Hitos de la solidaridad en América Latina

Desde México hasta Chile, la región ha experimentado algunos de los mayores terremotos de la historia. También tsunamis, inundaciones y huracanes. Cada vez que la naturaleza golpea, la sociedad muestra su lado solidario, reuniendo alimentos, ropa, materiales de construcción y dinero para los damnificados en su país o en naciones vecinas, en una larga tradición de solidaridad regional.

También la realidad de grupos vulnerables o en situación de pobreza, como niños o ancianos, han despertado la solidaridad. Al principio fueron las iglesias en América Latina, la católica y luego el credo evangélico, que crearon escuelas, hogares y proyectos de ayuda. Algunos ejemplos son las escuelas parroquiales, las obras de la congregación San Vicente de Paul o el Hogar de Cristo en Chile.

El jesuita chileno Alberto Hurtado (1901-1952) fundó el Hogar de Cristo, una de las mayores obras sociales de América Latina. Fue un referente a nivel regional al denunciar tempranamente las injusticias sociales, promover la dignidad de los más pobres, apoyar las demandas de los trabajadores, la formación de sindicatos y salarios justos. Fue canonizado por el papa Benedicto XVI en 2015.

En El Salvador, Monseñor Óscar Arnulfo Romero también fue una figura incómoda para los poderosos. Condenó la miseria, la injusticia, la represión y las esclavitudes sociales y defendió a los pobres y perseguidos. Fue asesinado en 1980 mientras oficiaba la misa. El Papa Francisco lo canonizó en 2018.

Nacida hace 50 años, entre los principios de esta corriente católica está la opción preferencial por los pobres y el fin de las injusticias sociales. Generó un cambio en la comprensión de la solidaridad, al promover una toma de conciencia de quienes experimentan la pobreza y reconfigurar la manera de trabajar con ellos. Entre sus representantes está el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.

Aunque en Centroamérica y países del Caribe todavía el credo evangélico y la iglesia católica tienen una fuerte presencia en obras sociales, van en retirada ante nuevas organizaciones solidarias de la sociedad civil, como ha ocurrido en toda la región. La irrupción de un grupo extenso de jóvenes comprometidos con erradicar la pobreza y cambiar la sociedad, le ha cambiado la cara a la solidaridad.

“En el caso de Chile, una gran cantidad de personas de las generaciones pasadas pensaba que la principal causa de la pobreza eran la flojera y los vicios. Hoy, la gran mayoría de los jóvenes involucrados piensa que es por la injusticia social y la falta de oportunidades. Es un cambio cultural y de comprensión de la solidaridad”, dice Benito Baranda, vicepresidente ejecutivo de América Solidaria.

Pensadores como el brasileño Paulo Freire (foto) o su connacional el obispo Hélder Câmara han contribuido al mensaje de que la pobreza no es un destino o una fatalidad, sino una injusticia. Este último decía: “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qué son pobres, me llaman comunista”, en referencia a las críticas ante su cuestionamiento de las desigualdades.

En Honduras, el jesuita Ismael Melo, más conocido como el Padre Melo, dirige la Radio Progreso y desde esa plataforma acompaña y promueve la defensa de los derechos humanos. Tiene un especial compromiso con los migrantes y los familiares de migrantes desaparecidos, en medio de la violencia que sacude al país centroamericano.

Partió en 1997 con la meta de erradicar los asentamientos informales en Chile y hoy está presente en toda América Latina. Con la participación de los mismos pobladores y un contingente de voluntarios han levantado más de 135 mil viviendas, apoyado saneamientos y normalización de títulos de propiedad, acceso a servicios básicos y construcción de sedes comunitarias.

La ONG creada en 2012 trabaja por los derechos de niños y adolescentes en situación de pobreza en el continente, con oficinas en varios países y una red de voluntarios, elabora proyectos junto con las comunidades y en alianza con organizaciones privadas y públicas, promoviendo la interculturalidad: valorar a todas las personas como iguales, celebrar las diferencias y acercar las culturas.