Japón sonríe entre las ruinas
18 de marzo de 2011Deutsche Welle: Señor Freund, usted ha vivido en Japón y reportado desde ese país. ¿Cómo nos explicaría usted la tranquilidad y la paciencia que parecen exudar los japoneses aún después de los embates del terremoto, del tsunami y ante la amenaza de una catástrofe nuclear?
Alexander Freund: En Alemania vemos las imágenes de personas que, de alguna manera, consiguen contar sus desgracias frente a las cámaras con una sonrisa en el rostro. Eso se debe a que los japoneses no tienden a expresar sentimientos negativos en público y mucho menos en los medios. Esas son cosas que le comunican a sus parejas, a sus padres, a la gente más cercana afectivamente. Entre otras razones, porque no se desea abrumar a los demás con los pesares propios. De ahí que una pena muy grande se disimule con una sonrisa.
¿Cómo se explica usted que tantos japoneses decidan quedarse en Tokio, pese a que el riesgo de una catástrofe nuclear parece ser cada día mayor?
Aunque sabemos que los japoneses son muy obedientes de cara a las autoridades, hasta el último de ellos reconoce que la situación es dramática, a más tardar desde la reciente alocución del Emperador. Al mismo tiempo, muchos se quedan en Tokio en señal de lealtad al país, a su ciudad, a sus empresas. La lealtad hacia la comunidad es muy importante en su cultura y de la devoción hacia la empresa ni hablar; 'giri' se le dice a este tipo de lealtad y, en los buenos tiempos, ha sido una de sus fórmulas para alcanzar el éxito.
El uno ayuda al otro y muchos japoneses se sienten realizados cuando tienen la sensación de haber hecho un aporte a la comunidad. Ésa es, para muchos de ellos, la esencia de la vida laboral. Ese rasgo, por cierto, no le debe resultar muy extraño a los alemanes que tienden a identificarse en función de su trabajo. Pero el rol de la comunidad y la noción de tener un deber con la sociedad del consenso son más grandes en Japón que en Alemania.
Aún así, visto desde aquí, el comportamiento de los japoneses resulta curioso y a veces hasta desconcertante. ¿A qué se debe eso?
En Japón también encontramos una cultura del silencio muy arraigada. Es probable que eso tenga que ver con la densidad demográfica del país, con el hecho de que los unos viven muy cerca de los otros. Hay que recordar que, no hace mucho tiempo atrás, los japoneses habitaban viviendas construidas unas muy cerca de las otras, con los 'schochi' –delgados muros de papel– por pared. En estas casas se escuchaba muy claramente lo que decía el vecino o las peleas que tenían lugar entre ellos.
Los japoneses aprendieron a callar para evitar tener problemas los unos con los otros, pero ellos perciben muy bien lo que le pasa a sus vecinos y cómo les va en la vida. El interés de los japoneses por sus demás está quizás hasta más desarrollado que el de los habitantes de otros países, pero muchos de ellos viven de acuerdo a los cánones de esta cultura del silencio.
Autor: Ralf Bosen
Editora: Luna Bolívar Manaut