Holanda, a un año del asesinato de Van Gogh
2 de noviembre de 2005Los llamados al respeto y la tolerancia formulados por el primer ministro de Holanda, Jan Peter Balkenende, no tuvieron un auditorio muy numeroso. Sólo cerca de 500 personas acudieron este miércoles al lugar donde hace un año fue asesinado el polémico cineasta Theo Van Gogh, un artista que recurría a la provocación y que, con una película contra la opresión de las mujeres musulmanas, desató las iras islámicas. El autor del atentado, que tuvo el carácter de una verdadera ejecución, fue un fanático holandés de origen marroquí. Entretanto, el homicida purga una condena a cadena perpetua. Pero la sociedad holandesa no se ha recuperado del todo.
Mano más dura
¿Realmente fracasó el modelo holandés de sociedad multicultural? El escritor y columnista Sylvain Ephimenco intenta responder a esa interrogante en su libro "El país de Theo Van Gogh". Indica que desde luego ha surgido un cierto recelo y tensión entre los grupos étnicos. Pero se propone relativizarlo. El autor plantea que en el exterior se pinta la imagen de una Holanda terriblemente intolerante, pero él no tiene la sensación de que las diferencias se hayan vuelto tan grandes.
Distinta fue la impresión que dieron las primeras semanas tras el asesinato de Van Gogh. Por todo el país ardieron casi a diario mezquitas, escuelas islámicas y también iglesias cristianas. El gobierno de centro-derecha reaccionó reforzando las políticas de seguridad, inmigración e integración. Ahora el Estado está pendiente de lo que se dice en las mezquitas y quienes predican el odio son expulsados del país. Las disposiciones de protección de datos privados fueron flexibilizadas para promulgar una nueva ley antiterrorista. El Estado demuestra su fuerza y ya tiene algunos resultados que exhibir: la policía y los servicios secretos lograron desbaratar una red de radicales islámicos y 13 personas serán sometidas a juicio el mes entrante.
Encuentro de religiones
Cierto es que los disturbios fueron un fenómeno transitorio y que el país no está en llamas. Pero quedó al descubierto que Holanda no era la isla de paz y tolerancia que muchos pensaban. La realidad se puso en evidencia y al menos ya nadie puede cerrar los ojos. Aunque hayan sido pocos los que acudieron a la ceremonia en el lugar donde fue asesinado el cineasta, hay una serie de iniciativas en marcha que alimentan cierto optimismo. Por ejemplo, en este primer aniversario del crimen, el Consejo Eclesiástico de Amsterdam convocó a un encuentro de comunidades judías, musulmanas y cristianas, con la intención de dar un ejemplo de convivencia.
Entre los 16 millones de holandeses hay aproximadamente un millón de musulmanes. En la capital, Amsterdam, uno de cada tres habitantes profesa la fe musulmana. La comunidad judía, por su parte, cuenta con cerca de 15 mil miembros. Fomentar entre ellos el conocimiento y el respeto es una tarea que no se debe descuidar, aunque la "normalidad" se haya restablecido y tres cuartas partes de la ciudadanía afirme sentirse segura, según una encuesta reciente.