“Huellas de la Memoria”: dolor en búsqueda de desaparecidos
7 de septiembre de 2020"Tengo a mi esposo, Gilberto, y a mi hijo Marco Antonio desaparecidos. Un comando armado los sacó de la casa, en Tijuana, México, en 2007. Nunca podré superar que los arrebataran de mi hogar. Los espero día y noche en la misma casa, los quiero abrazar. Para eso vivo. Francisca”. Este mensaje ha sido plasmado en las suelas de un par de zapatos. El resultado es una huella de color verde, símbolo de esperanza, y de que la búsqueda de Francisca continúa. La placa está colgada debajo de los zapatos mismos, donados por su portadora al artista Alfredo López Casanova, que inició el proyecto. La idea surgió durante de una marcha de protesta de madres de desaparecidos el 10 de mayo de 2014.
Desde hace varios años, las madres de los desaparecidos en México ya no celebran el día de las madres, que tiene lugar tradicionalmente cada 10 de mayo. En un país en donde el recuento oficial de desaparecidos ascendió a más de 73.000 en julio pasado, en donde las fosas clandestinas suman un total de 3.978, con 6.625 exhumados, las madres y las familias aseguran que no tienen nada que celebrar. Al contrario, han convertido esta fecha en un día que simboliza su lucha de búsqueda sin tregua. También quieren así protestar y manifestar su indignación ante la indiferencia de las autoridades del país, que en la mayoría de los casos, no hacen nada.
"Para los familiares es como una herida, y dicen que ya no pueden celebrar el día de las madres. Tengo muchos años acompañando a los familiares de desaparecidos como ciudadano preocupado, y no tenía en mente hacer una obra de arte sobre su búsqueda, pero aquel 10 de mayo de 2014 iba platicando con Lety Hidalgo, una madre que busca a su hijo Roy. Lo sacaron de su casa unos policías de Monterrey, Nuevo León, una madrugada, y platicábamos sobre lo que significa caminar y buscar. En algún momento hablamos sobre los zapatos que usaban y nos imaginamos las historias de búsqueda y de lucha registradas en el rastro de su caminar”, dice en conversación con DW Alfredo López Casanova.
Desaparecidos de una región del mundo
El artista inició un proyecto que busca dar visibilidad a los que buscan, y destaca que, desde un inicio, se sumaron muchas personas y colectivos. En la muestra pueden verse zapatos de familiares de desaparecidos provenientes de distintas localidades de México, de Centro y Sudamérica, y de varios países de África. Además, ocho personas trabajan voluntariamente en el proyecto, y no todos son artistas.
"Tenemos zapatos del primer desaparecido en 1969, Epifanio Avilés, el primero que fue denunciado como desaparecido por su esposa Braulia, quien nos donó unos zapatos. Fue una desaparición forzada. Construimos una línea histórica con los zapatos de las víctimas de la mal llamada ‘Guerra Sucia', para nosotros terrorismo de Estado, ocurrida de 1969 hasta 1990. Hay otros zapatos de familiares de desaparecidos del período de las guerras en Centroamérica, también de los desaparecidos durante la migración. El proyecto nació antes de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014, pero tomamos contacto con ellos y tenemos aproximadamente la mitad de los zapatos de los familiares, unos 22 pares”, señala López Casanova.
En la muestra se ve todo tipo de calzado, desde zapatos cerrados, hasta sandalias y huaraches, el calzado que usan los campesinos en México. También se exhiben unas botas de la activista y fundadora del colectivo Eureka, Rosario Ibarra de Piedra, que luchó contra el aparato estatal durante décadas para encontrar a su hijo Jesús, acusado de pertenecer a la Liga Comunista 23 de septiembre, y desaparecido en 1974 sin que su paradero haya sido esclarecido.
López Casanova se ha dedicado a recoger las historias de los desaparecidos que un día salieron o fueron sacados de su casa y nunca regresaron, y cuya desaparición no tuvo que ver con ajustes de cuentas de los cárteles, como a menudo justifican las autoridades esas desapariciones. El resultado de varios años de trabajo puede verse en una exposición en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Pero la muestra ya ha viajado a distintas ciudades europeas en 2017 con el apoyo de Amnistía Internacional, la Fundación alemana Heinrich Böll y el respaldo de colectivos locales.
Mensaje de los familiares
La muestra está integrada por zapatos que han donado los familiares. Los han enviado con una carta con los datos de la desaparición y un mensaje personal al hijo, hija, padre, o hermano. En las suelas de los zapatos el artista graba ambos mensajes, que luego imprime sobre una placa. "Inscribimos el texto en la suela de los zapatos y luego los imprimimos con la técnica del grabado. Es una metáfora de la búsqueda, es como si la gente tuviera puestos esos zapatos y fuera dejando la huella de su historia de búsqueda y de lucha”, explica.
La mayoría de las placas con la huella de las suelas son de color verde, que simbolizan la esperanza. Cuando el propietario del zapato muere se hace una reimpresión en rojo. Se hace otra en negro cuando el desaparecido es hallado sin vida.
Aunque ha habido ya exposiciones con zapatos de desaparecidos, éste proyecto por primera vez da visibilidad a los que buscan, los que caminan incansablemente en busca de sus familiares en paradero desconocido, que van a los ministerios públicos en busca de información, que organizan marchas y manifestaciones reclamando que se los devuelvan con vida. Uno de los participantes es Jorge Verástegui, abogado y activista, que llegó a este tema obligado por una tragedia personal.
"Yo me vinculé a esto por la desaparición de mi hermano y de mi sobrino, en Parras Coahuila, el 24 de enero de 2009. Entonces no se hablaba de desaparecidos, se conocían vulgarmente como ‘levantones'. En la franja noroeste del país era donde había una mayor violencia por el enfrentamiento con el cártel de los Zetas. A finales de 2009 fundé, junto con otras familias, la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fundec), la primera en nombrarlos como ‘desaparecidos', es decir, que se oponía a la versión de las autoridades de que habrían sido un ajuste de cuentas entre narcotraficantes”, dice Verástegui en conversación con DW.
La lucha de la sociedad civil ante la inacción del Estado
El ahora abogado acompaña casos, investigaciones, y procesos penales, da seguimiento a reformas legislativas, políticas públicas, y muy importante, también respalda la documentación de casos. Verástegui ayudó a fundar otras organizaciones de familiares de desaparecidos en otros lugares de México y últimamente se dedica al tema de la memoria. "La recuperación de la memoria es una nueva área de investigación, no sólo en términos afectivos, sino por la importancia de preservar archivos que puedan servir después para procesos judiciales”, destaca.
Verástegui dice tener indicios sobre los perpetradores que desaparecieron a sus familiares. "Nosotros realizamos las investigaciones porque nos dimos cuenta de que las autoridades no investigaban, y luego, que estaban coludidos con los Zetas", asegura. "Descubrimos que quienes los privaron de la libertad era un grupo combinado entre policías municipales de Parras coludidos con los Zetas, y protegidos por la Policía estatal y federal y altos funcionarios del gobierno de Coahuila. El caso nunca avanzó. Tenemos distintas hipótesis de lo que pudo haber ocurrido, pero, lamentablemente, hasta la fecha no sabemos dónde están”.
La llegada de una nueva Fiscalía General de la República, autónoma e independiente, bajo la batuta del fiscal Alejandro Gertz Manero no es una luz de esperanza, sostiene Verástegui: "Desde mi punto de vista no hay esperanzas de que con esta administración la fiscalía actúe de manera más decidida.
Tenemos el caso Ayotzinapa, que es el más emblemático, mediático y politizado, y por eso hay algunos avances. Pero en los demás casos, que no tienen ese nivel de visibilización, los ministerios públicos siguen sin realizar investigaciones. Vemos una continuidad en el sistema de procuración de justicia, que más bien apuesta a favor de la impunidad”.
Según Verástegui, si existiera la voluntad de averiguar el paradero de los desaparecidos en México habría que investigar a prácticamente toda la clase política. "Los gobiernos locales y las Fuerzas Armadas son los responsables de la mayoría de las desapariciones. Son demasiados los intereses de por medio, y como las instituciones siguen cooptadas por estos grupos de poder, no habrá investigaciones reales. El mismo caso Ayotzinapa es prueba de ello. Pese a que el presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que dará todo el apoyo, las investigaciones han sido lentas. Pero López Obrador argumenta que el fiscal es autónomo, entonces se puede lavar las manos diciendo que es un problema de la fiscalía, que él quiere terminar con la corrupción y la impunidad, pero el que tiene que actuar es el fiscal, y sobre él no tiene autoridad”, concluye.
(cp)