Intervención militar en Venezuela: un juego con fuego
9 de septiembre de 2020El impacto en América Latina de la estrategia de una intervención militar extranjera en Venezuela, impulsada principalmente por la líder opositora María Corina Machado, coordinadora nacional de Vente Venezuela, no es en absoluto despreciable. Ha surtido efecto, pero estos han sido adversos al objetivo de sacar a Nicolás Maduro del poder, y a ganarse la solidaridad de los pueblos vecinos a los que pone en riesgo la idea belicista.
Machado viene haciendo diversos llamados a las armas contra el chavismo desde hace años, ante micrófonos latinoamericanos y estadounidenses. Y recientemente lo hizo en una entrevista de DW TV, el medio público de Alemania para el exterior, justamente en días en los que la Unión Europea, liderada por su alto representante, Josep Borrell, apuesta a una vía democrática a través de la observación electoral -consentida y luego solicitada por Caracas- de los comicios a la Asamblea Nacional, el 6 de diciembre.
Mientras tanto, en Colombia, país impulsor del Grupo de Lima, el discurso belicista de Machado y otras figuras de la oposición venezolana despierta cada vez más preocupación. "Sectores radicales de la oposición venezolana insisten en convencer a Gobiernos latinoamericanos de que la única forma de salir del chavismo es a través de la violencia”, dice a DW Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario de Colombia, para quien "estos radicales son el enemigo que siempre quiso tener el chavismo, y del que siempre ha advertido”.
En efecto, tanto en Venezuela como Colombia hay líderes opositores que consideran que ya no hay punto de negociación con el régimen, ni espacio para acciones diplomáticas internacionales que permitan destrabar la situación en Venezuela. Y que ante ello se justifica una intervención militar. "Es más”, agrega el internacionalista Rodríguez, "creen estar legitimados para promover acciones violentas sin considerar los graves efectos que estas puedan tener”.
El TIAR, ¿el arma mágica para tumbar a Maduro?
"La dirigente (María Corina Machado) no cree en elecciones, pero sí apoya una intervención militar”, dice el diario El Tiempo, de Venezuela, este 9 de septiembre. En el artículo, Machado esboza que "esta operación no debe depender de una sola organización, sino que debe estar conformada por distintos aliados (instituciones y países) con disposición y legitimidad regional en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y diferentes mecanismos interamericanos”.
También conocido como Pacto de Río, el TIAR fue creado en 1947, antes que la misma OTAN, y está enmarcado en la OEA, organización de la cual se retiró Venezuela en 2017 por sus "acciones intrusivas contra la soberanía". La OEA reconoció más tarde, en enero de 2019, a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. En la práctica, su incorporación al TIAR es considerada por algunos como "nula o ficticia”, toda vez que el Poder Ejecutivo real lo detenta el Gobierno de Nicolás Maduro.
"La reactivación del TIAR en diciembre de 2019, a través de su órgano de consulta, que actúa, por ejemplo, para activar sus artículos 8, 9 y 20, demuestra que para poder activar los mecanismos es necesario que un Estado -sea de la región o de fuera de esta- se constituya en una amenaza para otro Estado miembro, o para la región”, explica a DW Walter Arévalo, secretario general de la Academia Colombiana de Derecho Internacional, los términos de la declaración de 2019, en la que los ministros plenipotenciarios firmantes describieron el comportamiento de Venezuela y su Gobierno como una "amenaza regional”.
Dos gobiernos en un mismo país no son dos Estados
Dicho esto, agrega el jurista Arévalo, "es inapropiado, y seguramente ilícito, dentro de lo que permiten los artículos 8 y 9 del TIAR tomar un conflicto entre dos gobiernos (en un mismo Estado) como una razón suficiente para activarlo”. Por lo que, en definitiva, "la hipótesis de utilizar el TIAR para intervenir directamente en Venezuela queda descartada, porque la razón para activarlo es un uso de la legítima defensa frente a un ataque internacional, es decir de otro Estado”, concluye el experto, con estudios en la Academia de Derecho Internacional de La Haya.
Rotas las relaciones diplomáticas -y en buena parte, torpedeadas por la virulenta postura de la oposición venezolana, el presidente colombiano, Iván Duque, ha caído en la "diplomacia de micrófono”, observa, por su parte, Ronal Rodríguez. En el marco de la última reunión virtual del Grupo de Lima, en agosto de 2020, Iván Duque reiteró que la comunidad internacional sabe de la "connivencia de la dictadura venezolana con el narcotráfico y el terrorismo”, sin proponer empero, ninguna salida viable del régimen.
Críticas al Grupo de Lima: "Ni armas ni bloqueo”
"El Grupo de Lima lo que ha hecho es ayudar a alejar una solución negociada en Venezuela, que es la que le sirve al pueblo, no a las élites”, precisa en entrevista con DW Santiago Orbe, politólogo ecuatoriano especializado en defensa en Washington y Taipei, quien critica que dicha iniciativa "en vez de crear puentes, ha cortado de facto las vías de diálogo, al tiempo que Rusia y China aumentan su presencia en Venezuela”.
¿Por qué nació el Grupo de Lima?, pregunta este 6 de septiembre Fausto Pretelin Muñoz de Cote en El Economista de México, y da su respuesta: "Luis Almagro quemó las naves del organismo multilateral (OEA) por su obsesión sobre el régimen de Nicolás Maduro. Se olvidó de la necesaria equidistancia que, por estatutos, los integrantes del mecanismo esperan ver en quien lo encabece para considerarlo una figura conciliadora entre las naciones de la región".
Para Orbe, "la solución en Venezuela no se da por las armas, ni con bloqueos, como lo demuestra el caso de Cuba. Si bien el de Nicolás Maduro es un régimen pernicioso, contrario a los intereses del pueblo venezolano, un bloqueo lo aúpa, unifica y consolida. Es más, con ello justifica su postura agresiva”, coincide el especialista, quien ve a Colombia y Ecuador, como "los dos países más afectados por la crisis venezolana en América Latina”, una región, agrega, "que está perdiendo la paciencia y la buena disposición para con las acciones de la oposición venezolana en otros países”.
Un fiasco, un susto, ¿una lección?
"Radicales venezolanos buscan hacer creerle al Gobierno de Colombia que solo existen dos sectores: los colaboracionistas con el régimen, y ellos”, apunta en el mismo contexto Ronal Rodríguez, el portavoz del Observatorio de Venezuela en Colombia, quien, como ejemplo, reseña el "fiasco” en que se convirtió el paso de la ayuda humanitaria en enero de 2019: "La oposición venezolana había convencido al Estado colombiano y al estadounidense de que dicha operación iba a generar una masiva movilización popular que obligaría a las Fuerzas Militares de Venezuela a quitarle el apoyo a Maduro. No sucedió. Y para empeorar el fracaso, facciones de la oposición venezolana se pelearon en medio de dicha operación por imponer a la fuerza la forma más agresiva para hacer entrar la ayuda”. El balance del lado venezolano fue fatal: en ataques de las Fuerzas Armadas contra civiles en la frontera con Brasil murieron unas 25 personas, y en la frontera colombo-venezolana hubo 285 heridos.
En territorio de Colombia, Iván Duque demostró que, cuando algo no tiene sentido, puede dar marcha atrás, al desistir de la entrada forzada de la ayuda humanitaria: "Lo importante es que acá no muera nadie”, habría exclamado en esa ocasión. ¿Lección aprendida a tiempo? Santiago Orbe, cree que aún no: "América Latina y la oposición venezolana han cerrado las puertas del diálogo con el régimen de Venezuela, y el Grupo de Contacto no opera”.
Colombia y Venezuela siempre han resuelto sus diferencias a través del diálogo. Pero "la oposición radical venezolana, con su belicismo y su influencia en el Gobierno de Duque, están poniendo a Colombia en riesgo en el largo plazo”, es el temor, no solo del internacionalista Ronal Rodríguez, sino de otros observadores que creen que Colombia está rompiendo con su tradición.
La intervención: ¿Un sofisma?
Y en cuanto al TIAR, aparte del hecho de que un Gobierno no puede justificar una intervención militar internacional contra otro Gobierno en su propio país, sea el uno o el otro legítimo o no, el jurista Walter Arévalo recuerda que "la mayoría de los tratados de asistencia recíproca solo contemplan como última posibilidad el uso de la fuerza”. Y en caso de que se aprobara, "los Estados no están obligados a aplicarla”. El TIAR no es una excepción.
Así, la intervención militar que pide Corina Machado, carecería de respaldo, legitimidad jurídica y disposición. Orbe prefiere abogar por el respeto a una regla civilizatoria de oro: el restablecimiento de las relaciones consulares y diplomáticas. "En el sistema político internacional las embajadas y consulados son espacios de comunicación, toda vez que son centros que construyen y canalizan, no solo las voluntades de los respectivos gobiernos, sino los deseos de un pueblo y de la comunidad internacional”, dice Santiago Orbe, también especializado en contraterrorismo y ciberterrorismo, quien concluye que "el resultado de escenificar un juego con fuego, sumado a la inoperancia del Grupo de Lima y a la rotura de relaciones con Caracas es evidente: Nicolás Maduro sigue en el poder”.
(cp)