Huacho: campesinos chilenos en Cannes
13 de mayo de 2009En Huacho, el actor que hacía de leñador era cortador de leña en la vida real. La actriz que fabricaba quesos en la realidad también hacía quesos. Incluso los diálogos fueron improvisados por los mismos "actores". A pesar de este realismo, la película es cien por ciento ficción, según palabras del realizador. Deutsche Welle conversó con el destacado director chileno Alejandro Fernández Almendras.
DW-WORLD: En el 2007 participaste con el corto Lo que trae la Lluvia en la Berlinale. Una historia que transcurría en el campo. Ahora estás en Cannes con tu largometraje Huacho que también es de estilo campestre. ¿Por qué te apasiona tanto la sencillez rural?
Alejandro Fernández Almendras: En general tiene que ver con mi historia personal porque mi familia vive en el campo. Además, cuando niño siempre viví en Chillán (Sur de Chile) y pasaba mis vacaciones allí. Asimismo, siempre me llamó la atención la forma como el campo era representado en el cine y en la televisión. Siempre me pareció que se recurría a un estereotipo o a algo que no tenía mucho nexo con mi experiencia real de ese lugar. Entonces fue a partir de eso, de ese deseo, de esa experiencia, que surgió la idea de hablar del campo y de concentrarme por ahora en ese mundo.
Huacho fue financiado por el World Cinema Fund de la Berlinale y ahora estás en Cannes, compitiendo en la Semana de la Crítica. ¿Qué te parece haber llegado a un festival tan prestigioso?
Es como un sueño hecho realidad. Uno siempre, cuando empieza a hacer cine, se imagina recibiendo un Oscar y estando en Cannes. Pero la verdad es que rápidamente uno aprende que esos son sueños y es increíble porque, en este caso, es un sueño que se cumplió. Por eso estamos muy felices.
¿De qué trata el largometraje Huacho?
Es un día en la vida de una familia campesina que vive en el Sur de Chile. Básicamente trata sobre el paso de una sociedad campesina, rural, a un mundo más globalizado, con teléfonos celulares, internet, televisión y ese tipo de cosas. Es como el tránsito de un grupo de la sociedad chilena entre el campo y la ciudad y entre la tradición y una modernidad que llega cada vez más lejos.
Tu película fue hecha con campesinos de la zona. ¿Cómo fue trabajar con gente que nunca estudió actuación y que quizás nunca estuvo frente a una cámara?
Fue un desafío bastante grande. La verdad es que cada día que llegaba al set sentía un miedo enorme, porque no sabía si iba a funcionar o no. Todos los días era empezar de nuevo, prácticamente de cero. Este es un trabajo muy intenso. Hay que inyectar mucha energía en el set y mucha energía en los actores, para que ellos después devuelvan algo de eso. Asimismo hay que generar dinámicas de confianza de trabajo, de diálogos que hay que aprovechar en un lapso muy pequeño de tiempo y todo eso es bastante complicado. Por otro lado, tiene una recompensa muy grande después, que es ver la película terminada y sentir que la gente habla, camina y trabaja en Chile como en la vida real. Yo los he visto vivir y es como de verdad viven.
¿Fue por eso que no quisiste trabajar con actores profesionales?
Si, básicamente fue por eso, por evitar una cierta postura un poco forzada de los actores. Yo no tengo ningún problema con los actores, me gusta mucho trabajar con ellos. Sin embargo, para esta producción era muy importante recuperar la forma de hablar, de ser y de trabajar de la gente del campo y, para eso, lo más honesto fue siempre trabajar con campesinos. Por otro lado, también es lo más difícil. Pero eso es lo bonito del desafío, que sea difícil. Si fuera muy fácil no tendría gracia.
¿Cómo crees que sea la reacción del público?
Yo creo que Huacho provoca emociones pequeñas y sutiles. No espero ovaciones, ni llantos desbocados. Espero que el público conecte con cosas pequeñas, como recuerdos propios de la infancia o momentos personales. Es una película muy íntima, hecha desde el corazón, y que apunta hacia ese lugar, hacia el corazón de los espectadores. Ojalá que la gente se acuerde de la película después de un par de días de haberla visto y la recuerde con cariño. Con un sentimento de confianza, como si fuera una película que hubiesen hecho ellos mismos.
¿Se esconde alguna moraleja en tu relato?
En realidad, más que una moraleja, lo que deja Huacho es una constatación de un cambio. Es como hacerse cargo del cambio social que se experimenta en el campo y que de alguna manera también es el reflejo de lo que ocurre en el resto de la sociedad chilena. Es decir, el paso de un tipo de sociedad, que hasta cierto punto era bastante feudal e injusta, a un sistema de libre mercado que ofrece grandes esperanzas, sueños y grandes metas, pero que alcanzarlas es muy difícil. Sobre todo en la sociedad chilena es imposible alcanzar las promesas que hace el sistema capitalista, en cuanto a que si tú te esfuerzas y trabajas, te va a ir bien y podrás superarte. Esa promesa no se cumple en Chile. Chile está lleno de gente que trabaja 12 horas al día y no alcanza a ganar siquiera un salario que le permita comer y vivir. Entonces tiene que ver con eso y, más que una moraleja, se trata de constatar lo que se sabe y ver como los personajes se mueven dentro de este nuevo mundo.
¿Sigues trabajando como periodista?
Estuve trabajando como periodista de economía por 15 años. Sin embargo, recién el año pasado me dediqué cien por ciento al cine. Pero ahora estoy como los personajes de mi película, a veces no llego a fin de mes y tengo que ver de dónde saco plata para pagar la cuenta de la luz. No es fácil ser artista. No se crean.
Autora: Pamela Schulz
Editora: Emilia Rojas