Internet, la nueva droga
26 de septiembre de 2011Consumen Internet tanto como otros fuman marihuana. Un reciente estudio acerca del uso del Internet en Alemania ha revelado que unos 560.000 habitantes del país podrían ser catalogados de “dependientes”.
Para el informe, desarrollado por la Universidad de Lübeck por encargo del Ministerio alemán de Salud Pública, se encuestó a 15.000 personas, entre los 14 y los 64 años. La diferencia de edades es significativa: en el grupo de 14 a 24 años, 2,4 por ciento son dependientes de la red y un 13,6 podría ser catalogado de “usuario problemático” que integra el grupo de riesgo.
Por otro lado, en el grupo de 14 a 16 años, 4 por ciento de la población es seriamente dependiente. En este último grupo, las muchachas son la mayoría: 4,9 por ciento contra un 3,1 por ciento de chicos. En la población femenina afectada, la mayor parte (77,1 por ciento) revela un uso excesivo de redes sociales.
¿Dependencia?
Pero, ¿qué es dependencia? ¿Cuáles son sus síntomas? “Son personas que viven casi exclusivamente en el mundo virtual del Internet”, dice el informe. No saben cuánto tiempo al día pasan conectados, han perdido el control, lo cual va en desmedro de su vida cotidiana: descuidan la escuela o el trabajo.
Además, cuando no están enchufados a la red, manifiestan signos de abstinencia: mal humor, aburrimiento e irritabilidad. Se ha detectado casos de descuido de la higiene personal. Según Mechthild Dyckmans, encargada del Gobierno federal alemán en materia de adicciones, los efectos de esta dependencia son comparables a los de estupefacientes como la cocaína o la morfina, o del alcohol.
En busca de criterios científicos
Con todo, Hans-Jürgen Rumpf, autor del estudio, subraya que hasta el momento no existe una definición científica de este tipo de adicción. Por lo pronto, cuando una persona pasa cuatro horas al día conectado, se lo califica de dependiente; si son sólo tres, entra en el grupo de riesgo.
Difícil solución
Después de este primer estudio representativo a nivel federal, se trata ahora de establecer internacionalmente criterios para definir científicamente la relativamente nueva adicción. También de buscar posibles soluciones. Desde ya esto se prevé complicado, pues una abstinencia total no puede haber, debido al alto grado de computarización de la sociedad.
No obstante, por algo hay que empezar; según Rumpf, en caso de que una persona manifieste una adicción a un cierto tipo de juego, éste debe ser prohibido terminantemente. Y en cuanto a los contratos de servidor de servicios de Internet también se puede hacer algo; la disponibilidad a tiempo completo, a través de tarifas flatrate por ejemplo, aportaría considerablemente a nutrir la adicción.
Autora: Mirra Banchón
Editor: Enrique López