Hélène Grimaud, una pianista carismática y sensible

Grimaud es de origen francés y hoy en día es reconocida internacionalmente como una de las mejores concertistas al piano. A lo largo de su carrera se ha presentado junto a conocidas orquestas y ha editado más de diez discos, además publicó un libro sobre un proyecto de protección vida silvestre que cofundó, llamado Centro de Conservación de Lobos.

Como artista en residencia del Beethovenfest, este año realizó dos presentaciones. La primera fue en el concierto inaugural y la segunda el día 17 de setiembre junto al celista alemán Jan Vogler.

¿Es cierto que Schumann fue uno de los primeros compositores que usted escuchó, y que esa experiencia cambió su vida?

Sí. Había escuchado sinfonías de Beethoven con anterioridad y me habían impactado, pero mi primer encuentro directo con la música para piano fue a través de Schumann.

Cuando interpreta estos conciertos para piano, ¿qué tan cercana se siente a la persona rebelde que sabemos fue Beethoven?

Es lo máximo que uno se puede acercar a él. Cuando tocamos su música, más que con cualquier otro compositor, es como si él estuviera aquí mismo y otros colegas me han comentado que comparten esa sensación. Con cada resurgimiento o movimiento brusco de la música, se le siente presente. Uno se siente acompañado y conducido a veces a través de experiencias difíciles. Es absolutamente maravilloso.

¿Cómo pianista, encuentra frustrante intentar el legato (concatenación melódica de notas sin silencio entre ellas), que otros instrumentos y la propia voz humana alcanzan más fácilmente?

Definitivamente. Alguien me dijo que lo interesante del piano es que "hay muchas cosas que deben suceder antes de que la música empiece a salir". Creo que eso es correcto y uno se puede distraer, lo cual también es bueno. Hay tanto que sucede en el piano, uno tiene una dimensión polifónica, las voces medias, una dimensión vertical y una horizontal y por supuesto que eso también es lo que lo hace maravilloso. Me gusta la soledad del instrumento, es como un león en la sabana, noble y solitario.

¿Cambió su relación con la música a partir de su experiencia con el proyecto de rescate de lobos que tiene en Estados Unidos?

El trabajo con cualquier animal no es distinto del trabajo que se hace con una pieza musical, en el sentido de que hay que concentrarse al 100% en todos los niveles: intelectual, emocional y sicológico. Como seres humanos, no estamos tremendamente facultados para vivir el momento, tendemos a rumiar constantemente el pasado o a proyectarnos hacia el futuro; pero con los animales esa dimensión no existe. Se aprende mucho de ellos, son una escuela de respeto y conciencia y en ese sentido esa experiencia ha sido enriquecedora y una fuente de fuerza e inspiración. Al mismo tiempo, el proyecto significó una enorme distracción de mi música.

En muchas críticas de sus presentaciones son notorios los comentarios sobre su apariencia, lo cual no sucede con los intérpretes masculinos

Es muy molesto y muy desafortunado que se vincula al hecho de ser mujer y es por ello que he dicho que serlo es una desventaja. Por otro lado, sé que he sido extremadamente afortunada, a lo largo de mis 25 años de carrera el sentimiento preponderante ha sido el de ser muy privilegiada. Así que una nota positiva aún domina el todo.

¿Es solitaria la vida de un concertista del piano, por ejemplo llegar a lugares donde no conoce a nadie para ofrecer recitales? ¿Ha llegado una etapa en su carrera en la que gustaría de abordar proyectos con otros músicos?

Sí, es muy solitaria. Es triste, pues encuentro gran regocijo en el trabajo con los colegas, y es muy estimulante el compartir la interpretación musical en un escenario. Al mismo tiempo, los recitales de piano pueden ser experiencias extremadamente poderosas, pues sirvo como una suerte de canal entre el mundo del compositor y el de la audiencia, y eso puede ser increíblemente enriquecedor.

Autor: Breandain O'Shea / Vinicio Chacón
Editor: Paablo Kummetz