Islandia, país de fábula
11 de octubre de 2011El autor keniano Ngugi wa Thiong'o, uno de los favoritos para el Premio Nobel de 2010, comparaba las sagas islandesas con los relatos de la tradición oral africana. El británico J.R.R. Tolkien integró sagas en su ciclo de El señor de los Anillos, y el escritor argentino Jorge Luis Borges, de pura admiración, mandó poner en su epitafio una cita de una saga. Las sagas son el aporte de Islandia a la literatura universal.
Antiguamente, cuando Finlandia era un país de campesinos que vivían diseminados por toda la isla en condiciones relativamente precarias, las sagas tenían un lugar importante en el esparcimiento de la población. Así lo indica Arthú Björgvin Bollason, escritor y traductor radicado actualmente en Fráncfort, quien durante largo tiempo fue director del Centro de Sagas del sur de Islandia. “Las sagas contribuyeron a alegrar la vida de la gente. Eran transmitidas de generación en generación y tenían un papel destacado en la vida cotidiana, porque siempre se atribuyó importancia al relato como forma de entretención”, dice.
Clásicos para todos
Aún hoy en día, muchos islandeses se identifican con los héroes de esas historias, que podrían ser inclusos sus propios antepasados remotos. Considerando que el país tiene sólo aproximadamente 320.000 habitantes, es decir, apenas la mitad de una ciudad como Fráncfort, ello resulta incluso imaginable. Según Bollason, cuando los islandeses se reúnen a pasar un buen rato, las sagas son a menudo un tema de conversación. En este contexto, recuerda que una vez el presidente de Islandia dijo en una entrevista que “ellas hicieron de nosotros una nación”.
En las sagas no hay diferencias de clases. El poeta nacional y Premio Nobel de Literatura Halldor Laxness, fallecido en 1998, apreciaba sobre todo la sencillez y hermosura de su lenguaje. “La persona más instruida del país puede disfrutarlas tanto como el simple campesino o pescador”, dijo una vez.
Las sagas son pues obras clásicas al alcance de todos, independientemente de la condición social o la edad. Fueron escritas en los siglos XIII y XIV, pero cuentan historias de los orígenes de Islandia, hace más de un milenio. Son relatos acerca de cómo los antepasados, procedentes en su mayoría de Noruega, poblaron el territorio islandés.
Rencillas con final feliz
“Los conflictos básicos siempre consisten, en el fondo, en pugnas entre familias vecinas que riñen por asuntos de propiedades o por alguna afrenta a su honor, hasta que al final se reconcilian”, explica Klaus Böldl, profesor de historia de la cultura y la literatura escandinavas de la universidad de Kiel.
Pero, hasta que se produce la reconciliación, corre por lo general la sangre a raudales. Los héroes de las sagas suelen ser pendencieros y a veces embaucadores. Pero también hay personajes con más matices, que reflexionan antes de atacar o que incluso temen a la oscuridad. Una de las más conocidas, la saga de Njál, trata por ejemplo de cómo la razón y la justicia pueden poner fin al círculo vicioso de la venganza. Según Klaus Böldl, los autores del siglo XIII querían mostrar “cómo podía funcionar una sociedad que –a diferencia de las del resto de Europa central- no tenía nobles ni reyes”, y en la que marcaban la pauta una serie de familias terratenientes.
Ahora, las sagas de Islandia estarán en el foco de la atención del mundo literario, que de seguro volverá a sucumbir a su encanto en la Feria del Libro de Fráncfort.
Autora: Gabriela Schaaf/ Emilia Rojas
Editor: Pablo Kummetz