La globalización ha puesto en aprietos a la industria metalúrgica tradicional, sobre todo en Europa. Muchos metales se producen ahora más barato que en el Viejo Continente, y la presión es más dura para las fábricas medianas y pequeñas. Es el caso de la empresa Saarstahl, especializada en aceros para aplicaciones específicas y construcciones complejas.