Stille Helden
9 de mayo de 2012“A contra corriente”, así se llama la exposición dedicada a rescatar la memoria de quienes prestaron ayuda a los judíos perseguidos por el régimen nazi. Oskar Schindler no fue el único. El empresario, que rescató a más de 1.200 judíos en Polonia, pasó sus últimos días en soledad y viviendo en humildes condiciones en un pequeño departamento de un barrio popular de Fráncfort del Meno. Sólo algunos pocos sabían de su valentía. Y tampoco imaginó jamás que su historia iba a inspirar a una película de Hollywood.
Además de Schindler, hubo otros héroes desconocidos que ayudaron en silencio a salvar las vidas de judíos acosados y perseguidos por los nazis corriendo todo tipo de riesgos. Héroes sin rostro cuyas historias están saliendo poco a poco a la luz. Algunas de ellas se exponen en la muestra “A contra corriente”, en el Museo Judío de Fráncfort del Meno.
Una huida fracasada
Nicole Jussek-Sutton observa una foto con la imagen de un hombre en bañador con los brazos abiertos, evidentemente dispuesto a sumergirse en el agua. Se trata de Arthur Schaub, un suizo que se casó con la abuela de Nicole, que huyó a Suiza en 1940. La foto fue enviada a modo de postal a su hija, que se había quedado en Alemania, y contiene un mensaje secreto. Schaub planeaba rescatar a la madre de Nicole a través del río Rin. Nadó dos veces hasta llegar a la orilla alemana, pero el intento fracasó. “Mi madre se escondió en una casa abandonada y logró sobrevivir”, dice Nicole Schaub. No solo fue perseguida por ser judía, sino también por haber formado parte de la resistencia, lo que la expuso a un peligro aún mayor”, relata Nicole Jussek-Sutton, que vive en Irlanda. Su madre murió en 1996, y apenas si habló con ella sobre lo que vivió durante la guerra. Pero hasta el fin de sus días se sintió perseguida.
Gestos de solidaridad de la gente común
Los alemanes que arriesgaron su vida para ayudar a judíos perseguidos eran gente común. Lo hicieron por amor al prójimo, por amistad, por amor, porque no estaban de acuerdo con el régimen nacionalsocialista y porque sencillamente sentían compasión, porque su conciencia no los dejaba en paz. Ayudaron con pequeños y grandes gestos de solidaridad que iban desde la provisión de alimentos, de papeles falsos y de escondite a los perseguidos hasta el rescate en los trenes que los iban a deportar a los campos de concentración, e incluso sacándolos de esos campos de la muerte.
Entre otros casos, está el portero de un edificio, por ejemplo, que intentó consolar el sufrimiento de gente de avanzada edad en un hogar de ancianos para judíos. O el matrimonio de Fráncfort que ocultó en su ático a un joven que había huido del campo de concentración de Madanek. O el párroco que se solidarizó y colaboró ayudándolos a huir, y el comisario que manipuló documentos y posibilitó así que muchos judíos de Fráncfort salieran de la ciudad.
Judíos famosos que también ayudaron
El empresario Leitz, de Wetzlar, un fabricante líder de instrumentos ópticos y cámaras fotográficas, contrató especialmente a judíos después de 1933 posibilitándoles así una cualificación profesional que los ayudaría más tarde a sobrevivir en el extranjero y a construirse una nueva existencia. Leitz contrató a cerca de 600 trabajadoras forzadas de Ucrania. Día a día, él y sus hijas vigilaban que tuvieran suficiente alimento. Debido a la ayuda prestada y otras actitudes solidarias, la hija del empresario tuvo que pasar un par de meses en una cárcel de la ciudad.
También es digna de mencionar la decisión del cónsul general de Gran Bretaña, Robert T. Smallbones, quien albergó a judíos perseguidos durante el pogromo de noviembre de 1938 en su consulado, los abasteció de lo necesario para sobrevivir y luego los ayudó a huir con todos los recursos a su disposición. Así, cerca de 48.000 judíos lograron ingresar a Gran Bretaña con una visa de tránsito y seguir viaje desde allí hacia otros países.
Ayuda a judíos, tema tabú en la Alemania de posguerra
De todas esas arriesgadas y solidarias empresas de rescate de vidas humanas que hoy son llamadas “rescate de resistencia” nada se supo durante mucho tiempo. En los años posteriores a la liberación por parte de los aliados el tema de la ayuda a judíos perseguidos era un tabú. “En comparación con otros países, en Alemania fueron muy pocos los que ayudaron activamente a los judíos”, dice Raphael Gross, director del Museo Judío de Fráncfort. Y esos pocos nunca recibieron un reconocimiento por sus actos.
“Para la Alemania de posguerra era una provocación. Los rescates de resistencia llevados a cabo por unos pocos les recordaba a los demás su falta de solidaridad y demostraba que en tiempos políticos revueltos y difíciles también es posible prestar ayuda a quienes lo necesitan”, explica Gross. Y quienes colaboraron con los perseguidos no hablaban de eso, ya que lo consideraban algo natural. O tal vez también porque el clima político en la recién fundada República Federal de Alemania no lo hacía posible.
Discriminados e ignorados
Durante mucho tiempo, los opositores al régimen nazi fueron considerados “traidores a la patria”. Más tarde se debatió durante un largo tiempo acerca de lo que fue verdaderamente la resistencia y la atención se concentró sobre todo en la resistencia militar. Pero también esa resistencia fue mínima, según el historiador Wolfram Wette. “A la Wehrmacht pertenecieron aproximadamente 18 millones de personas, y el número de quienes ayudaron a rescatar a los judíos no llega a 100”, dice el experto.
El reconocimiento de la sociedad llegó tarde, y también la investigación minuciosa acerca del tema. “Fue un proceso laborioso” dice la curadora de la exposición, Heike Drummer. Hasta el día de hoy es muy difícil acceder a las fuentes y no se cuenta con un archivo central sobre el tema. El director del museo, Raphael Gross, añade que “quienes ayudaron activamente se ocuparon de borrar todo tipo de huellas, ya que era algo sumamente peligroso”. El Monumento a la Resistencia Alemana en Berlín expone una muestra sobre la valentía de esos héroes silenciosos. Y el Museo Judío de Fráncfort aporta ahora testimonios ejemplares. Además, el Monumento al Holocausto Yad Vashem honra, entretanto, a cerca de 22.000 personas de todo el mundo por su coraje civil y los condecora con el título de “Justos de todos los pueblos”. Entre ellos se encuentra también el alemán Oskar Schindler.
Autora: Cornelia Rabitz/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López