivo es que él entiende cómo funciona la lengua alemana que, por cierto, aprendió mientras estuvo en el campo de concentración de Buchenwald. Y a los lectores alemanes les conmueve el hecho de que Semprún incluya en sus libros sobre Buchenwald expresiones típicamente germanas, de las que usaban los prisioneros de los campos de concentración.
Autores: Gudrun Stegen / Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse
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