Héroe de la resistencia
8 de noviembre de 2011
Georg Elser planeó todo hasta el mínimo detalle. Se preparó durante meses para matar a Adolf Hitler. Consiguió material explosivo y un detonador, afiló trozos de metal, diseñó una bomba de tiempo y llevó a cabo algunas pruebas en el jardín de su casa paterna. Más tarde, en agosto de 1939, se mudó a Múnich, donde comenzó la fase más difícil de su plan. Georg Elser era un oficial de carpintería que vivía de su magro salario, almorzando por unos pocos peniques en el Bürgerbräukeller, un enorme salón-restorán con capacidad para 1.800 personas en el que también se realizaban mitines políticos. Después del almuerzo, Georg Elser se escondía en una buhardilla y esperaba horas, hasta que el último huésped se hubiese retirado.
Preparativos para acabar con Hitler
Durante 30 noches, Georg Elser ahuecó meticulosamente una de las columnas del restorán y colocó allí la bomba. Esa era la columna que debía caer para aplastar al tirano. Desde su fallido golpe de Estado del 9 de noviembre de 1923, Adolf Hitler, que ya se había convertido en el poderoso “Führer”, visitaba a menudo el local del Bürgerbräukeller, y todas las vísperas del aniversario del atentado a su persona pronunciaba un encendido discurso. Pero Georg Elser quería que ese discurso del 8 de noviembre de 1939 fuese el último.
Hitler, impulsor de la guerra, cuya Wehrmacht había invadido Polonia dos meses atrás, tenía que morir. Eso es lo que había decidido Elser, un hombre sencillo, nacido en Württemberg, que se opuso firmemente y desde el comienzo al nacionalsocialismo, y que temía el estallido de una guerra de dimensiones imprevisibles.
El atentado fracasa
La vida de Georg Elser corre peligro, pero se ocupa de comprobar qué posibilidades tiene de huir atravesando la frontera hacia Suiza por el Lago Constanza. Aquella tarde del 8 de noviembre, Elser pone en marcha el mecanismo de relojería y se marcha de Múnich. Entretanto, Hitler y sus acompañantes llegan al salón del Bürgerbräukeller, pero el discurso del dictador es más breve que los anteriores. Poco después de las nueve de la noche, Adolf Hitler ya había abandonado el lugar.
Un cuarto de hora más tarde, la bomba de tiempo estalla dejando una estela de destrucción. El techo del salón se derrumba. Donde había hablado Hitler se levanta una gran montaña de escombros que cubre a ocho personas muertas y a varios heridos, víctimas del atentado. Pero Hitler sale indemne. El atentado contra el tirano había fracasado.
Detención y tortura
Entretanto, Georg Elser ya había sido detenido por una patrulla aduanera y entregado a la policía fronteriza. A su detención siguieron los interrogatorios de manos de la Gestapo, en Múnich y Berlín, acompañados de terribles torturas, en los que Elser confiesa los motivos de su plan. No fue sino hasta 1964 que se hallaron las actas completas del interrogatorio a Georg Elser. En especial, se recuerda siempre esta frase del luchador contra el régimen nazi: “Quería evitar la guerra”. Pero el atentado cometido por ese valiente ciudadano dio lugar a malentendidos e interpretaciones diversas.
Algunos opositores al régimen nazi pensaban que habían sido los mismos nazis quienes habían organizado el ataque a fin de fortalecer la creencia popular en un Hitler sobrehumano e invulnerable.
Georg Elser estuvo preso en total aislamiento durante seis años, en calidad de “prisionero especial del Führer”, en los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau. Pocos días antes de finalizar la II Guerra Mundial fue asesinado de un tiro en la nuca. Durante muchos años, su familia no logró averiguar su destino y tuvo que defenderse de las acusaciones de que Georg Elser había sido un instrumento del poder nazi.
Homenaje tardío
En un principio, Georg Elser no formó parte en absoluto de la elaboración oficial de la memoria de los crímenes nazis en Alemania, al contrario del conspirador del atentado del 20 de julio de 1944, Claus Schenk Graf Stauffenberg. Sólo décadas más tarde su acción fue reconocida como acto heroico de resistencia individual contra un régimen inhumano.
Hoy, Alemania cuenta con biografías, películas, un “Premio Georg Elser al coraje civil” y varias calles, plazas y escuelas que llevan su nombre. Desde el 8 de noviembre, también se le rinde homenaje a Elser en Berlín con una escultura diseñada por Ulrich Klages, muy cerca de la antigua central de poder de los nazis, en la Wilhelmstraße. Y no muy lejos del lugar en el que Georg Elser fue interrogado por sus torturadores hasta que confesó ser autor del valeroso atentando contra Hitler.
Autora: Cornelia Rabitz/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz